74. El diario de Jimi

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Por la tarde, ya en mi habitación y luego de tanto llorar, decidí abrir un libro. Leer no me ayudó en nada. Entonces mi teléfono sonó. Lo tomé, era Derek. No me sentía con ánimos de hablar pero necesitaba distraerme.

— Hola— dije.
— Hola... ¿Estás enfermo? Porque no te escuchas bien— dijo.
— No, yo...
— Estabas llorando— dijo—, ¿Qué pasó ahora? ¿Volviste a ver Hachiko? Porque te prohibí ver películas tristes.
— No, es sólo que...

No pude hablar. Había un gran nudo en mi garganta.

— Es Evan... ¿No?— dijo él.
— Sí— admití.

Él estuvo en silencio unos segundos.

— Creo que debes hablar con él— dijo—. Estoy seguro de que solucionarán todo...
— Creo que ya no somos nada— dije con mucha tristeza—... a él le gusta alguien más.

Volvió a quedarse en silencio.

— ¿Alguien más?— dijo incrédulo—, ¿Alguien que no eres tú? ¿Quién podría ser mejor que tú?

Casi me pongo a llorar al decir la respuesta.

— Zac— dije al fin.
— ¿Zac? ¡No puede ser, es tu amigo!
— También el de él— dije más controlado.
— Pero es imposible. Creo que debería ir a visitarte, debemos hablar.

Terminó la llamada. Me dejó muy nervioso. Después de una hora, llegó. Bajé a recibirlo. A mamá le agradó la idea de que alguien fuera a visitarme. Fuimos a mi habitación.
Entonces le conté todo lo que pensaba. Todo lo que pasó. Él me escuchó atentamente.

— No creo que esté pasando eso— dijo.
— Debiste verlos. Parecían felices, perfectos el uno para el otro. Y Zac lo detuvo cuando iba a ir a buscarme.
— Quizá lo necesitaba— dijo—, para mí esas cosas que viste y escuchaste no significan nada. Podrías haberlos malinterpretado. Aunque en caso de ser reales...

No dijo nada. Lo sabía, hasta él entendía lo que eso quería decir.

— ¿Qué debería hacer?— pregunté—, ¿Qué debería hacer si en verdad Evan se enamoró de Zac?

Yo estaba sentado en mi cama. Él se sentó a mi lado.

— No creo que Evan pueda enamorarse de alguien más— dijo—. Sé que sólo tiene ojos para ti.
— No puedes estar seguro de eso.
— Sí puedo porque yo lo haría. Si saliera contigo no vería a nadie más. Porque sinceramente no creo que exista alguien como tú. Quizá no lo sabes pero... en verdad eres más de lo que piensas.
— Pero... ¿Y si Zac se enamoró de él?

Derek pensó un momento.

— Zac siempre me ha parecido muy inteligente— dijo—, de alguna manera siento que Evan no es su tipo pero... supongo que podría pasar. Evan es muy atractivo de todas formas.
— ¿Qué significa eso?— dije asustado.
— Es que... no sé qué pasaría si fuera Zac el que estuviera enamorado de Evan. Es decir, me agrada pero... yo te escogería a ti de todos modos si fuera Evan.
— Porque eres mi amigo— dije—. Pero Zac es amigo de Evan también. Y él es perfecto. Yo simplemente no puedo compararme.
— Claro que sí porque eres mejor que él, eres mejor que cualquier persona.
— No es cierto, yo... sólo soy yo.

Eso me puso muy triste. No había punto de comparación con Zac. Él era todo lo que yo no.

— Es que yo— dijo él—, yo creo que tú...
— Está bien— dije—, no necesitas tratar de animarme.
— No estoy haciendo eso, sólo quiero decir lo que en verdad pienso. Y realmente creo que no hay nadie como tú. Si Evan se enamora de alguien más aún cuando eres perfecto, entonces es un tonto. Porque para mí no hay nada de ti que no me guste. No hay nada que no te haga ideal.
— Yo también creo que eres perfecto— dije.
— No, creo que tú y yo estamos hablando de cosas distintas. Lo digo completamente en serio, no sólo porque quiero animarte. En verdad creo que eres la persona más perfecta del universo.

Me quedé mirándolo. Parecía muy serio. Eso me sorprendió. Derek en verdad era un gran amigo. Nada qué ver con la persona que Honey y Jessica decían que era.

— Jimi, necesito decirte algo pero quiero que lo tomes muy en serio— dijo.
— Claro— dije, concentrado.

Entonces golpearon a mi puerta. Me levanté de la cama y abrí. Era mamá.

— Hola chicos— dijo ella—, ¿Necesitan algo?

Observé a mamá.

— Un abrazo— dije.

Ella me abrazó.

— ¿Qué pasó?— dijo.
— Muchas cosas— dije.
— ¿Puedo ayudarte con eso?
— Me gustaría— dije—, te contaré todo luego.

Ella sonrió y cerró la puerta. Me agradaba que entendiera que Derek y yo necesitábamos un espacio.

— ¿Le cuentas todo a tus padres?— preguntó.
— A mamá casi siempre sí— dije—. Ella evita que me vuelva loco.
— Es que es tan raro, nadie le cuenta nada a sus padres hoy en día.
— Confío en ellos— dije—. ¿Tú no?
— Pues... ellos están ocupados y nunca hemos sido muy cercanos así que... nunca saben nada de mí.
— Deberían— dije—, son tus padres después de todo. Si un día necesitas de alguien, ellos son los primeros que estarán para ti.

Me observó. Sonrió.

— Deberías preocuparte en ti primero en lugar de aconsejar a otras personas— dijo—. Tú eres más importante.
— Los demás también importan— dije—. Tú importas. Eres mi amigo.
— Ese es tu problema— dijo—, si pensaras más en ti esto no te estaría pasando. Verías a Zac como alguien a quién hay que derrotar y tarde o temprano te quedarías con Evan.
— Eso suena horrible porque Zac es mi amigo y no quiero que le pase nada malo. Además, si él y Evan son almas gemelas yo tendría que aceptarlo porque si no sólo estaría siendo muy egoísta.
— Jimi, el mundo es egoísta. La gente así siempre es la que gana. En la vida necesariamente tienes que herir a alguien para obtener lo que quieres.
— Yo creo que todos podemos ser felices si manejamos las cosas bien— dije—. Podemos obtener lo que queremos si nos ayudamos entre todos.

Me miró. Sonrió y puso su mano en mi cabeza.

— Quizá sí— dijo—. Pero tranquilo, todo va a estar bien pronto. Cuidaré de ti. Sabes que no dejaré que nada malo te pase. Muy pronto no tendrás que preocuparte de nada. Sólo deberás ser feliz. Créeme, eso es lo único que mereces.

Me gustaba ver que era muy optimista porque yo honestamente no. Quería creerle pero la sensación de que todo iba a terminar no dejaba de recorrer mi cuerpo y... me asustaba. Como si fuera un presagio.

En retrospectiva lo era pero no le hice caso. Debí hacerlo.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora