160. El diario de Laura

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Me acerqué a Jason. Él me observó.

— ¿Por qué estás todo vestido de negro?— le pregunté.
— ¿Porqué estás tú toda vestida de rosa?
— Son diferentes tonos de rosa— dije mientras miraba mi vestido y mi suéter—. En todo caso, yo no soy quien está de cumpleaños.
— Tienes razón, debí ponerme un vestido de lentejuelas como el de Gigi— dijo él.
— Sí, es muy lindo— dije.
— Esa no es la palabra que usaría yo.
— Entonces... ¿Dirías que es sensual? Porque escuché a unos chicos hace un rato que decían eso— dije.
— Diría que es llamativo— dijo él.
— Claro— dije con ironía.
— En verdad lo pienso.
— Jason, somos amigos— le dije—. Puedes hablarme de lo que sea. Yo te hablo de chicos. Tú puedes hacer lo mismo. Además, Gigi me agrada. Pienso que es muy bonita y serías un tonto si no te acercas a hablarle, sobre todo hoy que literalmente brilla más que nadie.
— Pensé que me conocías bien— dijo él—. Ella no es de mi tipo.
— Pensé que sí— dije.
— ¿Qué tipo de chicas crees que me gustan?— dijo él divertido.
— No lo sé, ¿Las bonitas?
— ¿Tan superficial te parezco?— dijo.
— ¡Definitivamente no lo eres!— dije—, ¡Nunca jamás podría creer que eres superficial! Es decir, escuchas canciones raras de hace como mil años que nadie conoce.
— Laura, algunas de esas canciones salieron sólo hace unas décadas.
— Pues parecen siglos— dije.

Él negó mientras reía. Le sonreí yo también. Descubrí que adoraba ver reír a Jason.

— Es increíble— dije, más para mí que para él.
— ¿Qué cosa?— dijo él.
— Que ahora seas mi amigo— dije—. Hasta me siento tonta porque has sido mi vecino por años y nunca antes se me ocurrió  hablar contigo y... en esta precisa etapa de mi vida no sé qué haría sin ti.
— Por favor, ya sé que es mi cumpleaños pero no tienes que halagarme— dijo él.
— Es en serio— dije—. No lo digo sólo porque es tu cumpleaños. En verdad lo pienso. Quizá no entiendes lo que digo porque es obvio que tú no necesitas a nadie.
— Te equivocas— dijo él.

Lo miré atentamente.

— Tus padres no cuentan— dije.
— Además de ellos también necesito otras personas.
— ¿A los chicos? Bueno, ellos son irremplazables.
— Tú también— dijo.
— ¿Yo? ¡Por favor!— dije avergonzada—, ¡Pero si no aporto nada a tu vida además de problemas!
— Necesito problemas en mi vida— dijo él.
— Supongo que es porque tú sí sabes resolverlos— dije.
— No todos, no siempre. Ahí entran ustedes— dijo él—. Ahí entras tú.
— No hago nada pero... si tú lo crees— dije con falsa modestia.
— Tú organizaste esta fiesta— dijo él—. Creo que no te he agradecido por ello.
— No deberías— dije—. Sé que este tipo de fiestas no son tu estilo. Sé que preferirías que sólo estuvieran tus amigos más cercanos en lugar de tanta gente desconocida. Pero también sé que aceptaste esto porque eres amable y querías que Will y Zac se la pasaran bien.
— ¿Cómo es que sabes todo eso y no sabes qué tipo de chicas me gustan?
— Tú nunca hablas de eso— dije—. Lo poco que sé es porque lo he deducido con el tiempo.
— Entonces eres buena en eso.

Me quedé mirándolo pensando en lo cómoda que me sentía ahí cuando la canción que estaba terminó. Entonces el Dj dijo que pondría una lenta. Y la puso.

— ¡Conozco esta canción!— dije.
— Lo sé, por error dejaste caer mis cds de Radiohead al suelo una vez— dijo él.
— Repuse el que se rompió— dije.
— Sí pero fue terrible ver cómo se rompía el primero— dijo él.

Él seguía hablando de sus cds pero yo dejé de escucharlo. Tuve una increíble idea.

— Jason, baila conmigo— le dije.

Él dejó de hablar y me observó.

— ¿Perdón?— dijo.
— Baila conmigo— dije mientras le ofrecía mi mano.
— ¿Has bebido? Porque le dije a Evan que era una mala idea.
— No, sólo baila conmigo.
— No sé hacerlo.
— Yo tampoco. Pero podemos aprender juntos— dije—. O no, qué importa. Sólo vayamos ahí a pretender que sabemos. Además, no te juzgarán, hoy es tu cumpleaños.
— No creo que las cosas funcionen así— dijo él.
— ¡Sólo hay que ir!— dije y lo tomé de la mano.

Llegamos a la pista (que era el centro de un salón de la casa de Will) y estaba llena de parejitas bailando lento.

— Hay que hacer lo que hacen los demás— dije.

Rodeé su cuello con mis manos.

— ¿Por qué eres tan alto?— dije—, esto es difícil.
— Podría inclinarme un poco— dijo él.
— ¿Harías eso?
— Por ti lo haría.

Puso sus manos en mi cintura. Fue raro por un momento. Realmente no tenía idea de lo que estaba haciendo. Sólo empecé a moverme de un lado al otro con él. Pero funcionaba.

— Esto es lindo— dije.
— No— dijo él—. Es perfecto.

Sonreí. Creep de Radiohead inundaba mis oídos. Cerré mis ojos. De repente me sentía como si flotara en el cielo, en medio de las estrellas. Jason tenía razón, todo era perfecto.

— Quién lo diría, estamos bailando— dijo él.
— Ya podemos dar clases de baile— dije.
— Tampoco es para tanto— dijo él.

Me reí. Lo observé. No recordaba haber estado tan cerca de él antes. No así.

Ahí, mientras sonaba esa canción que algunas veces me había puesto triste, me sentí infinitamente feliz. Como si estuviera completa. Como si no me hiciera falta nada. Era magia. No había otra forma de explicarlo.

La canción terminó. El Dj dijo que era hora de la cuenta regresiva. Pronto estaríamos en un nuevo año. Él me soltó. Pero yo no quería que lo hiciera. Pensé que si hubiera dependido de mí, nos hubiéramos quedado así para siempre.
Quizá era por todos esos problemas que habían a mi alrededor. Quizá me gustó olvidarme de todo por un momento y concentrarme sólo en Jason y en la canción.

Quizá era todo. Quizá momentáneamente Jason se volvió todo.

Las personas a mi alrededor contaron hasta llegar a cero.

— ¡Feliz año nuevo!— gritaron todos mientras caían papelitos de colores y todos se felicitaban.

Miré a Jason.

— Se me olvidó felicitarte por tu cumpleaños— le dije.
— Puedes hacerlo ahora— dijo él.
— Ya es otro día— dije—. No sería lo mismo.
— Entonces asegúrate de felicitarme a tiempo el próximo año— dijo él.
— Lo haré— dije—. Por ahora podría felicitarte por haber sobrevivido a nosotros un año entero y seguir aquí.
— Merezco esa felicitación, ha sido un año complicado— dijo.
— El que viene seguramente será igual o hasta peor— dije—. Siempre hay una posibilidad de que sea peor.
— Lo sé. Pero aquí seguiré.
— ¿Por qué, eres masoquista?
— Por si me necesitan.
— No sé los demás pero yo seguramente te voy a necesitar— dije.
— Ya sabes en donde encontrarme— dijo.
— Te arrepentirás por haberme dicho eso— le dije—. Ahora que tengo tu permiso voy a ser más molesta que antes.
—De acuerdo, no creo que sea posible pero quiero ver que lo intentes— dijo.

Nos observamos. Habían demasiadas personas a mi alrededor y generalmente nunca me sentiría cómoda en una situación así pero... no quería que ese momento se terminara.

— Feliz año nuevo, Laura— dijo él.
— Feliz año nuevo, Jason— le dije.

Evan apareció de la nada. Él y Jimi parecían muy alegres.

— ¡Feliz año nuevo!— nos gritó Evan. Estaba abrazando a Jimi.
— Evan bebió una margarita— dijo Jimi—, ¿Pueden creer que esa bebida no tiene nada qué ver con las flores?
— Sí, Madie ya me explicó hace un rato— dije.

Entonces de repente volví a mi realidad.
¿Y Will? ¿Y Zac? ¿Quién estaba con ellos?

Salí corriendo. Me regresé hacia Jason.

— ¡Lo siento, tengo que irme, el deber llama!— le dije—, ¡Pero me encantó estar contigo!

Dicho esto, salí disparada para buscar a Will.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora