196. El diario de Jimi (y todos juntos)

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Lo primero que vi al abrir mis ojos por la mañana, fue la cara de Evan. Estaba confundido y muy abrumado. Tenía recuerdos borrosos de lo que pasó el día anterior. Recordaba que él se enojó cuando apareció Connor pero lo arreglamos y después bailamos un poco... todo lo demás eran sólo partes oscuras navegando en mi mente.
Me senté en la cama. Miré a mi alrededor. Había demasiada luz. Y no reconocía la habitación. Sentí frío. Miré hacia abajo. ¿Estaba desnudo? Eso sólo significaba una cosa: lo había hecho con Evan y no lo recordaba en lo absoluto.

Suspiré. Salí de la cama y busqué mis pantalones. Los encontré al lado de la puerta. De hecho había ropa esparcida por toda la habitación.
Esa había sido una noche muy loca. Me dolía la cabeza así que había bebido. ¿Entonces porqué no recordaba haber bebido?

No encontré mi camisa. Tomé la de Evan y me la puse. Debía averiguar en dónde estábamos. La última vez que bebimos terminamos al lado de una autopista en medio de la nada. Me daba miedo que hubiéramos hecho otra tontería como esa.

Me acerqué a la puerta. Abrí sin hacer ruido. Todo estaba en silencio.
Ya afuera, reconocí el lugar. Era el pasillo de la casa de Zac. Suspiré aliviado. Al menos no habíamos huido lejos.
Caminé lentamente de puntitas para no hacer ruido. Entonces, cuando estaba por girar en la esquina, vi que por las escaleras iba subiendo Jill.
Asustado (quién sabe porqué, no había hecho nada malo), me regresé y entré a la primer puerta que encontré. La cerré y me quedé mirándola esperando ver la sombra de Jill pasar por la rendija. Ella se fue.

Entonces por fin se me ocurrió girarme. Lo hice tan deprisa que ver a Zac sentado en su cama me asustó. Así que grité. Y él gritó. Al parecer también acababa de despertar.

— ¿Jimi?— dijo.
— Soy yo— dije—. Hola.
— Te ves... más grande de lo normal. ¿Creciste?
— No, lamentablemente no— dije—. Es la camisa de Evan.
— Ah sí, acabo de recordar que la tuya debe estar en el jardín— dijo muy tranquilo.
— ¿Qué?— dije—, ¿En el jardín?

Lo observé asustado.

— ¿Exactamente qué pasó ayer?— pregunté.
— Creo que es mejor que te lo muestre— dijo.

Tomó su teléfono del buró junto a su cama. Me mostró unos videos.
Para abreviar, yo bebí mucho y empecé a hacer cosas de ebrios junto a Evan.
En un video estoy haciendo el baile del cavernario junto a la senadora Finlay, en otro estoy imitando la forma en la que Zac habla cuando está estresado (él estaba ahí y no parecía feliz pero todos se reían), en otro estoy llorando con Laura mientras cantamos canciones tristes y en otro nombré caballero a Evan como lo hacían los reyes medievales sólo que como no tenía una espada usé una botella de vino. Derramé todo el líquido en mi camisa y me la quité.

— Eso explica lo de mi camisa— dije sintiéndome incómodo.
— También explica que George tenga una herida en la cabeza— dijo Zac.
— ¡Oh por dios, lastimé a George!— dije asustado.
— Tú no, Laura sí. Le diste la botella y ella estaba muy ebria. Tengo el video en donde intentó pelearse con él. ¿Quieres verlo?
— ¿Laura bebió?
— Sí, muy poco. Pero al parecer fue suficiente para ella— dijo Zac—, ¿Quieres ver el video en donde baila sobre la mesa?
— ¡Eso es terrible!— dije alterado—, ¡Tus padres deben creer que somos unos pésimos amigos! ¿Arruiné la boda de tus padres?
— ¿Arruinar?— dijo Zac—. Yo diría que la mejoraste. ¿Quieres ver el video en donde haces el baile del robot con Jill?
— ¿Cuántos videos de la boda tienes?— dije.
— Unos cuantos. Fue una fiesta increíble. El mejor día de mi vida por mucho. Casi compensa por completo mi peor día— dijo él.
— Me siento terrible. ¿Y mis padres?
— Se fueron con tu abuelita antes de que estuvieras ebrio— dijo Zac.
— Menos mal, no me castigarán si no lo saben.
— Sí pero creo que Laura y tú deben solucionar sus problemas con la bebida.
— Definitivamente lo haré— dije—. No quiero empezar el año así. ¿Por qué me dejan beber si saben que soy terrible con eso?
— Evan trató de detenerte pero no pudo.
— ¿Y dónde está él?— dije.
— ¿No estaba contigo? Pensé que su plan para seducirte había funcionado.
— ¿Qué?— dije—, ¿Cuál plan?

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora