28. El diario de Jimi

131 32 4
                                    

Estaba nervioso. Laura se veía tranquila. Jason aún más tranquilo.
Estábamos en el auto de la profesora, con rumbo a la casa de los padres de Evan. George no estaba porque al parecer sus vacaciones terminaron. Pero me alegraba ver que Jason estaba ahí.

— Les va a gustar la zona— nos dijo la profesora—, es adorable.
— Ya quiero llegar— dijo Laura.

Yo no, pensé.

— Tranquilos— nos dijo ella—, ellos saben que vamos.
— ¿Saben?— dije.
— Sí— dijo ella—. De otra forma no los llevaría.

Ese no era mi problema. Lo que me preocupaba era que yo salía con Evan. No quería mentir diciendo que era otro de sus amigos. Entendía que dar esa noticia era cuestión de Evan pero no me gustaba mentir. Además, no sabía si a ellos les agradaría eso. Quizá me odiarían.

— Ellos saben sobre ti— dijo la profesora, como si me leyera la mente—, no tienes que preocuparte.
— ¿Qué tanto saben?— dije.
— Que tienes una relación con Evan. Pensé que era justo que lo supieran. Por eso quiero que los conozcas. Eres importante para Evan así que por ende eres importante para ellos.

Esa lógica no me gustaba.

— ¿Dijeron algo?— dije.
— ¿Qué podrían decir?— dijo ella.
— No lo sé, tal vez se molestaron por eso porque... Evan y yo...
— A ellos no les importa que ambos sean chicos— dijo ella, yo sentí un enorme alivio—. Relájate.
— Entonces esto será fácil— dijo Laura.
— Aún así me siento nervioso— dije.
— No tienes por qué— dijo la profesora—. Te van a adorar.

Eso no me hacía sentir diferente pero debía ser valiente.

Entramos a una zona llena de árboles. Habían enormes casas por ahí. Laura parecía maravillada. Después de un rato, nos desviamos por un sendero. Luego de unos metros, se alzaba una enorme casa de paredes blancas y grandes jardines.

— Aquí es— dijo ella.
— ¿Aquí?— dijo Laura—, ¿En esta casa?
— Sí— dijo la profesora.

El auto se acercó. Había una cerca enorme. Ella salió y caminó hasta lo que parecía ser un intercomunicador. Nosotros nos quedamos en el auto. Ella volvió. Se subió. La cerca se abrió automáticamente. Entramos. Yo estaba muy nervioso.

Ella dejó el auto en la entrada.

— Vamos afuera, chicos— dijo.

Salimos. Apareció un hombre. Ella lo saludó y le dió las llaves de su auto. Entonces el hombre se subió al auto y se lo llevó.
Nos acercamos a las puertas enormes y bellamente talladas.

Ella las abrió como si se tratara de su casa. Entró. La seguimos.

— ¡Qué hermosa casa!— dijo Laura—, ¡Se parece a las que aparecen en las películas!
— Una vez grabaron una película aquí— dijo la profesora.
— ¿En serio?— preguntó Laura.

Entonces, en las escaleras, apareció una mujer. Se apresuró a bajar.

— Lucille— dijo ella mientras se acercaba a abrazarla.

La observé. Era una mujer de aspecto elegante, de cabello corto, de mediana edad, de cabello y ojos castaños. Parecía amable.

— Ellos son Laura, Jason y Jimi— dijo la profesora.
— Un placer conocerlos— dijo ella, su voz era muy melodiosa—. Soy Virginia.
— El placer es nuestro— dijo Laura.
— Síganme— dijo ella—, los llevaré a un lugar más cómodo.

Sí, era más cómodo. Había un sofá enorme, muchos libros en un estante y muchas pinturas de apariencia costosa en las paredes.

— Traeré un poco de té— dijo ella.

Se fue.

— Esta casa es muy elegante— dijo Laura—. ¿Vieron al hombre que se llevó el auto? Parecía elegante.
— Es increíble que no estés nerviosa— le dijo Jason.
— Es que esto es sorprendente— dijo ella.
— Yo sí estoy nervioso— dije.
— Todo saldrá bien— me dijo la profesora.

La mujer entró rápidamente.

— En un momento traerán el té— dijo ella.

Se sentó en un sofá al lado de donde estábamos nosotros. Después quedamos en silencio. Fueron unos segundos, pero fue un silencio muy incómodo que hizo que deseara desaparecer.

— ¿Robert no está?— dijo la profesora.
— No, pero estará aquí pronto— dijo ella.

La observé y ella me observó a mí. Nuestros ojos se encontraron.

— Entonces— dijo ella—, ustedes son amigos de Evan.
— Nosotros dos— dijo Laura—. Nos conocimos en la escuela.
— Es la primera vez que conozco amigos de Evan— dijo ella—. Me alegra ver que tiene amigos.

¿Primera vez?, me pregunté.

— Evan es genial— dijo Laura—. Es un muy buen amigo.
— ¿Es tu compañero en la escuela?— le preguntó ella.
— No, yo soy compañera de Jimi— dijo Laura—. Gracias a él conocí a Evan.

Ella me observó.
A quién quería engañar, me daba miedo estar ahí.

— Me han hablado mucho de ti— me dijo ella—. Me alegra poder conocerte al fin.

No dije nada. Por un momento no me salían las palabras. Sólo asentí brevemente. Los nervios me estaban matando.

Nuevamente otro silencio incómodo. Ella se levantó y dijo que iría a ver si el té estaba listo. La vimos irse.

— Esto es difícil— dijo Laura.
— Te veías muy cómoda— le dijo Jason.
— Soy buena actriz. Pero en el fondo tenía tanto miedo como se ve que tiene Jimi.
— No sé qué decir— dije.
— Sé que es intimidante pero son buenas personas— dijo la profesora.

Ella regresó. Se sentó. Seguía sonriendo pero parecía tan incómoda como nosotros.

— ¿Evan está bien?— preguntó.
— Sí— dijo la profesora—, bastante bien.

Entonces yo empecé a pensar el porqué ella no lo sabía.

— Me alegra saber eso— dijo ella—, hace mucho que no lo veo...
— ¿Por qué?— dije al fin.

Nos miramos.

— A él— dijo ella, parecía que estaba buscando qué decir—... nosotros no... es decir...

Ella se detuvo. Lo pensó un poco.

— Yo— dijo al fin— soy la madre adoptiva de Evan.

¿Adoptiva? ¿Qué?

— ¿Qué significa eso?— dije—, ¿Evan es adoptado?
— Debí imaginarlo— dijo Laura.

Observamos a Jason.

— Admito que lo sospechaba— dijo al fin.
— ¡Sabía que tú sabías!— le dijo Laura.
— Tengo muchas preguntas— dije.
— Yo también— dijo ella.
— Es una larga historia— dijo la profesora—, si me permiten, trataré de ser breve.

Entonces ella empezó a hablar. De vez en cuando la interrumpimos para preguntar alguna cosa. La mujer escuchó en silencio. Llegó el té pero seguimos inmersos en la historia de la profesora.

Cuando terminó de contar todo yo al fin pude entender porqué era tan difícil para Evan. Me sentí tonto por obligarlo a decir algo que no quería pero ya sabía qué debía hacer.

Antes que nada, Evan necesitaba un abrazo.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora