135. El diario de Laura

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Pronto entraríamos a vacaciones de fin de año. Así que los exámenes, pruebas y proyectos estaban en su máximo apogeo. Esto no era ningún problema para nosotros excepto para Evan, que parecía zombie. Andaba deambulando por la escuela quedándose dormido en cualquier parte en donde el sueño lo sorprendiera. Pero gracias a Zac al parecer ese sería un buen semestre para él.

No para Zac, que su excelencia académica se vio afectada por todos esos días que faltó a clases. Por otro lado, quien alcanzó la excelencia con puras notas perfectas fue Jimi.

— ¡Jimi eres tan listo!— le dijo Evan en el receso en el jardín.
— No realmente— dijo él.
— Tengo sueño. Adiós— dijo Evan y acomodó su cabeza en las piernas de Jimi como si fuera una almohada.
— Pero es cierto— dije—. Por fin lograste sacar todo perfecto.
— Nunca lo había logrado— dijo él—. Siempre me quedaba cerca porque me iba mal en cualquier deporte o cosa que tuviera que ver con ejercitarse.
— ¿Entonces porqué esta vez te fue muy bien?— pregunté.
— ¿Recuerdas cuando me juntaba con Gigi y sus amigos?
— Sí, tu fase rebelde es inolvidable.
— Pues Gigi es alguien que habla mucho con los profesores. Por lo que yo también lo hacía y... creo que soy malo en deportes pero agradable con las personas cuando me esfuerzo. Lo sé, me siento como un estafador.
— Jimi, te mereces esas calificaciones— dije—. Siempre te las has merecido. Sólo que antes no solías ser tan sociable. Pero no creo que el profesor te haya regalado nada. Creo que vio que te esforzabas mucho y pensó que merecías la calificación.
— Además— agregó Jason—, una calificación no debería de representar qué tanto valemos. Los conocimiento son los que cuentan. Somos más que una nota.
— Las calificaciones sólo demuestran disciplina, responsabilidad y esfuerzo— dijo Zac—. Por eso para la escuela son importantes. Porque esas características son las que buscan en las personas las grandes empresas cuando quieren contratar a alguien.
— ¿Significa que la escuela nos está entrenando para ser trabajadores asalariados?— dije.
— Exactamente— dijo Zac.
— Qué estafa— dije.
— La escuela está mal— dijo Evan de repente—. No todos somos material corporativo. Al menos no yo.
— Se nota— dijo Zac.
— Pero tú ya trabajabas para una empresa— dije.
— Sí pero no iba a hacer eso toda mi vida— dijo él—. La vida tiene muchas posibilidades.

Miró a Jimi. Y él le sonrió. Sentí que mi corazón se derritió. Qué envidia.

— Tantas posibilidades— dijo Zac—, y en todas olvido entregar un proyecto.
— No deberías quejarte— le dijo Jason—, esa calificación no afectará tu promedio final. Seguirá tan perfecto como siempre.
— Error— dijo él—, la perfección no da lugar a cosas tontas como olvidar proyectos. Pero me merezco eso, estuve muy distraído estos meses.
— Todos lo estuvimos un poco— dijo Jason—. Pasaron muchas cosas.

Nos miramos. Era mejor no recordar eventos pasados.

— Hoy es el día libre de Will— dijo Jason—. Iré a visitarlo. ¿Quién viene?

Nadie dijo nada. Parecía incorrecto entusiasmarse por eso.

— Tengo que ir con Lucille— dijo Zac—. Los veo al rato.

Se levantó y se fue.

— ¡Yo voy!— dijo Evan feliz.
— Me siento mal por tener que ocultar mi entusiasmo— dijo Jimi—. Pero quiero ver a Will.

Era incómodo pero de alguna manera ya estábamos acostumbrados a eso.

Por la tarde, después de la escuela, viajamos para visitar a Will en su departamento. El clima estuvo bastante mal y hacía frío. Jimi se veía más esponjoso de lo normal porque su mamá lo obligó a llevar un abrigo enorme. Evan amaba al Jimi extra esponjoso.

Llegamos después de unas horas de viaje. Will se había pasado su día libre durmiendo. Estaba en pijama y bastante despeinado. Pero aún así nos recibió.

— ¡Este lugar es enorme!— dijo Evan mientras se daba vueltas en la habitación principal.
— Era el departamento de un alumno de Lou, mi amigo de la universidad— dijo Will—. Lo dejó porque supongo que no es fácil para un estudiante pagar un lugar tan grande. Pero ahora vive con Lou así que le fue bien.
— ¿Este era el departamento de Ben?— pregunté.

Will me observó.

— ¿Lo conoces?— me preguntó.
— El día en el que me infiltré con Madie a la universidad él nos ayudó también— dije—. Creo que olvidé mencionarlo, pero Madie me pasó su número de teléfono. Somos buenos amigos, él es un genio matemático.
— Qué bien— dijo Will—. Gracias a él conseguí este lugar. Y Madie se mudó al departamento de al lado cuando le dije que viviría aquí. Honestamente no sé cómo le hizo.
— Ella es atemorizante— dijo Evan—. Quizá amenazó a alguien para que le cediera su lugar.
— Madie no haría eso— dijo Will.
— ¿Dónde está ella?— pregunté.
— Tomó el turno de alguien más— dijo él—. Ella siempre hace eso.
— Debería descansar más— dije.
— El trabajo la ayuda a despejar su mente— dijo Jason.

Lo miré. Él en verdad parecía conocerla.

— Will, muéstranos tu departamento— dijo Evan que seguía dando vueltas.
— Vas a marearte si sigues haciendo eso— le dijo Jimi.
— ¡Ven, inténtalo, hay mucho espacio!— dijo Evan.

Tomó a Jimi de las manos mientras daba vueltas. Se fueron así por una habitación. Will los siguió.

Me quedé con Jason.

— Todo se siente bien pero mal— dije, más para mí que para él.
— No exactamente— dijo él—. Se siente a que las cosas encontraran su lugar pronto.
— Qué optimista— dije.
— Es lo único que podemos hacer.

Lo observé. En verdad parecía tranquilo. Era casi como si... estuviera planeando algo.

— Supongo— dije.

Will volvió con los demás. Me observó.

— Tu cabello se ve fatal— le dije—. Deberías peinarlo.
— Es mi día libre, no planeo salir— dijo él.

Me acerqué a él. Will se inclinó un poco. Toqué su cabello. Era en verdad alto. Peiné sus cabellos con mis dedos. Entonces miré a mi alrededor. Jimi seguía diciéndole a Evan que dejara de darse vueltas. Jason estaba mirándome. Cuando nuestros ojos se encontraron él desvío la mirada.
Había sido extraño porque por un momento me pareció que su mirada reflejaba un poco de tristeza. Así que dejé de peinar el cabello de Will.

¿Qué significaría eso? Quizá a Jason le ponía triste la situación de Will. Realmente no lo entendía.

— Tienes razón, mi cabello es un desastre— dijo Will cuando se acercó a un espejo que estaba pegado a la pared.
— No está tan mal— le dije—. Se puede arreglar.

Miré a Jason. Quizá él tenía razón al ser optimista. Todo podía solucionarse. No sabía cómo pero... debía existir una respuesta.

Al menos eso deseaba creer.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora