161. El diario de Laura

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Me encontré a Lucille y a George.

— Hola— dijo George mientras abrazaba a Lucille.
— ¿Han visto a Will?— pregunté.
— No— dijo George.
— ¿Y a Zac?— dije.
— Peleamos— dijo ella—. Soy tan estúpida. ¿Por qué siempre peleo con él? Debo ser la peor tía del mundo.
— Tranquila, seguro hay otras peores— dijo George.

Ella lo observó enojada.

— ¿Zac se fue a casa?— pregunté.
— Supongo— dijo ella—. Posiblemente es lo mejor que pudo hacer.

Me giré. Si Zac se había ido entonces estaría bien. Sólo debía buscar a Will para darle la noticia de que ya no tenía qué temer.
En el lugar en donde estaba con Madie no había nadie. Me pareció extraño.

Recorrí pasillos y empujé gente para llegar a distintas habitaciones. Pero no estaba. Busqué incluso en el baño. No lo encontré a él pero sí a Madie. Se veía terrible.

— ¿Qué te pasó?— pregunté.
— Bebí de más— dijo ella—. Ahora siento ganas de vomitar. Y de dormir. Posiblemente haga ambas cosas, aquí hay una bañera que se ve cómoda.
— ¿Y Will?

Ella me observó.

— Se fue. Muy rápido. Estaba bailando conmigo pero lo perdí de vista. Cuando lo vi ya se iba— dijo ella.
— ¿Sabes porqué?
— No lo sé, no dijo nada— dijo ella.

Me fui. Ella volvió a encerrarse en el baño. En ningún momento me preocupé por Madie. Ella siempre hacía cosas raras como esa, estaría bien. Además, ahí encerrada no podría aterrorizar a la ciudad.

Se me ocurrió buscarlo en su habitación. Aunque seguramente no sería un lugar cómodo. Will se había llevado casi todas sus cosas a su nuevo departamento. En esa casa ya no había nada. Sólo muebles cubiertos con sábanas blancas. Y muchos recuerdos. Ambas cosas no le hacían bien a Will. Debía encontrarlo rápidamente.

Entré sin tocar. Estaba oscuro. Encendí la luz. Había mucho desorden. Y ahí, en una esquina sentado mientras abrazaba sus piernas, estaba Will.
Me acerqué.

— ¿Estás bien?— dije asustada—, ¿Te pasó algo?

Levantó la cabeza. Me observó. Reconocía esa cara. Tenía la nariz roja y los ojos un poco inflamados.

— ¡Oh no!— dije—, ¡Te encontraste con él!

No dijo nada, sólo me observó. Me dejé caer al suelo de rodillas y me acerqué a él. Lo abracé. Me abrazó.
No lo podía creer. Me había parecido que era imposible que se encontraran pero... el destino siempre hacía de las suyas.

— No debí dejarte— dije—. No volveré a hacerlo. No sé qué me pasó.
— Te fallé— susurró—. Dije que estaba listo pero no es cierto.
— No te preocupes, está bien que aún sea difícil.
— No, no está bien. Se suponía que había arreglado todo. Se suponía que me conocía bien y que todo tenía lógica ahora pero...
— El corazón no tiene lógica— dije.

Se separó de mí. Me observó. Lo miré.

— Ojalá tuviera lógica— dijo él—. Ojalá mi corazón pudiera entender. Pero no, aún cuando la razón dice que es imposible. No importa cuántas veces me repita a mí mismo que Zac no me quiere, mi corazón no puede dejarlo ir. Sé que te prometí que lo superaría pero... hay veces en las que pienso que nunca podría hacerlo. Trato, porque no quiero herirme más. Pero aún no lo logro.

Lo escuché. Y no sabía qué decir. Porque parecía no tener ganas de volver a nada. Quería olvidar todo. Quería seguir adelante.

— ¿Él se fue?— le pregunté.

Me observó. Negó con la cabeza. Se veía muy afligido.

— Yo lo hice— dijo él—. Yo me fui.

No lo podía creer. ¿Zac no había sido el primero en huir? ¿Qué clase de mundo paralelo y demente era ese? ¿Acaso cuando entramos a otro año tambien cambiamos de dimensión?

— ¿Por qué te fuiste?— pregunté.
— Él dijo mi nombre— admitió—. Y me observó. Entonces yo quise abrazarlo porque hacía mucho que no lo tenía tan cerca de mí así y... por un momento fue como si todo volviera a lo que era antes— dijo mientras trataba de no romperse—. Pero sabía que no era así porque antes cada vez que Zac estaba triste me lo decía y entonces yo hacía todo lo posible por animarlo y por hacerlo sonreír porque...
— Lo amabas— lo interrumpí—. Aún lo amas. Aún después de todo.

Me observó.

— Sí— dijo.

Él estaba pasando un mal momento pero de alguna manera a mí me alegró que aún estuviera enamorado de Zac. Sinceramente una parte de mí sí se había asustado cuando él dijo que ya había superado todo.
Además, las cosas no se sentían como antes.

— ¿Estás decepcionada de mí?— preguntó.

Me reí cuando vi su cara. Pero muy fuerte. Él me observó sorprendido.

— Will, no hay nada en este universo que pudiera hacerme sentir decepcionada de ti— dije.
— Pero sigo igual que antes— dijo.
— Te equivocas— dije—. Has estado tan concentrado en lo que no puedes hacer que no has apreciado todo lo que ya hiciste.

Él me observó confundido.

— Recuerdo algo que me dijiste cuando tomaste la decisión de cambiar tu vida: “Quiero amarme más a mí mismo de lo que lo amo a él”— dije—. Honestamente creo que no has hecho otra cosa. Lograste salir de un abismo del que yo jamás lograría escapar. Lograste ponerle orden a tu vida. Ahora Zac ya no es una debilidad. Ya no eres la persona de antes y estoy muy muy orgullosa de ti.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Se los talló con las manos. Me observó.

— Gracias— dijo él.
— No tienes que agradecer nada— dije—. Siempre estaré para ti. Aunque hoy te haya abandonado.
Realmente lo siento.
— Está bien, sé que no soy un niño— dijo él—. No siempre estarás conmigo aunque me gustaría. La vida es mejor cuando estás aquí. No quiero depender de nadie. Aunque sé que en el futuro seguiré necesitándote.
— Y yo estaré ahí— dije—. Dispuesta a salvarte. Aunque no siempre.
— Bueno, hay otras personas que requieren de tu ayuda— dijo.
— Quizá esté ocupada dejando que algún héroe me salve— dije, recordé mi baile con Jason.
— Supongo que todos necesitamos de alguien que nos salve en algún momento.

Lo observé.
No solía hacer promesas de principio de año pero en ese momento me hice una a mí misma: no importaba cómo, haría que Will fuera feliz.

— Sonríe— le dije—. No creo que quieras empezar un nuevo año triste.
— Ese no era el plan— dijo él—. La idea era venir a divertirme con todos.
— Aún podríamos hacerlo— dije.
— Creo que es suficiente por hoy para mí— dijo.
— Entonces me quedaré aquí contigo— dije—. Podríamos hablar.
— ¿De qué?

Lo observé. No estaba segura de si era demasiado pronto para decirlo, pero decidí poner todas mis cartas sobre la mesa.

— Háblame de Zac— dije.

Él me observó sorprendido.

— Cuéntame todas las cosas buenas que sólo tú conoces de él— dije—. Todas esas veces en donde sentías que podías morir de felicidad sólo por estar a su lado. Así la próxima vez que lo veas, no te irás porque recordarás que ser valiente vale la pena.

Parecía no creer lo que yo le decía.

— Porque Zac valía la pena— dije—. Aún lo hace.

Muérete universo, pensé. Yo no me daría por vencida. Ahí había algo, lo había visto muchas veces. Entre ellos había algo más grande que todas las galaxias juntas. Quizá en algún momento de mi vida dejé la idea de lado porque mis sentimientos me cegaron pero... no más.

Si ellos dos ya no tenían fuerzas para pelear, yo lo haría por ellos.

Prepárate nuevo año, pensé, porque voy por todo.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora