178. El diario de Jimi (en el jardín)

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Laura se recuperó a tiempo para poder volver a la casa de Zac y gritarle a las personas encargadas de acomodar el jardín. Lucille se había cansado de eso. Aunque era maestra, dar órdenes no se le daba tan bien como Laura. Por otro lado, Zac se veía muy estresado. Yo también lo estaba y no era para menos. Debía guardarle un secreto a Will. Y no era cualquier cosa.

Me sorprendió saber que en algún momento le gusté a Will. Pero no me molestaba. Me sentía agradecido porque era bueno saber que podía gustarle a personas tan amables y gentiles como Will. Admitía que era extraño porque en ningún momento le di razones a Will para tener esos sentimientos y nunca sospeché de él. Sin embargo él decía que lo que sentía cambió rápidamente. Él se enamoró de alguien más.

Alguien que no pudo corresponderle. Eso me molestaba. Quizá me sentía demasiado agradecido y hasta cierto punto mal por no poder corresponder sus sentimientos, pero en verdad quería poder hacer algo por él.
Porque sentía que merecía amor, mucho amor.

Había ido a la casa de Zac para visitar a Evan, pero como Madie estaba ahí, ambos empezaron a pelear por la comida. Así que salí al jardín que estaba siendo remodelado. Habían muchas personas de un lugar a otro. Una parte del lugar ya estaba terminada. Ahí estaba Zac. El día era espléndido, despejado y soleado. Pero Zac se veía mal y eso que estaba rodeado de flores hermosas. Me acerqué a él.

— ¿Te puedo acompañar?— le pregunté.

Él debió darse cuenta de mi existencia cuando le hablé. Me miró. Trató de aparentar normalidad.

— Claro— dijo.

Me senté a su lado en el cesped.

— El jardín es precioso— dije.
— Sí— dijo él.

No, ya no era tan bueno fingiendo estar bien.

— ¿Está todo bien?— le pregunté.
— Por supuesto— dijo y agitó mi cabello—. No debes preocuparte por nada, pequeño y adorable Jimi.
— Tú me preocupas. Te ves triste— dije.
— Estoy bien— dijo.
— Es mentira— dije.
— Claro que no.
— ¿Entonces porqué haces que una escena tan bella como esta se vea depresiva?— dije.
— ¡Perdóname por no ser tan bello como el jardín!— dijo enojado.
— ¡No me refería a eso!— dije.
— ¿Entonces?
— Te ves triste— dije—. Nadie debería verse tan triste con una boda a la vuelta de la esquina.

Él me observó.

— No estoy triste. Estoy preocupado— dijo—. No es lo mismo.
— Pero ambas cosas son malas— dije.
— Depende.
— Ambas te mantendrían despierto por las noches, ¿No?— dije.
— Jimi, a mí todo me mantiene despierto por las noches— dijo.
— ¿Y qué haces en ese tiempo?
— Leo filosofía alemana— dijo.
— ¿Por qué?
— Los alemanes son sabios.
— ¿Lo que lees te deprime?
— Un poco.
— ¡Pues deja de leerlo!— dije—, ¡La única buena razón por la que no deberías poder dormir es por felicidad!
— ¿La felicidad no te ha dejado dormir en la noche?
— Claro que sí— dije—. Porque sólo puedo desear que ya sea el día siguiente.
— No, nunca lo he sentido.
— Deberías enfocarte en otras cosas. Algo no estás haciendo bien— dije.
— Mejor debería enfocarme en ti— dijo—. Cuéntame algo, siento que hace mucho que no hablamos.

Lo pensé.

— Bueno... hay algo que me preocupa— dije.
— ¿Qué hizo Evan esta vez?— preguntó.
— Nada, de hecho se ha portado muy bien— dije—. Lo llevé cuando visité a mi abuelita ayer y todo salió perfecto.
— ¿Entonces qué te preocupa?
— Yo... creo que en algún momento de mi vida herí a alguien que me quería— dije, pensé en Will.
— ¿Cómo lo sabes? ¿Te lo dijo?— preguntó.
— No pero... creo que debió pasar. Ahora me siento mal por eso. Es decir, esa persona ya no me quiere ahora, no de la misma forma porque quiere a alguien más, pero...
— No deberías preocuparte si ya tiene a alguien nuevo— dijo.
— En realidad eso es lo que me molesta. Ese alguien nuevo lo rechazó. Es terrible porque... él es maravilloso.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora