88. El extraño (y preocupado) diario de Zac

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Seguí corriendo. En un pasillo me encontré con Jason.

— ¡Busca a Lucille!— le dije.

No tuve que decir nada más. Él salió corriendo. Yo llegué a mi destino. La enfermería estaba abierta. Todo estaba oscuro. A tientas, busqué el interruptor en la pared mientras trataba de no soltar a Jimi. Lo pulsé. Jimi seguía igual que antes. Habían personas a fuera que posiblemente me siguieron. Cerré la puerta. Acomodé a Jimi en la cama. Pero él no quería dejarme. Sujetaba mi ropa con fuerza. Tenía los ojos cerrados pero no dejaba de temblar.

— Jimi, está bien— le dije—, estás aquí, conmigo. Estás a salvo.
— No me dejes— dijo sin alejarse de mí.
— No lo haré— dije—, sólo dime qué pasó... ¿Estás bien?

No dijo nada. Lo miré. Su cabello estaba alborotado. Y su ropa estaba totalmente desacomodada, parecía como si se acabara de pelear con alguien.
Cuando esa idea llegó a mi mente, todo empezó a tener más sentido. Alguien le había hecho eso a Jimi. Pero sonaba ridículo. ¿Quién lastimaría a alguien como Jimi?

— Jimi— dije—, ¿Dónde está tu disfraz?

Él no respondía. Tenía que saberlo. Debía saber qué había pasado. Lo tomé de los hombros y lo alejé de mí. Se quejó porque no quería eso.

— Jimi, mírame— le exigí, tenía su cara muy mojada.

Me observó si dejar de sollozar. Se veía terrible.

— ¿Quién te hizo esto?— pregunté enojado—, ¿Dónde está tu disfraz?

Parecía estar en shock. Eso sólo me angustiaba más.

— Dime— le exigí.
— En... en el auto— dijo con su voz entre cortada por tanto llorar.
— ¿En el auto? ¿Qué auto?— dije.
— El auto... de... de...
— Jimi, por favor, dime de quién era el auto— dije.
— De... Derek...— dijo con un hilito de voz.
— ¿Derek?— dije—, ¿Ese Derek?

No dijo nada, sólo miró el suelo mientras se llevaba las manos al pecho.
Yo tenía mil preguntas en la cabeza. ¿Por qué su disfraz estaba en el auto de Derek? ¿Por qué estaba herido? ¿Por qué parecía estar muerto de miedo?

Entonces todas esas cosas se conectaron. Lo observé. Pude ver todo con claridad. Tenía raspones en las rodillas y la sangre venía de sus codos. Sus muñecas tenían marcas. Yo no era estúpido, reconocía esas marcas. Eran dedos, le habían sujetado los brazos. Su camiseta parecía haber sido jaloneada con violencia.

Habían tratado de quitarle la ropa. Por poco lo lograban. Pero parecía imposible. Sobre todo porque Derek era su amigo... Derek era nuestro amigo...

No supe qué hacer. ¿Qué iba a pasarle a Jimi? Me quedé paralizado del miedo. Sentía que me dolía el corazón. ¿Por qué habían tratado de hacerle algo malo a él? ¿Por qué a Jimi? ¿Por qué?

Mi corazón latía tan rápido que me dolía. Sólo pude quedarme viendo a Jimi con los ojos abiertos, tratando de mantenerme en pie. Procesando las cosas. Imaginando cosas. Viéndolo temblar.

— No— dije—, no a ti. A ti no. Esto no puede pasarte a ti.

Sentí que iba a desmayarme.
Deseé que eso pasara por un momento, para evitar ver todo. Pero no iba a abandonar a Jimi. No debía. Había jurado ser valiente por él. Me necesitaba.

Así que por primera vez en mi vida, aparté mis miedos. Lo abracé suavemente. Cerré los ojos y lo escuché sollozar. No quería imaginarme nada. Sólo quería protegerlo para que nada más lo hiriera.

La puerta se abrió de la nada. Me gire. La profesora y Jason entraron. Cerraron la puerta. Ella me observó incrédula.

— ¿Qué... qué pasó?— dijo.
— Jimi... necesita ayuda— dije.

Sólo eso pude decir. Ella se acercó inmediatamente. Jason debió notar que yo estaba al borde del colapso.

— Jimi, soy yo, Jason— le dijo.

Jimi se separó de mí.

— Todo está bien— le dijo—, estás a salvo.

A comparación conmigo, Jason desbordaba confianza y seguridad. Me alejé un poco. Jason abrazó a Jimi. Lucille lo examinó. Me observó y se veía en verdad aterrada.

— Zac, dime qué pasó— dijo.
— Yo... no lo sé— dije afligido, sentía que quería ponerme a llorar—, lo encontré en la calle cuando salí de la escuela...
— ¿Y su ropa?— preguntó.
— No la tenía— dije, me dolía decir eso—, él no traía nada y... creo que se la quitaron...
— ¿Qué?— dijo ella incrédula—, ¿Por qué le harían eso?

Entonces su cara cambió. Volvió su vista a Jimi, que seguía abrazando a Jason.

— No, no es cierto— dijo Lucille totalmente afligida—, Jimi, dime que no...

Pero Jimi no dijo nada, sólo siguió llorando.

— ¿Estás herido?— preguntó ella—, ¿Te duele algo?

Entendí que la profesora estaba tan conmocionada como yo. Traté de respirar profundo. Debía tranquilizarme. Estaba demasiado asustado y en otro momento me hubiera desmayado pero Jimi me necesitaba. No iba a dejarlo. Me quité el abrigo que era parte de mi disfraz. Se lo di a Jason. Él cubrió a Jimi con él.
Miré a la profesora. Debía fingir estar bien. Debía estar bien.

— Está herido en los codos— le dije—, debemos limpiar la herida. Tambien tiene raspones en otras partes y... moretones en... en...

Ella me miró. Como si de repente pudiera moverse y muy nerviosa, empezó a buscar medicinas en los estantes. Jason se había dedicado a repetirle a Jimi que estaba a salvo.
Yo por fin parecía poder funcionar con normalidad. Ya era dueño de mí mismo, al menos un poco. En el fondo seguía muerto de miedo.

— Jimi— le dije, traté de sonar bien—, ¿Dónde está Derek?

Jimi me miró. Jason y la profesora me observaron.

— ¿Derek?— dijo Jason sorprendido.
— ¿Quién es Derek?— preguntó la profesora.

Me tomó toda mi determinación y coraje poder seguir hablando.

— La persona que trató de abusar de Jimi— dije.

Jason y Lucille me observaron completamente sorprendidos.

— No, Derek es un amigo— dijo Jason.
— ¿Quién es Derek?— preguntó ella—, ¿Es un chico de esta escuela?
— No, él salió el año pasado— dijo Jason—, pero... él no lastimaría a Jimi...

Miramos a Jimi. Me acerqué a él. Jason se apartó un poco y lo observó.

— Jimi, sé que estás asustado pero nada va a lastimarte aquí— le dijo—. Debes ser valiente. Dinos qué pasó. Necesitamos saber quién te lastimó así. Debo saber qué te hicieron.

Jimi se llevó las manos a la cara. Se talló los ojos. Luego nos miró. Parecía haberse recuperado un poco.

— No...— dijo, con la voz chillona—... no me hizo nada... escapé del auto...
— ¿Quién es?— preguntó Lucille—, ¿Quién fue?
— ¿Fue Derek?— preguntó Jason.

Jimi asintió con la cabeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas otra vez.

— ¡Yo lo mato!— dijo Lucille enojada—, ¡Dime dónde está porque iré a matarlo!

Jimi no dijo nada, sólo siguió llorando.

— No es tiempo para eso— dijo Jason—, debemos ayudar a Jimi.
— ¡Debemos matar a ese desgraciado!— dijo ella encolerizada—, ¡Debe morir! ¿Por qué creé que puede ir y tratar de tener a alguien así?

La miré. Su furia paulatinamente se apagó hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas.

— ¿Por qué creyó que tiene el derecho de lastimar a alguien como Jimi?— dijo ella mientras se limpiaba las lágrimas.

Se llevó las manos a la cabeza. Se quitó la peluca. Luego se desató el cabello. Abrazó a Jimi. Los observé ahí, mientras se veían terribles.

Una parte de mí no lograba terminar de creer que Derek hubiera intentando algo así. Menos con Jimi. Pero después de un rato terminé de dudarlo.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora