17. El diario de Jimi

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No sabíamos qué pensar pero confiábamos en Jason y eso debía bastar por el momento.
Al parecer, Zac odiaba las fiestas de cumpleaños. Eso facilitaba las cosas porque no debíamos dividirnos en dos fiestas. Además, Jill no estaba segura de si Zac quería que lo visitaran o no.

Según ella, Zac se había enfermado y su estado era muy malo. Para agravar las cosas, también tuvo el problema con Will (parece que fue casi al mismo tiempo pero fueron eventos separados), por lo que seguramente debía estarla pasando muy mal. Eso explicaba porqué Zac se había aislado un tiempo. No sabíamos si su enfermedad había sido contagiosa porque Jill no quiso explicar nada más al respecto. Pero queríamos estar con él.

— ¿Qué hay de Will?— preguntó Alex.
— Podríamos hacerle una fiesta sorpresa por la noche— dijo Laura—. Will ama las sorpresas.
— Y por el día podríamos ir con Zac— dijo Evan.
— Me parece bien— dijo Jill—, siempre y cuando él quiera.
— Yo me encargo de eso— dijo Jason.

Después de revisar los por menores de la fiesta de Will (en donde Laura y Alex parecían muy emocionados), nos fuimos.

Miré a Evan. No, no parecía muy convencido. Algo le molestaba sobre ese asunto.

— ¿Estás bien?— le pregunté.
— ¿Eh?— dijo, me observó.

Seguimos caminando.

— Sé que Jason nos explicó qué pasa pero... creo que no logró convencerte— le dije.
— Es que no dijo qué pasó— dijo él—. Si supiera la situación podría hacer que Zac y Will sean amigos otra vez. Ellos deben estar con nosotros, juntos.
— ¿Y si ya no se puede hacer eso?— pregunté.
— Claro que sí— dijo Evan—. Somos amigos.
— Sí pero... quizá no podamos estar juntos como antes otra vez. Nada es para siempre.
— ¿Qué significa eso?— me preguntó—, ¿Acaso piensas que no podemos ser amigos por siempre?
— Estadísticamente es difícil— dije—. Me gustaría que Zac y Will solucionen lo que tienen pero... también entiendo que las cosas cambian. Las relaciones lo hacen.
— No debería ser así— dijo—. No me gusta. Me gustaba lo que teníamos. No sé qué pasó pero a este paso... nos alejaremos... y estaremos solos.

Sonó muy nostálgico al decir eso último.

— ¿Qué significa eso?— pregunté.
— Que volveremos a estar como al principio. Solos.
— No somos las mismas personas que éramos antes— dije—. Aún si quedáramos solos no haríamos lo mismo. Al menos no yo.

Me observó.

— Tienes razón— dijo—. Además, tú estarías conmigo aún cuando todos se pelearan entre ellos como Zac y Will, ¿No?

Me observó. Lo observé. Sonreí.

— Sabes que sí— dije.

Me regresó la sonrisa. Seguimos caminando. Llegamos a mi casa. Evan saludó a mis padres. Mi papá empezó una charla pasivo-agresiva con Evan pero él no entendió de qué le hablaban. Luego se fue, tenía trabajo.

Yo me quedé pensando en la conversación que tuvimos. Después de repasar mucho en mi mente sus palabras llegué a la conclusión de que casi parecía que Evan le temía a la posibilidad de quedarse solo... y eso era terrible.
Por la tarde, y después de dudarlo mucho, le envié un mensaje a Will preguntando por el número de teléfono de la profesora. Él me lo dio. La llamé.

— Soy Jimi— dije cuando ella preguntó quién era.
— Hola— dijo—, ¿Buscas a George?
— No, en realidad me gustaría hablar con usted— dije.
— Conmigo— dijo ella—, háblame de tú, somos casi primos. Y... ¿En qué puedo ayudarte?
— Eh... es sobre Evan— dije—. Sé que no estoy en condiciones de preguntar nada de él sin su permiso pero... hay cosas que me gustaría saber.
— Sabía que llegaría este día— dijo ella—. De hecho, lo esperaba con ansias. Hay mucho que quiero contarte. ¿Sabes porqué?
— ¿Por qué?— pregunté.
— Porque necesito que me ayudes.
— ¿A qué?
— A convencer a Evan— dijo ella—. Él necesita volver a casa.

Me quedé boquiabierto con el teléfono pegado a la cara.

— ¿Qué?— pregunté asombrado.
— Antes que nada, hay mucho que debemos hacer. Tú debes conocer a tres importantes personas.
— Bien— dije—, quiero hacer eso. Necesito respuestas.
— Lo haremos el fin de semana. Pasando el cumpleaños de Will.

Me comían los nervios pero acepté sus condiciones. Tenía mil preguntas pero debía ser paciente. Sólo debía esperar a que pasara el cumpleaños de Zac y Will.

Esa noche no pude dormir. Las dudas me mataban y no podía dejar de armar conjeturas. Sabía que Evan no quería hablar de sus padres. No quería verlos. Pero la profesora quería que él volviera a casa. ¿Qué significaba eso? ¿Por qué él no quería volver?

Todo era muy frustrante. Además, también me sentía culpable. Evan no quería que yo supiera nada. Además, él iba a contarme algún día. Estaba mal tratar de averiguar cosas a sus espaldas. Pero la profesora quería contarme. ¿Estaría haciendo mal al confiar en que ella sabía lo que hacía?

Al día siguiente, me desperté con cansancio. Debí quedarme dormido en algún punto de la noche, con todos esos problemas en la cabeza.

Laura, muy temprano, me envió muchos mensajes. Al parecer, había organizado algo. La llamé.

— ¡Iremos a la playa!— dijo ella feliz.
— ¿Qué?— dije asombrado.
— La profesora nos llevará a la playa. Llevaremos a Zac a la playa. No fue fácil convencerlo, pero accedió al final.
— ¡Es genial!— dije.
— Será divertido. Nada es mejor que una fiesta de cumpleaños en la playa. Así que alista tus cosas.

Eso me terminó de despertar. Iría a la playa.
Bajé rápidamente las escaleras en pijama para avisarle a mi mamá.

— Parece divertido— dijo ella.
— Parece peligroso— dijo mi papá.
— No había pensado en eso— dije.
— ¡Pues deberías!— dijo él.
— Estará bien— le dijo mi mamá—. Todos los demás estarán ahí.
— Evan estará ahí— dijo papá.
— Por eso— dije—. Estaré bien.
— Me alegro por ti— dijo mamá—. Y a Zac le gustará su regalo. Has trabajado en él todas las vacaciones. Seguro le gustará.

Pensé en su regalo. También imaginé si le gustará o no. Conociendo a Zac probablemente diría que le gusta pero... las cosas habían cambiado y ya no estaba seguro de eso.

De repente ya nada parecía apropiado.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora