140. El diario de Laura

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Ahí estaba en medio de la noche, sentada en la cama de Jason mientras él me llevaba té.

— Hace mucho frío— le dije—, ¿Me prestas algo para cubrirme?
— ¿No prefieres meterte en mi cama?— dijo.
— Gracias, qué amable— dije.

Me levanté y me acomodé. Él me observó.

— Estaba siendo sarcástico— dijo—, pero está bien, supongo que ya no importa.
— ¿Qué tiene de malo?— dije—, de por sí vengo aquí siempre. Además, nadie lo sabe.
— Que nadie lo vea no significa que esté bien— dijo.
— Pareces enojado— dije—. Es porque tienes frío. Pero tranquilo, no soy tan mala como para quitarte tu cama. Puedes venir aquí también. Hará menos frío si estamos los dos juntos.

Nos observamos.

— Eso sonó terrible, ¿No?— dije.
— Bastante— dijo él.
— Qué bueno que no puedes demandarme.
— Por ahora— dijo.
— Por eso debo aprovechar.

Se sentó a mi lado.

— ¿Y bien?— dijo—, ¿Qué le pasa ahora a Will? Y más importante, ¿Por qué no es él quien me cuenta lo que le pasa?
— Porque es tonto y creé que puede arreglar todo solo. Pero no. Últimamente está muy deprimido y eso que había prometido que trataría de estar bien.
— Decir que haremos algo es más fácil que hacerlo— dijo él.
— Ya lo sé... pero odio verlo así.
— Madie dijo que últimamente pasa mucho tiempo con él.
— Sí y eso ayuda mucho pero...
— Will necesita tiempo— dijo él—. No se puede simplemente olvidarse de alguien tan fácilmente. Menos si como en su caso, le preocupa porque lo ha visto.

¿Eso era tan malo? Porque Will iba a ver a Zac en la fiesta de cumpleaños de Jason...

— Supongamos— dije—, que hipotéticamente por una buena razón Will tuviera que verse obligado a ver a Zac... ¿Tú lo aprobarías?

Me observó.

— Laura, dime que no tienes otro plan como el de halloween— dijo.

No dije nada, sólo lo observé con los ojos bien abiertos.

— ¿Y ahora qué?— preguntó enojado.
— ¡No es ningún plan, lo juro!— dije.
— ¿Entonces qué es?
— No puedo decirte— dije.
— Laura, estás en mi cama bebiendo mi té. Estás obligada a decirme.

Observé la taza.

— No es justo— dije enojada.
— Dime o voy a enojarme.
— Bien. Pero arruinarás la sorpresa— dije—. Will y yo estamos planeando tu fiesta de cumpleaños.
— Qué bien, gracias por eso— dijo—. Pasando a otro tema, naturalmente Zac no irá a esa fiesta.
— Sí irá— dije.
— ¿Por qué? ¿Quieres que él y Will mueran de un paro cardíaco?
— ¡No fue culpa mía! Fue idea de Will. Como haremos la fiesta en su casa, él quiere que vayan todos tus amigos. Zac es tu amigo.
— Sí pero no están listos para verse y lo sabes.
— Will dijo que podría manejarlo con madurez y lo propuso. Yo se lo dije a Zac y él estuvo de acuerdo. Ambos dicen que pueden manejar eso.
— Sí pero ambos también dicen que están bien pero sabemos que no es así.
— No quise meterme en eso— dije—. Pensé que quizá ya era el fin de este drama.
— Demasiado tarde para no querer formar parte de esto— me dijo él—. Pero creo que puedo solucionarlo. O al menos hacerlo más soportable para ellos.
— ¿A qué te refieres?
— ¿Cuántas personas van a ir a la fiesta?
—Nosotros y unos de tus amigos de la escuela— dije.
— Bien. La casa de Will es grande. Invita más personas.
— ¿Qué?— dije.
— Será como en la fiesta de halloween. Habrá tanta gente que con suerte ellos dos jamás se encontrarán. O estarán tan distraídos que no notarán la presencia del otro.
— Suena bien pero no sé a quién más debería invitar— dije.
— Invita a Gigi— dijo él—. Y dile que puede llevar con ella a algunas personas. Con eso será suficiente.
— ¿De verdad?
— Créeme, ella invitará a toda la escuela. No todos irán pero sí los suficientes. También trata de que tanto Will como Zac se mantengan en un sólo lado para que no corran el riesgo de verse.
— De acuerdo pero... ¿No sería mejor que se vieran? Ya sabes, para superar esto de una vez...
— No, todavía no— dijo él—, Lucille tiene un plan y es bueno. Esto podría arruinarlo.
— ¿Un plan? ¿Qué plan?
— Te contaré luego— dijo—. Cuando estemos seguros de que todo va bien.
— Pero yo quiero saberlo ahora— dije enojada.
— Laura, confía en mí. Todo saldrá bien. Pero necesito tu ayuda.

Lo observé. Parecía serio.

— Bien— dije—. Pero ojalá funcione.
— Lo hará. Lucille parece motivada. Además, Madie puede ayudarte a distraer a Will. Le pediré su ayuda. Seguramente va a aceptar.

Se alejó para buscar su teléfono. Lo observé.
Otra vez Madie. Siempre hablaba de Madie.

— Tú y ella son buenos amigos, ¿No?— dije.
— Claro— dijo él sin girarse—, como tú y yo.

Eso me enojó. ¿Madie era como yo? Ella no tenía mucho tiempo de que lo conocía. Yo era su vecina. Es más, yo estaba en su habitación y en su cama en ese instante, conspirando. Madie no hacía eso. ¿O sí?
Tenía ganas de preguntarle. Pero parecería una amiga celosa. No quería ser así. Jason podría tener todos los amigos que quisiera... aunque sinceramente no me gustaba.

— Perdón por la fiesta— dije—. Ya no será una sorpresa.
— Puedo fingir sorpresa— dijo él,  dejó su teléfono y se sentó en la cama.
— Pero ya no será lo mismo— dije.
— En realidad no importa— dijo él—. Simplemente la idea de que me quieran organizar una fiesta sorpresa ya me hace feliz.
— Pero yo quería ver tu cara cuando llegaras a la fiesta.
— Sería la misma cara pero más confundida— dijo—. Créeme, no quieres verme así.
— Pero sí quiero— dije.
— No. Tampoco planeo darte tantos privilegios. Hay un límite de lo que puedes obtener de mí—  dijo y se levantó.

Caminó a la ventana. Lo observé confundida.

— ¿A qué te refieres?— dije.
— A que ya has obtenido casi todo de mí. Deja que me quede con mi cara de sorpresa.
— ¿Te he quitado cosas?— dije asustada—, ¿Qué cosas? Porque si lo dices por la cama...
— No, no hablaba de eso— dijo entre sonrisas—. Pero tranquila, no tienes nada mío que yo no haya querido darte. Aunque me preocupa dar más de lo que tengo. Ojalá a todos les preocupara eso. Quizá ese es el problema de Will. Al final, dio más de lo que debía, tanto que se quedó sin nada. Aunque la última vez que lo vi parecía haber recuperado gran parte de lo que era suyo. Supongo que no era cierto. Muchas veces algunas cosas no son recuperan. Espero que Zac sepa que tiene algo que no es suyo. Espero que haga algo con eso.

Parecía muy serio.

— Toma, te devuelvo tu cama— dije—. Y tu taza de té.

Sonrió.

— No me refería a cosas materiales. Pero te agradezco que quieras regresarme mi cama, hace mucho frío hoy.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora