Problemas de Pasillo

150. El diario de Jimi (y Connor)

Connor no bromeaba. El tiempo empeoró las cosas. Mientras más estaba ahí, más deseaba salir huyendo a cualquier parte. ¿Qué estaba mal con esas personas? Se suponía que era una fiesta para recaudar fondos para una fundación y todos eran groseros, poco amables y arrogantes. Era como una competencia por ver quién era más rico. Sin embargo los padres de Evan en verdad estaban haciendo eso en favor de ayudar a otras personas. Al menos el consuelo de que Evan estaba relacionado con gente amable me hacía sentir mejor.
Por otro lado, Margot no se había alejado de Evan en ningún momento. Y como yo me sentía perdido y agobiado ahí, no me separaba de Connor. Él era amable. Aunque estaba bastante irritado porque su madre lo había obligado a ir ahí en contra de su voluntad. Al parecer él quería estar con otra persona ese día y como no era así, estaba muy molesto. O eso decía porque no se le notaba.

Quería acercarme a Evan pero siempre estaba rodeado de gente y temía interrumpir. O peor: no sabía qué debía decir. Así que me quedé sentado en una mesa junto a Connor. Hablar con él era lo único que me mantenía cuerdo.

— Entonces eres universitario— le dije.
— Así es— dijo él—. ¿Y tú, ya sabes a dónde vas a estudiar?
— Aún no— dije—. De hecho no tengo idea de si soy bueno en algo.
— Quizá aún es pronto— dijo él.
— Mi amiga Laura tiene mi misma edad y ya sabe a dónde quiere ir después de graduarse— dije—. Aunque tengo la teoría de que quiere ir a esa escuela sólo porque desea tomar clases de un profesor que enseña ahí.
— No la culparía— dijo—. Hay profesores que son geniales.
— Supongo que sí aunque... enseñar parece difícil.
— Seguro no es más insoportable que esta fiesta— dijo él.

Nos reímos. Curiosamente me sentía muy cómodo ahí, al menos por un momento.

— Me he estado preguntando toda la tarde quién podría ser ese chico rubio de ahí— me señaló a Evan—. No lo conozco. Pero está con Margot Elliot. Debe ser su novio de esta temporada.

Quería decirle que no, que era Evan y que no salía con Margot, que salía conmigo. Pero no pude. De hecho me sentía muy triste porque seguramente todos los que podían verlos pensaban lo mismo que Connor.

— Esa chica no me agrada— dijo Connor—. Es muy molesta.
— ¿La conoces?— pregunté.
— Claro que sí. La veo en cada fiesta. Será una buena actriz pero es irritante y caprichosa. No trata bien a sus novios.

Entonces su madre lo llamó.

— Vengo en un momento— me dijo y se fue.

Me quedé mirando a Margot mientras sostenía el brazo de Evan. ¿Qué me estaba pasando? Es decir, ¿Por qué me había alejado de Evan? Sus padres no tenían ningún problema con su relación conmigo, no tenía porqué esconderme. Además, lo que pensaran esas desagradables personas no debería importarme, sabía que no quería relacionarme con ellas nunca más.
Miré a Evan. Miraba alrededor como si buscara algo.
Me buscaba a mí.

Determinado, me levanté. Iría por mi novio y nadie iba a poder detenerme.
Caminé muy decidido entre las personas. Repentinamente me detuve cuando escuché que hablaban de Evan. Eran dos señoras. Me acerqué para escuchar su conversación. Fingí que tomaba una copa de la torre de copas.

— Sí, se ven muy bien juntos— dijo una señora corpulenta de voz aguda—. Las madres de ambos deben estar muy contentas, son muy amigas y deben estar muy felices porque sus hijos salgan juntos. Además, Margot es la chica más bella del mundo.
— Escuché que pronto estará nominada a un importante premio— le dijo la otra señora.
— Sin duda es una chica que sabe lo que quiere.

Empezó a sonar la música y ellas se alejaron. Me quedé ahí paralizado. Nunca me había detenido a pensar en cosas como esas. Estaba seguro de que le agradaba a la madre de Evan pero también sabía que ella sería más feliz si su hijo saliera con alguien como Margot. Ella era bonita, famosa y aunque era joven sabía qué quería hacer con su vida. Yo no tenía ni idea, es más, no sabía siquiera lo que quería hacer el siguiente mes. Es más, no había pensando en lo que quería que pasara con Evan y conmigo.

Me giré. Vi a Evan. Seguía buscándome entre tanta gente. Entonces Margot le dijo algo. Intercambiaron palabras un rato hasta que ella tomó su mano. Y lo llevó a la pista de baile, donde muchas personas estaban.
Iba a bailar con ella.

Por supuesto, Evan no debía sentirse fuera de lugar. Aún estando en medio de gente que destacaba mucho, él brillaba por sí mismo.
Tuve miedo repentinamente. Ese iba a ser el mundo de Evan apartir de ese día. Y yo no parecía formar parte de él. Simplemente era como si... no debiera estar ahí.

Salí del lugar. No me detuve. Corrí alrededor del salón y busqué la puerta. Afuera casi no había nadie. Me detuve en un jardín. Mi corazón latía acelerado. Posiblemente porque le hacía falta que hiciera más ejercicio.

Me senté en una banca que estaba ahí. Miré el suelo un rato. Entonces una silueta se acercó a mí. Al principio pensé que era Evan. Pero no, era Connor. Fingí estar bien.

— Te dije que ibas a querer salir corriendo— me dijo mientras se sentaba a mi lado.
— Honestamente quería arrojarme por una ventana— dije—, pero no quería aumentar el índice de suicidios en navidad.
— Sí, eso no es bueno para la navidad— dijo.

Me sonrió. Le sonreí.

— ¿Te encuentras bien?— me dijo.
— Claro— dije.
— Porque si necesitas algo yo podría ayudarte— me dijo—. Podría llevarte a casa.
— ¿Harías eso?— pregunté.
— Claro. Mi auto está por allá. Y la verdad también necesito un respiro de todo esto.

Miré con rumbo a la mansión. Imaginé que a Evan no le molestaría si yo me iba.
Es más, quizá ni se daría cuenta.

— Me gustaría ir a casa— dije.
— Entonces voy por mi auto— dijo él.

Se fue. Me quedé un rato ahí. No quería irme. Quería estar con Evan, pero solo nosotros. Además, me sentía muy miserable ahí. Muy pequeño, como una hormiga. Sentí ganas de llorar.

— ¡Jimi!— gritó alguien.

Me levanté. Era Evan, que estaba bajando unos escalones. Venía hacia mí.

— ¿Qué haces aquí?— me preguntó.

No supe qué decir. Sólo me quedé mirándolo.
Escuché el ruido de un auto. Se detuvo justo a mi lado. Lo miré. Era Connor.

— Listo— me dijo—, vamos, sube.

Entonces Connor miró a Evan. Y Evan observó a Connor. Y ambos me miraron a mí.

— ¿Quién es este sujeto?— me preguntó Evan.