147. El diario de Laura (y una desición)

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Pasó el tiempo. Le avisé a mamá que llegaría tarde a casa porque estaba en el hospital. George y Lucille prometieron llevarme. También a Jason.
Jimi y Evan parecían menos preocupados. Fue gracias a ellos que el ambiente se sentía menos tenso. Pero yo no podía estar tranquila. Así que cuando encontré la oportunidad, me escapé para buscar a Will. Imaginé que lo encontraría en las escaleras donde siempre iba, pero estaban vacías. No se necesitaba ser un genio para adivinar en dónde podría estar.

Busqué a Madie. Me la encontré en un pasillo.

— ¿Y Will?— le dije.
— Afuera de la habitación de Zac, evadiendo sus responsabilidades— dijo ella—. Tienes que decirle algo, no puede seguir ahí.

Me llevó. Los padres de Zac no estaban ahí porque habían salido posiblemente para informar a los demás del estado de salud de su hijo.
Afuera, sin hacer nada, estaba Will.

— Hola torpe— le dijo Madie—, te traje a alguien.

Will, al verme, me abrazó.

— Los dejaré solos— dijo ella.

Entró a la habitación de Zac.

— ¿Qué haces aquí?— le dije, me separé de él un poco—, Madie me dijo que tienes trabajo.
— No podía hacerlo— dijo él, parecía nervioso—, yo en verdad... simplemente no puedo irme.

Ya lo sabía.

— ¿Entonces porqué estás afuera?— dije.
— No puedo entrar— dijo.
— Claro que sí, trabajas aquí— dije—. Una de las ventajas de ser médico aquí es que puedes ir a donde quieras. Si Zac te preocupa deberías estar ahí con él.
— Es que yo... no puedo entrar— dijo, se veía agobiado.

Me quedé mirándolo.

— ¿Qué?— dije.
— Tengo miedo— dijo él.
— Will, Zac está dormido— dije—. No sabrá que estabas ahí.
— Pero... yo... no sé si quiero entrar... es decir, sé que quiero ver a Zac para comprobar que está bien pero... no quiero verlo así. No quiero que sufra. Y está sufriendo...

Ya estaba pasándola mal incluso antes de estar en esa habitación. Pero Will no lo sabía.
Le había dicho a Jason que dejaría de entrometerme pero... ya no quise hacer eso. Repentinamente, todos esos sentimientos malos que tenía contra Zac porque había lastimado a Will, ya no estaban. Solía desear que Will superara a Zac para que pudiera dejar de sufrir pero... en ese momento empecé a desear lo contrario. Sobre todo porque estaba lo que Zac había dicho en el auto. Y lo que Lucille pensaba. Pero más que eso, estaba Will ahí al borde de un ataque de pánico simplemente porque iba a verlo otra vez.

Imaginé que nadie, ni siquiera Zac, podría ser inmune a sentimientos tan fuertes. Will estaba ahí amándolo como siempre y empecé a pensar que no había forma de que Zac no pudiera sentir ese amor.
Debía sentirlo.

Algunas ideas empezaron a arreglarse en mi cabeza. Pero no quería emocionarme de más.
Madie salió.

— Bien, yo regresaré al rato para revisar a este otro torpe— nos dijo—. Se supone que nadie puede entrar. Así que me iré rápidamente, de forma que no pueda enterarme si alguien entró sin permiso. Adiós.

Se fue. Miré a Will.

— Vamos— le dije—. Entraré contigo.

Me observó.

— Al menos que tú no quieras— dije.
— ¡No, me encantaría que entraras conmigo!— dijo.
— Entonces hagámoslo— dije.

Tomé el pomo de la puerta y lo giré. Will entró primero. Yo lo seguí. Al fondo estaba Zac, descansando en una cama de blancas sábanas. Will caminó a él lentamente, como si Zac pudiera herirlo. Ya lo hacía, simplemente con estar ahí.

— Se ve mejor— susurró Will una vez que estuvo a su lado.
— Me alegra escuchar eso— dije.

Entonces, todo el miedo y temor que Will tenía, se desvaneció en el aire. Ya no lo miraba como si pudiera lastimarlo. Lo veía como si estuviera a salvo. Lentamente sujetó su mano y yo sentía que el corazón me iba a explotar porque imaginé que Will debía sentirse muy mal y a la vez bien. Mal porque no lo había vuelto a tocar desde hacía meses. Bien porque podía hacerlo de nuevo, aunque fuera por un momento y sin que Zac lo supiera.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Traté de ser fuerte. Pero no podía. Ahí estaba frente a mí la persona más valiente que había conocido alguna vez. Lo que era gracioso porque una vez le había dicho que era un cobarde. Pero no podía estar más equivocada.
Ahí, contra todo pronóstico y aún superando todos sus miedos e inseguridades, todas esas cosas que pasaron entre ellos y lo que posiblemente nunca dijo ninguno, Will estaba sosteniendo la mano de Zac y las cosas se sentían mejor. Como si todo me dijera que ahí debía estar.

— Debo irme— le susurró Will a Zac—. Pero te extrañaré.

Entonces en un movimiento rápido y que yo no me esperaba, le dio un beso en la frente. Fue apenas un roce de unos segundos pero a mí me rompió el corazón.
Solía pensar que no había forma de que esos dos me lastimaran más porque mi corazón ya estaba roto, pero al parecer siempre encontraba nuevas formas de romperse más.
Me pasé las manos por la cara y apreté fuerte mis puños para evitar llorar. Posiblemente Will estaba haciendo lo mismo.

Salimos de esa habitación peor de cómo estábamos antes de entrar. Aún cuando nadie nos hizo nada.

— Debo ir a trabajar— dijo él, estaba un poco aturdido.

Me despedí de él y lo vi irse lentamente.
Entonces tomé una desición.
Regresé. Todos seguían donde siempre.

— Laura, ¿Dónde estabas?— me preguntó Evan.

No dije nada. Fui directamente a donde estaba Jason, lo tomé de la mano y me lo llevé por un pasillo. Él posiblemente no sabía nada y trató de averiguar qué pasaba pero no dije nada hasta que me detuve en el otro extremo del pasillo, donde no había nadie.

— ¿Qué pasa?— me preguntó consternado.
— No puedo hacerlo— le dije—. Y no lo haré.
— ¿Qué cosa?— preguntó.
— Voy a interferir— dije—. Y lo haré tanto hasta que me canse o hasta que tengan que matarme para que deje de entrometerme. Pero no me voy a rendir. Sé que piensas que estoy siendo necia y que posiblemente actuo como loca, pero creo en lo que veo. Como nunca antes. Y yo creo que hay algo. Lo puedo sentir.

Él me observó.

— Laura, tú...

Dejó de hablar y miró a mis espaldas. Me giré. Era Lucille que  venía hacia nosotros. La intercepté. Ella me observó intrigada.

— Por favor— le dije—, por favor dime qué es lo que te hizo pensar que a Zac sí le gusta Will. Dime, te lo suplico. Porque si hay aunque sea una remota posibilidad de que ese amor sea correspondido, no me daré por vencida. No podemos hacer eso. No es justo.

Miré a Jason.

— No volveré a hablar sobre eso con Zac— dijo ella.
— ¡Pero creías que le gustaba Will!— dije.
— Sí pero... no quiero que vuelva a pasar lo de hoy— me dijo ella.
— No pasará, sólo fue una coincidencia— dije—, él ya estaba enfermo desde la mañana.
— No importa, yo... estoy fuera de esto— dijo ella.
— ¿Qué hay de ti?— le dije a Jason—, tú también lo creías, ¿No?
— Laura, las cosas son diferentes ahora— me dijo él.
— No pueden hacer eso— dije—. Créanme, creo que hay algo ahí y debemos ayudarlos a que...

Ambos me observaron.

— Bien, lo haré yo sola— dije.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora