35. El diario de Laura

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Por la noche, estaba en mi cama pensando en que las cosas encontraban naturalmente su camino y me sentía feliz por Evan pero... no dejaba de recordar mi conversación con Jason.

Era frustrante porque él parecía tener razón. Odiaba eso. Porque yo parecía una demente que sólo se estaba aprovechando de las cosas. Quizá lo era y no lo sabía. Es decir, ya me había pasado cuando quise acercarme a Zac. No era como si intencionalmente quisiera sacar ventaja de la amistad de Jimi con Zac como si Jimi no me hubiera importado pero... eso parecía y una parte de mi mente lo había aceptado.
Tal vez era así en esa ocasión. Yo había estado tratando de vivir mi romance fallido otra vez y por eso quería que Will triunfara. No tenía ni idea de eso, en verdad deseaba que Will y Zac terminaran juntos pero creía que era más porque pensaba que eran muy compatibles.

¿Y si por eso estaba tan resentida con Zac? No lo odiaba pero... lo culpaba del frágil estado de Will. Sabía que no era su culpa pero... ¿Entonces porqué decía todas esas cosas cuando él estaba presente?
Quizá una parte de mí sí quería venganza... pero no sabía porqué.

Estaba demasiado confundida. Obviamente no podría dormir en ese estado. Y en vista de que Jason y sus cosas psicológicas eran la causa de mi malestar, hice lo que debía: salí de mi habitación a la media noche y atravesé la calle. Trepé por el árbol hasta llegar a su ventana. Seguía abierta. Nuevamente pensé que Jason debería ser más precavido. Abrí la ventana y llegué hasta el marco. Luego me deslicé hacia adentro.

Todo estaba muy oscuro. Pero recordaba en dónde estaba su cama. Mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, empecé a buscarlo. En un paso, me golpeé el dedo chiquito del pie en la pata de algún mueble.
Tuve que usar todas mis fuerzas para no gritar.
Después de un rato mientras casi lloraba de dolor, decidí despertar a Jason.

— Jason— susurré—, creo que tienes razón.

Él seguía durmiendo.
Me acerqué más, hasta sentarme en su cama. Luego empecé a moverlo lentamente.
Estaba en eso cuando se levantó de golpe. Debió acercarse a presionar el interruptor. La luz se encendió y momentáneamente me cegó.

— Hola— dije, aún sentada en su cama.
— Sabía que eras tú— dijo—. Los ladrones comúnmente no son tan amables.
— Por cierto, deberías cerrar tu ventana— dije.
— Sí, hay demasiada gente loca ansiosa por entrar a mi habitación.
— ¿Estás enojado conmigo?— pregunté.
— No, sólo tengo sueño.
— Me refiero a lo de hace un rato, en el jardín de Will.

Él me observó.

— No— dijo—, de hecho, te debo una disculpa.
— ¡No, tú no has hecho nada malo!— le dije—, ¡Soy yo quien debe disculparse! No había pensado en todo lo que dijiste y me sentí un tanto amenzada. Lo siento, no quería tratarte mal.
— Yo no debí decirte eso— dijo—. Porque en verdad sé que no es así.
— Espera, ¿Qué?— dije más confundida que antes—, ¿Acaso no me habías psicoanalizado y por eso descubriste todas esas cosas?
— Sólo las supuse en algún momento pero no eran ciertas. Ahora lo sé.
— ¿Qué significa eso? ¿Acaso no estoy viviendo mi vida através de Will?
— No, parece que no— dijo—. Es como dijiste.
— ¿Bromeas? ¡Vine aquí creyendo que era cierto!
— ¿Creíste eso?— dijo—, parecías muy segura negándolo.

Se escuchó la voz de su mamá preguntando por el ruido.

— Es la televisión— le dijo él.
— Tu madre tiene un oído extraordinario— dije.
— Sí, pero... regresando al tema... ¿En verdad creíste eso?
— Lo hice— dije—. Es decir, no me sentía como tú me dijiste pero... tú nunca te equivocas en estas cuestiones así que... lo di por hecho.
— Si no te sentías así, ¿Por qué creer que yo estaba en lo correcto? ¿No lo dudaste?
— Nunca dudo nada de lo que dices— dije—. Es tonto pero se supone que deberías tener razón...
— Puedo equivocarme— dijo—. Creer que sé la verdad absoluta es tonto. Esta situación es la prueba de que no soy dios y tengo errores, como todos. Aunque me sorprende que creyeras como cierto algo que parecía muy cruel.
— Sí pero... ya antes me había aprovechado de otros, no intencionalmente pero... pensé que esto podría ser como esa vez y tú lógicamente te habías dado cuenta.

Él me observó.

— Lo de esa vez fue un evento aislado— dijo—. Y lamento haber dicho todas esas cosas. Estaba molesto contigo.
— ¿Aún sigues molesto conmigo?
— No, me siento tonto por haberte dicho cosas que no eran ciertas. Porque en verdad no es así, no deberías creerlo. Te sientes enojada con Zac porque terminó hiriendo a Will, aunque sabes que no era su intención. Además, has visto a Will sufrir y nadie ha estado con él tanto como tú, es normal que aunque trates de ser imparcial te hayas inclinado un poco más hacia Will.
— Entonces... ¿Nada de eso era cierto? ¿En verdad lo crees?
— Lo creo ahora— dijo—. Yo sólo... perdí el control un poco.
— Pero eso sí era mi culpa— dije—. Casi arruino tus planes con Zac y Will. Lamento mucho eso.
— Está bien, creo que en ese sentido todo va bien... lento, pero bien.
— Prometo no interferir— dije—. Te lo juro. Dejaré que hagas tu magia.

Se río un poco.

— Eso no existe— dijo.
— Parece magia, deja que lo siga creyendo. Así que... creo que me iré para que puedas dormir.
— Eso me ayudaría.
— Bien, entonces me voy— dije y caminé a la ventana.
— Laura, sería mejor que bajaras por la puerta— dijo.
— No, así está mejor.
— Sí, te gustan los árboles— dijo.
— Adiós, dulces sueños— dije mientras me subía al marco de la ventana.
— Duerme bien— dijo mientras se acercaba—, y Laura... no deberías creer ciegamente en todo lo que digo.
— No me pidas eso— dije, ya estaba en el árbol—, porque creo que no puedo hacerlo. Confío en ti. Así que trata de no equivocarte.
— No me pidas imposibles— dijo.
— No es imposible— dije desde abajo—, creo que puedes hacerlo. Confía en ti.
— No creo poder hacer eso.
— Entonces confía en mí— dije—, tan ciegamente como yo confío en ti. Así nos ayudaremos mutuamente y... nos equivocaremos menos. Como un equipo.

Dicho esto, salí corriendo hasta mi casa.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora