131. El diario de Laura

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Corrí hasta el estacionamiento. Al mismo tiempo le marcaba al número de teléfono de Lucille. Su auto estaba ya afuera de la escuela. La puerta aún estaba abierta. Traté de salir pero el guardia no me dejó. Lucille se bajó del auto y me observó pelear con el guardia. Le gritó que me dejara salir. Corrí hacia ella.

— ¿Qué haces aquí?— me preguntó ella confundida.

La puerta de su auto se abrió. Alex salió y corrió a abrazarme. Lo abracé también. Miré a Lucille.
Ella suspiró.

— Suban al auto— dijo ella.

Eso hicimos. Alex no dijo mucho. Se veía mal. Pálido y con ojeras. No traía sus anteojos. Estaba envuelto en un abrigo grande. Se veía terrible.

El auto arrancó. Lucille tenía las manos y la mirada en el volante pero parecía nerviosa mientras conducía por las calles.

— Estoy muy enojada— dijo Lucille—, el director no ha parado de tratar de contactarme y no sé qué decirle. Estoy en problemas, dejé que alguien que no es un alumno entrara. De haber sabido que sólo irías a buscar problemas te hubiera dejado afuera— se dirigió ella a Alex.
— Era alumno de esa escuela— dijo él.
— El ciclo escolar pasado— dijo ella—, cosa que fue posible porque yo hice todo lo que pude para que te aceptaran aquí. ¿Qué voy a decirle ahora?
— Cúlpame a mí— dijo Alex—. Ya no importa qué pase conmigo.
— No me sorprende escucharte decir eso— dijo ella—. Es obvio que estás loco. Pero esta vez no voy a cubrirte.
— ¿Vas a acusarme con mis padres?— dijo Alex—. Adelante, a ellos no le importa lo que pase conmigo.
— Ya lo sé y sería tonta si hiciera eso. Voy a acusarte con Will.
— ¿Qué? ¡No, él no debe saber lo que pasó! ¡Laura, ayúdame!— me dijo.
— No creo que sea apropiado que Will se preocupe por esto— le dije a Lucille.
— Buen intento pero le diré de todos modos— dijo ella—. Sé que él no quiere hablar sobre Zac por lo que pasó entre ellos, pero no puedo callar esto.
— ¿Lo sabes?— le pregunté a ella.

Miré a Alex.

— Creo que en medio de mi crisis pude decir algunas cosas— dijo él.
— No, ya lo sabía— le dijo ella enojada—. Estaba trabajando en ese asunto con Zac, pero no importa porque tú ya lo arruinaste todo.
— ¿Zac te contó?— le pregunté a ella.
— Él la está pasando muy mal por eso también— dijo ella.
— No lo parecía— dijo Alex.
— Tú no sabes nada— le dijo ella.
— Sé lo que Madie me dijo— se defendió él.
— Madie puede decir muchas cosas estando ebria— dijo ella.
— Sí pero esta vez fue diferente— dijo Alex—. Ella siempre está bien pero no lo estaba esa vez. Le preocupaba Will. Y yo ni siquiera sabía lo que había pasado porque nadie me dijo.
— Quizá porque sabían que actuarías como un psicópata— dijo Lucille enojada, incluso estaba empezando a conducir más rápido.
— ¿Cómo no iba a hacerlo? Él lastimó a Will— dijo Alex.
— No intencionalmente— dije—. Zac no es así.
— Eso ya no lo sé— dijo Alex—. Creí que lo conocía pero estaba equivocado. Así que no me culpen por tratar de solucionar las cosas.
— ¡Sólo las empeoraste más!— le dijo Lucille muy enojada—, ¿Qué creías que iba a pasar luego de que le gritaras eso a Zac? ¿Él iba a correr a los brazos de Will? ¿Porqué eres tan idiota?
— Porque estoy en recuperación, deberías ser más comprensiva— dijo él.
— La gente que está recuperándose de una caída no va a gritarle cosas a otras personas. Y por si lo habías olvidado, no te pasó gran cosa gracias a que Zac pudo reaccionar rápidamente y te salvó— dijo ella.
— ¿Y ahora le debo la vida?— dijo Alex—, ¡Pues qué mal porque nunca le dije que me salvara!
— ¡Alex, deja de comportarte como un niño!— le gritó ella.
— ¿Por qué yo soy el infantil aquí?— dijo Alex—, Zac es el que simplemente se alejó de Will sólo porque mi hermano le dijo sus sentimientos.
— Es más complejo que eso— dije.
— ¡Claro que no, lo que pasa es que ustedes están de parte de Zac aún cuando él lastimó a Will!— dijo Alex furioso.
— Eso no es cierto— dije.
— Will es mi amigo y Zac mi sobrino, no estoy de parte de nadie— dijo Lucille.
— ¡Pues deberían! ¡Deberían apoyar a Will!— dijo él.
— ¡Alex, ya me tienes harta!— dijo ella.

De un movimiento, estacionó su auto a la orilla de la calle. Fue tan repentino que casi me infarto.

La observamos.

— Vuelves a decir otra cosa y voy a atarte— le dijo ella a él.
— Los profesores no pueden hacer eso porque los despedirían— dijo Alex.
— No soy tu profesora— dijo ella—. Tú no eres mi alumno. Eres el vándalo que entró al lugar donde trabajo a causar problemas.
— Tenía que darle a Zac lo que se merecía— dijo Alex.
— ¡Ya fue suficiente!— dijo ella enojada mientras salía del auto.
— ¡No, espera!— le dije.

Pero fue imposible. George podía ser la persona más débil del mundo pero ella no lo era. Traté de detenerla pero no lo logré. Empecé a sentir lástima por George si un día la hacía enojar.

El auto otra vez empezó a andar por las calles. Yo estaba sentada en el asiento trasero, en silencio. A mi lado, Alex con las manos atadas y con un pañuelo cubriendo su boca, miraba a Lucille como si pudiera disparar rayos láser con sus ojos.

Llegamos al hospital. Ella salió. Habló por teléfono un rato.

— Lo siento— le dije a Alex.

Él hacía muchos ruidos.

— No puedo desatarte o ella me ataría a mí— le dije.

Él hizo más ruidos.

— No, se va a dar cuenta...

Lucille entró. Me observó.

— Es muy persuasivo— le dije.
— Lo sé y eso que no puede hablar— dijo ella.

Will apareció después de un rato. Parecía cansado por tanto correr. Madie venía detrás de él. Se acercaron al auto.

— Todo tuyo— le dijo Lucille.

Will nos observó.

— Hola— dije tratando de fingir que todo estaba bien.
— ¿Por qué parece que lo secuestraste?— dijo Madie.
— Porque irrumpió en mi escuela y agredió a un estudiante— se defendió Lucille—. Además hablaba mucho y era molesto.
— Eso explica el pañuelo en la boca— dije.

Will lo observó sorprendido.

— ¿A quién atacó?— preguntó Madie divertida.

Entendí que ellos no sabían nada más además de que debían ir por Alex.

— A Zac— dijo Lucille muy seria y enojada.

Will y Madie parecían sorprendidos.

— ¿Qué?— dijo Will incrédulo.

Madie se apresuró a quitarle a Alex le pañuelo de la boca.

— ¿Cuando caíste de ese edificio se murieron todas tus neuronas o qué?— le dijo ella enojada.
— Bastantes, sí— dijo Alex—. Pero tenía que hacer que ese sujeto pagara, no es justo lo que le hizo a Will.
— ¿Cómo demonios sabes eso?— le preguntó Madie muy enojada.
— Tú me dijiste— le dijo él—. Cuando estabas ebria en el departamento de Will.
— ¿Yo?— dijo Madie.
— Acéptalo Madie, das asco como alcohólica— le dijo Lucille.
— ¿Qué más dije?— preguntó Madie.
— ¡No importa eso ahora!— dijo Lucille.

Siguieron echándose la culpa entre ellos. Yo observé a Will, que no decía nada. Estaba en algún lugar de su mente, perdido. Hasta que regresó y por fin habló.

— No te pedí que hicieras algo así— le dijo a Alex.
— ¡Pero no era justo!— dijo Alex.
— Eso no depende de ti. Estoy muy decepcionado— dijo Will antes de irse.

Lo miramos. Los ojos de Alex se llenaron de lágrimas.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora