66. El extraño diario de Zac (en octubre)

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Los días estaban pasando muy rápido. Pero todo iba según lo planeado. El consejo estudiantil estaba demostrando poder manejar cosas difíciles. Tanto que el director estaba maravillado por lo bien que estaba resultando todo. Los clubes se estaban encargando de muchas cosas, eso me quitaba trabajo de encima. Por otro lado, todo parecía encontrar lugar en mi vida. Octubre estaba resultando un buen mes.

Claro, hasta que pasó algo.

Todo empezó cuando mi alarma no sonó. Debía ser obra de mi mala suerte, pero cuando desperté faltaban 30 minutos para la hora de entrada. Me había quedado dormido. Así que rápidamente me levanté y atravesé la habitación hasta la cama de Evan, que dormía profundamente.

— ¡Evan, ya es tarde!— dije y empecé a moverlo.

Pero no despertó y yo no tenía tiempo. Me subí a su cama y empecé a saltar. Con el movimiento se despertó.

— ¿Qué?— dijo.
— ¡Muévete, vamos a llegar tarde!— le dije.
— ¿Eh? Pues a qué hora estamos...— miró el reloj—, ¡Ya es muy tarde!

Apresurados, buscamos nuestras cosas. Me puse el uniforme y salí a la cocina. Jill estaba ahí. Papá estaba tomando su café.

— Se supone que ustedes cocinarían— dijo él.
— ¡No hay tiempo para eso!— dije y tomé las llaves del auto que estaban sobre la mesa. Luego tomé a Jill de la mano.
— Pero...— dijo.
— ¡Tenemos que llegar a tiempo!— dije apresurado—, ¿Dónde está Evan?

Él iba bajando las escaleras.

— Ya estoy listo— dijo.
— Claro, supongo que irás a la escuela sin zapatos— dije.

Él miró sus pies. Sólo tenía puestos sus calcetines.

— ¡Los alcanzo en el auto!— dijo y subió las escaleras corriendo.

Salí de la casa. Abrí el auto, subí a Jill y entré. Evan no aparecía. Pensé en enviarle un mensaje hasta que recordé que él no tenía un teléfono. Odiaba eso, no podía saber en donde estaba. Después de un rato apareció.

— ¡Sube!— dije.

Lo hizo. Ambos nos sentamos atrás. Entonces le dije que debería tener un teléfono celular propio. Se negó pero le dije que no era algo que pudiera debatirse. Necesitaba uno así que por la tarde iríamos a comprarlo. No pareció gustarle la idea, nunca entendí qué tenía él contra la tecnología.

Llegamos. Nos despedimos de Jill. Corrimos a nuestro salón de clases. Justo a tiempo para la primera clase. Me sentí más aliviado. El resto de las clases fueron tranquilas, sólo lo típico: ruido, Evan y sus chistes ocasionales, Jason tratando de evitarme sin lograrlo y la profesora intentando mantenerse profesional con nosotros.

El receso llegó. Evan y yo éramos equipo para un trabajo de geografía. Era fácil, ya casi lo teníamos todo. Pero trabajábamos en él en los recesos, aunque no siempre se podía porque también teníamos que organizar la fiesta de halloween con los clubes. Que Evan fuera parte del club de teatro era muy conveniente.

— ¿Qué haremos hoy?— preguntó.
— Tratar de dominar el mundo— dije.
— ¿Además de eso?
— Pues podríamos terminar el proyecto de geografía— dije.
— O podríamos ir al jardín con los demás— dijo—, hace mucho que no vamos.
— Cierto, Jimi seguramente te extraña— dije.

Fuimos. Al parecer no nos esperaban, estaban sorprendidos por vernos. Nos sentamos en el pasto.
Evan empezó a hablar animadamente con Laura. Observé a Jason, que comía un sandwich. Miré a Jimi.

— Jimi, te extrañé— dije mientras lo abrazaba.
— Yo también— dijo—, hace más de una semana que no vienen por aquí.
— Estamos ocupados— dije.
— Hay demasiado qué hacer para el baile— dijo Laura—, aunque supongo que no hace daño tomarse un poco de tiempo libre.
— Queremos que salga perfecto— dije—. Pondré todo de mí en eso.
— Entonces quizá Jimi podría ayudarles— dijo Jason—, sería bueno para ustedes.
— Me encantaría— dije.

Miré a Evan. Parecía sorprendido.

— Sí, estaría bien— dijo—. Toda ayuda es bienvenida.
— Me gustaría pero también tengo cosas que hacer— dijo Jimi.
— Qué lástima— dije—. Pero llámame, siento que no he hablado contigo lo suficiente.
— Zac, deberíamos avanzar en el proyecto— dijo Evan.
— Lo sé— dije—. Vamos.

Nos despedimos. Me sorprendió que repentinamente él quisiera irse cuando sugirió lo de ir al jardín. Imaginé que era por Jimi. Aún no se sentía lo suficientemente confiado para hablar sobre sus problemas. Entendía eso.

Llegamos a la biblioteca. Buscamos unos libros. Nos sentamos.

— Jimi se veía bien— dije—. Pudiste quedarte un poco más con él.
— Es que... aún no. Quiero sentirme libre totalmente para poder hablar sobre nosotros. Pero sobre todo quiero poder expresar bien lo que pienso. En este momento no sé qué decir.
— Está bien pero espero que él no se tome a mal tus intentos por evadirlo.
— ¿Crees que lo estoy evadiendo?
— Eso parece— dije.
— No realmente, en verdad quiero terminar el proyecto— dijo—. Ya nos falta poco y me emociona ponerle fin.
— Pues entonces terminemos— dije.

Eso hicimos. Después regresamos a clases. Evan se sentaba adelante de mí (yo le había sugerido cambiar de lugar para poder ayudarlo), entonces en un tiempo que tuvimos se puso a hablar de cosas hasta que la conversación lo llevó a Jimi. En verdad quería verlo. Estaba seguro de eso.

— ¿Sabes qué es lo más extraño?— dije—, que de no ser por Jimi tú y yo no nos conoceríamos.

Lo pensó un poco.

— No exactamente— dijo—. Porque tal vez el año pasado nunca nos hubiéramos conocido pero este año sí. Recuerda que ambos quedamos en el mismo grupo.
— Cierto— dije—, seríamos compañeros.
— ¿Crees que seríamos amigos?— preguntó.
— Probablemente me caerías mal— dije—, generalmente odio a la gente que hace bromas en las clases para que otros se rían. Siento que perdemos tiempo.
— Hacer reír a los otros es divertido— dijo.
— Lo creo ahora pero antes no lo hacía— dije—. Posiblemente no nos agradaríamos. Tú pensarías que soy aburrido.
— Quizá al principio— dijo—. Pero sé que hubiéramos terminado siendo amigos. Es decir, por obra del destino el profesor nos emparejó para el proyecto de geografía. Entonces aunque no quisiéramos tendríamos que trabajar juntos.
— No había pensado en eso— dije—, quizá no conoceríamos a Jimi ni a los demás pero nosotros sí nos conoceríamos. Como yo no sería presidente, tendría mucho tiempo libre para lidiar contigo.
— ¿Piensas que Jimi tiene que ver con que seas presidente?
— Definitivamente— dije—. Porque fue gracias a él que empezamos a juntarnos en el jardín. Entonces empezaron a hablar de nosotros, lo que me dio oportunidad de dar el discurso en la cafetería que llamó la atención de la presidenta.
— Nos hubiéramos vuelto amigos entonces— dijo—. Lo sé. Además, aunque no coincidiéramos en la escuela de por sí nos conoceríamos porque Luz salía con George.
— Nos hubiéramos conocido en la boda— dije—, claro, siempre y cuando mi plan del campamento no hubiera fracazado.
— Estoy seguro de que hubiera salido igual— dijo—. Claro, gracias a ti y a mí porque no conoceríamos a Laura. Posiblemente Jason tampoco estaría con nosotros. Will quizá sí. Aunque no seríamos tan amigos de él.

Lo pensé. Conocía a Will gracias a Jimi. De no conocer a Jimi nunca me hubiera vuelto cercano a Will. Todo eso que estaba pasando no hubiera pasado nunca. Parecía maravilloso.

— Ahora que lo pienso— dijo Evan—, de no existir Jimi entonces me hubiera enamorado de ti.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora