Iba a ser dama de honor de Jill y no me sentía feliz. Entendía porqué: Will y yo no nos hablábamos. No podía seguir así. Por la noche, fui a hablar con Jason. Él me escuchó. Dijo que debía hablar con Will y analizar el significado de sus palabras. Tenía la impresión de que él sí sabía a qué se refería Will pero no me lo dijo.
Quizá Jason estaba tratando de darme una lección, pero yo no quería que me saliera con sus cosas psicológicas, quería respuestas y no que provinieran de mí.Sin más remedio, no me quedó otra más que ir a visitar a Will al hospital. Llegué sin previo aviso, aunque después me arrepentí por eso porque quizá él estaba ocupado. Lo busqué. No lo encontré a él pero sí a Madie.
Se veía tan cansada como siempre.— Hola— le dije.
— Siento que hace mucho que no te veo— me dijo.
— No había venido— dije.
— ¿Por?
— Will y yo tuvimos algunas diferencias y...
— ¿También peleó contigo? Eso sí que no me lo creo— dijo ella—. Pero si ustedes se quieren mucho. Supongo que Will puede ser muy idiota cuando quiere.
— En realidad creo que es mi culpa— dije.
— Claro que no, eres un ángel. Debe ser cuestión de Will, parece un santo pero en realidad puede usar varias complicadas técnicas de control mental que te hacen sentir culpable.
— No creo que Will tenga esa clase de poderes— dije.
— Claro que sí.
— ¿Tú aún sigues molesta con él?
— No, ya no— dijo—. Jason dijo que sólo me estreso pensándolo demasiado. Ya tengo mi trabajo para eso.
— ¿Cuándo hablaste con Jason?— pregunté.
— No lo sé, hablo con él mucho últimamente. Es bueno escuchando— dijo ella.
— Realmente lo es— dije.
— Como sea, Will debe estar perdiendo el tiempo por ahí— me señaló las escaleras—. Si lo encuentras dile que yo digo que ojalá se pierda cuando regrese a casa.
— Pensé que ya no pensarías en eso.
— Una última vez no hace daño— sonrió.Se fue. Me acerqué a las escaleras. Subí. Entendía porqué Madie y Will amaban esconderse ahí: no había nadie porque todos usaban el ascensor.
Encontré a Will sentado, en medio de la oscuridad.
— Hola— dije.
Pareció sorprendido por verme ahí.
— ¿Laura?— preguntó.
— Soy yo— dije, me acerqué más y me senté junto a él—. Hola.
— ¿Cómo me encontraste?
— Madie me dijo. Por cierto, te manda saludos.
— No es cierto, ella no es tan amigable.
— Tienes razón, de hecho me dijo que te dijera que ojalá te pierdas cuando regreses a casa.
— Eso sí suena a algo que ella diría— dijo él—. Sobre todo porque una vez sí me perdí.
— Pensé que vivías cerca de aquí— dije.
— Sí pero las calles de esta ciudad son confusas.
— Y que tú tengas una orientación muy mala no tiene nada qué ver, ¿Cierto?
— No sé de qué hablas— dijo.Nos miramos. Nos sonreímos.
— ¡Abrázame!— le dije.
Eso hicimos.
— ¡Te extrañé mucho!— le dije.
— ¡Yo también, no volvamos a pelear!Me separé de él. Lo observé. Me sentía muy confundida.
— Will, sobre lo de la otra vez... yo... realmente lo he pensado pero... no sé a qué te referías— admití.
Él me observó.
— A que en verdad me quieres mucho— dijo—. Te preocupas por mí incluso más que por ti misma y eso no está bien. Sé que al principio sí te necesité y agradezco que no me hayas dejado solo... quizá me aproveché de ti y te busqué más de lo que debería pero ahora estoy bien. En este mismo instante lo estoy.
— ¿De verdad?
— Sí. No tienes que preocuparte por mí aunque sé que lo harás.
— No deberías estar tan seguro— dije—. Quizá de repente ya no te quiera y también te envié deseos de que te pierdas cuando vayas por ahí.
— Tú no harías eso— dijo—. En verdad me quieres mucho.Lo observé.
— Justo eso es lo que no entiendo— dije—. Y eso que entiendo toda clase de problemas matemáticos y algebráicos en mi escuela.
— Yo tampoco lo entendía— dijo—. Siempre estabas ahí para mí y yo no era nada de ti. Me cuidabas y ayudabas, y eso que yo había tratado de quitarte a la persona que te gustaba. Entonces un día, mientras me acomodabas la corbata, lo comprendí. Mi madre jamás fue amorosa o amable conmigo y se sentía raro que alguien lo fuera. Pero tú te sentías así en ese entonces y me alegró saberlo pero... Laura, no eres mi madre. Eres mi amiga. Es más, me gustaría que fueras más que eso. Ojalá pudieras ser mi hermana. Así yo cuidaría de ti de la misma manera que tú cuidas de mí. Porque últimamente eso no nos pasa. Sólo eres tú preocupada por mí y yo dejándome caer en el abismo. Sé que no está bien. No podemos seguir así. Por eso deja que yo arregle mi vida. Puedo hacerlo. Sólo necesito que seas mi amiga. Nada más.Nos miramos. Le sonreí.
— ¿Entonces puedo ser tu hermana?— le pregunté.
— Me gustaría mucho.
— Bien. Empezaré ahora— dije—, ¿Por qué aún no has solucionado lo que te pasó con Madie?— lo regañé.
— Espera un momento— dijo—, yo soy tu hermano mayor. No puedes regañarme.
— ¡Puedo y lo haré! ¡Ve a buscar a Madie y arreglen todo!
— Pero...
— ¡Ahora!Se levantó. Estaba por irse cuando se detuvo.
— Honestamente no sé qué decirle— dijo.
— Claro que sí. Y si no funciona, dale comida y enseguida te dará la patita.
— Es Madie, no un cachorrito.
— Vamos, te ayudaré— le dije.Bajamos las escaleras. Llegamos al pasillo. La buscamos. No estaba. Hasta que después de un rato la encontramos en un rincón, junto a una máquina expendedora.
— ¿Ves? Como un cachorrito— le dije a Will.
— ¿Dónde hay un cachorrito?— dijo ella, levantándose.
— Olvídalo— le dije—. Will tiene algo que decirte.
— No voy a disculparme— dijo ella enojada.
— Pero yo sí— dijo él.Ambos se miraron. Madie parecía sorprendida. Luego triste. Bajó la mirada al suelo. Entendí que eso era importante.
— Si quieren puedo irme— dije.
— No, quédate aquí— dijo ella.Me tomó de la mano. No comprendía qué pasaba. Pero ella estaba apretando mi mano muy fuerte.
— Sé que no debí decir muchas cosas— dijo ella—. Pero en verdad lo pienso. No me disculparé por eso. Pero si por hacerte sentir mal.
Entonces empecé a sospechar que quizá Madie nunca se había disculpado con nadie jamás en la vida y por eso parecía que le costaba mucho trabajo. Era raro pero fascinante.
De alguna manera Madie... parecía más humana. Porque siempre parecía indestructible, fuerte como ninguna. Era un alivio saber que hasta ella podía ser frágil.
— Yo también lo siento— dijo Will con una sonrisa.
Ella lo observó. Entonces pasó lo que pensé que nunca vería: Madie tenía la cara roja, mucho. En verdad estaba apenada.
Al momento no pude dejar de verla porque estaba cautivada por esa nueva faceta suya pero luego entendí que seguramente la estaba pasando mal así que decidí salvarla.— Y ahora que somos amigos todos— dije, atrayendo su atención—, podríamos ir a algún lugar.
— A comer— dijo Madie, más recuperada.
— Me gustaría mucho— dije.
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Problemas de Pasillo
RomanceZac se siente traicionado. Jimi descubre que en realidad no sabe nada sobre Evan. Evan intenta impedir que su pasado no afecte su relación con Jimi. Laura se da cuenta de que no puede ignorar esos nuevos sentimientos. Will decide seguir adelante...