102. El extraño diario de Zac

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Miré a Will hablar con Madie por la ventana. Lucille entró a verme. Me habló de cosas pero no le presté mucha atención. No podía dejar de ver a Will. Hasta que él y Laura se fueron. Madie se fue inmediatamente después. Me sentí más tranquilo pero no feliz. No quería que Will se fuera. Esa era su casa. Pero entendía que seguramente Jason había arreglado eso pensando que era lo mejor para todos.

Pero no se sentía mejor.

— Tengo una propuesta para ti— me dijo Lucille—. Acéptala.
— ¿Qué propuesta?— dije.
— No le diré a tus padres lo que has hecho pero a cambio me contarás lo que pasó entre Will y tú.

La observé perplejo.

— No, imposible— dije.
— Entonces disfruta tu castigo— dijo ella—. Porque seguro será malo. Exageraré con los hechos. Es más, diré que te estás volviendo un criminal y sugeriré que te metan a una escuela militar. Tus padres aceptarán mi consejo porque soy una profesional de la educación.
— No puedes hacer eso— dije.
— Lo haré si no me cuentas.
— No te diré nada— dije.
— Bien. La escuela militar te gustará. Mentira, vas a odiarla.
— ¡No puedes hacerme eso, soy tu sobrino!— dije enojado.
— No me importa— dijo ella—. Dime o sufre. No tienes más opciones.

La observé. Definitivamente no podía.

— ¿Por qué quieres saber?— pregunté.
— Porque acabo de ver lo que pasó cuando se encontraron— dijo ella—. Fue horrible. Como si no fueran amigos. Como si no se conocieran. ¿Viste a Will?

Miré el suelo.

— Lo vi— dije—. Me ignoró.

Ella se acercó a mí. Se sentó en el sofá, a mi lado.

— Te conozco— dijo ella—. No como quisiera, porque siempre me alejas. Pero sí conozco a Will. Mejor de lo que él piensa. Pasé años junto a él. Cuando todos nos distanciamos, Will y yo seguimos en contacto. Fuimos los únicos. Así que creo que lo conozco, lo suficiente como para saber que no te estaba ignorando.

La miré sorprendido.

— ¿Entonces porqué no me miró ni una vez?— dije.
— Porque estaba ocupado haciendo otra cosa— dijo ella.
— ¿Qué?— pregunté.
— Trataba de no llorar.

La observé completamente sorprendido.

— No es cierto— dije, aún sorprendido por lo que acababa de escuchar.
— Lo es— dijo ella—. Así que quiero saber qué pasó. Necesito que me digas porqué Will tiene que usar todas sus fuerzas para no llorar cuando te ve. También tú. Dime porqué ver a Will te debilita tanto que no puedes siquiera mantenerte en pie. Porque no puedes mentirme, estás así por Will.

No supe qué decir. Ella nos había descubierto.

— No sé de qué hablas— dije—. Estoy preocupado por Jimi.
— Pero él está bien— dijo ella—. Tú eres el que está aquí, con una mueca de sufrimiento terrible.

No dije nada. Me quedé en silencio, mirando mis zapatos.

— Zac, confía en mí— dijo ella—. Sé que es difícil hacer eso. Pero no quiero que vivas de esta forma, lejos de alguien con quien quieres estar. Yo lo hice mucho tiempo y daría lo que fuera por poder recuperar esos años perdidos. No quiero que te pase a ti. Tú me ayudaste aún cuando yo no quería, aún cuando me di por vencida. Deja que te ayude porque parece que te diste por vencido y... nunca serás feliz así.

Sentía un nudo en la garganta.

Jason entró.

— ¿Podrías llevarnos a casa?— le preguntó Jason a Lucille.
— Sí, vamos— dijo ella.

Yo estaba muy confundido. Todo daba vueltas. Estaba ahí y al mismo tiempo me sentía atrapado en mi mente. La profesora dejó a Evan, Jason y Jimi en casa de éste último. Al parecer quería hablar con ellos. Sólo quedé yo. Lucille no trató de hacerme hablar. Se quedó en silencio.

Llegamos. Jill estaba ahí. No parecía preocupada.

— Zac, me preocupa que faltes a la escuela— dijo ella—. Aunque Lucille dijo que fue porque querías estar con Jimi. ¿Cómo está él? ¿Se encuentra mejor?

Miré a la profesora. ¿No le había dicho a Jill que huí de ahí para vengarme? Posiblemente ella tampoco sabía lo de Jimi.

— Está bien gracias a que sus amigos estuvieron con él— dijo Lucille—. Además lo que le pasó sólo fue una pequeña caída. Estará bien.
— Me alegro— dijo Jill—. Por otro lado, Zac, visitaremos al médico mañana.
— ¿Qué?— dije nervioso.
— Tu padre ya lo ha decidido— dijo ella.

La seguí adentro. Lucille también nos siguió.

— ¡No quiero ir, ya estoy bien!— dije nervioso.
— Dile eso a tu padre— dijo ella.
— ¡No pueden obligarme a ir!— dije.
— Sí, tú padre sí puede— dijo ella.

No sabía siquiera qué debía decir.

— Está bien— dijo Lucille—. Pueden llevarte con Madie. Seguro estará feliz por verte.
— Esa es una buena idea— dijo Jill.

Miré a Lucille. ¿Por qué seguía apoyándome?

— Le diré a tu padre— dijo Jill.

Tomó su teléfono.

— Yo tengo que irme— dijo Lucille—. Debo volver a mis clases. Vendré luego.
— Buen viaje— dijo Jill.

Lucille salió. La seguí hasta su auto.

— Pensé que ibas a acusarme— dije.
— No, no lo haré— dijo.
— ¿Por qué?
— Porque ya tienes muchos problemas como para que consigas más— dijo ella—. Y porque eres mi sobrino. También eres amigo de Evan. Y de Will.

La observé. Me sentí triste.

— Ya no somos amigos— dije.
— Yo creo que sí— dijo ella—. De otra forma no les dolería tanto verse.
— No es por eso.
— Entonces dime— dijo ella—. No tienes que contarme ahora si no quieres. Pero un día, cuando sientas que ya estás listo. Te escucharé. Quizá no pueda ayudarte pero al menos puedo estar ahí para ti. Confía en mí.

Miré el suelo.

— Tranquilo— dijo—. Todo mejorará pronto.
— ¿Cómo lo sabes?— pregunté.
— Lo presiento— dijo.
— Yo no.
— Lo sé. Quizá deberías empezar por cambiar algunas cosas.
— ¿Qué cosas?— dije.
— Tu mirada— dijo ella.

Entonces llevó su mano a mi mentón y con un rápido ademán levantó mi rostro hacia arriba.

— El cielo está muy azul hoy— dijo ella—. Deberías mirarlo más a menudo. Es mejor que ver el suelo. ¿No sientes ahora que todo se pondrá mejor pronto?

Observé el cielo. Sentí que el color azul inundó mis ojos.

— Un poco— dije.
— Las pequeñas cosas también cuentan— dijo ella—. De hecho es ahí en donde está lo que en verdad importa. En los detalles. Los cambios por muy chiquitos que sean determinan todo.
— ¿Qué significa eso?— dije.
— Que quizá pasaste por alto algún pequeño detalle mientras estabas con Will, antes de tener problemas— dijo ella—. Quizá ahí está alguna respuesta. No te vendría mal repasar algunos recuerdos.

Subió al auto de George. Sonrió. La observé irse.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora