Laurie
Idiota, insensible, pretencioso, promiscuo, pomposo, mequetrefe, molesto, imbécil, eran unas de las primeras palabras que venían a mi cabeza al pensar en Beau King. Por desgracia, para mi, no eran las únicas, no podía obviar que también era hermoso, ocurrente, y con un aroma que podía hacerme perder la cabeza.
No podía decir nada más ya que no había hablado mucho con él, digamos que su altanería, chocaba con mi defensa.Había logrado pasar el resto de la tarde sin verlo, lo que era genial, porque luego de nuestro encuentro en la mañana, estaba lista para golpearlo. Pero sabía que mi buena suerte se terminaría, ya que hoy comienzo a trabajar y no puedo hacerlo desde mi auto.
Cuadré mis hombros, me miré en uno de los espejos y retoqué mi labial, pelearía esta batalla contra mi compañero, haciéndolo ver lo que se esta perdiendo.—¡Buenas tardes! —saludé al entrar, encontrándome a Carmen, Taylor, Aníbal y otras tres chicas, que no tardaron en devolverme el saludo.
—Laurie ¿Qué tal tu primer día en la ciudad? ¿Dormiste bien? —negué, no podía mentirle a Aníbal.
—No, pase una noche horrible.
—¿Qué pasó pequeña, extrañaste? — era obvio que Carmen pensaba más como una madre, no podía olvidar que cuidaba a su hermana.
—No, nada de eso. Es solo que mi vecino, un completo idiota y paso toda la noche teniendo sexo muy fuera de lo normal. Así que solo oí jadeos, y el chocar de su maldita cama contra la pared, sin duda hermoso para una primera noche.
—Oh cariño, ¿A donde te mudaste?
—Créeme es un buen lugar, pero no todo puede ser perfecto. Igual me pude vengar, el imbécil lo pensara dos veces antes de volver a hacerlo.
—Me gusta tu actitud, ya veo porque Michael te recomendó para este lugar. Necesitas carácter para trabajar aquí.
Si mis padres lo escucharan, le dirían que carácter es lo que menos me falta, ellos mismos me catalogaban como una amenaza. Pero no podían huir de la culpa, ya que ellos me habían criado de este modo. Principalmente mamá, ya que ella siempre me decía que debía ser independiente y no dejar que nadie me diga que hacer o como hacerlo sin luchar, básicamente, lo que hago todo el tiempo.
—¿Qué ocurre? ¿Hay alguna reunión importante y no me avisaron? —aquí estaba mi propia pesadilla, mi droga vestido de traje y soberbia actitud.
—No, Laurie nos decía del imbécil de su vecino. —respondió Aníbal, ignorando que dicho idiota, era su hijo. —Tu solo dime y le hare una visita, incluso lo convenceré de redecorar su casa.
Tentador, muy tentador, principalmente al ver como Beau me miraba. ¿Acaso eso era miedo? ¿Temía que le dijera a su padre sobre sus aventuras nocturnas? Ahora lo tenía en mi poder.
—No hace falta, no creo que vuelva a hacerlo. Bueno, no si quiere evitar problemas. —ahora miré directamente a mi compañero, dándole una mirada y sonrisa desafiante. —¿Tu que piensas Beau? Digo, si fueras mi vecino ¿Volverías a tener sexo salvaje y no dejarme dormir?
—No lo sé pececito, yo creo que eso depende de muchas cosas. El hombre tampoco dejará su vida solo porque tu eres una solterona. —abrí mi boca, cerrándola enseguida.
—¿Y quién te dijo a ti, que soy soltera? —no sabía porque, pero él despertaba mi parte guerrillera .
—¿Estas en pareja pececito?
—Eso a ti no te importa, no te conozco lo suficiente para contarte mis secretos. Pero yo sé que tú sí lo estas, no me olvido que ayer te atrapé en la oficina con ¿ Christa? No recuerdo bien su nombre. La cosa es, yo solo quiero saber ¿Si dejarías o no dormir a tus vecinos?
—¿Te acostaste con Christa en mi oficina? ¿Qué mierda Beau? —gruñó Aníbal, levantándose de su silla.
Mi compañero me lanzó una mirada de molestia, si, ahora sabe como siento al escucharlo traicionarme. Bueno, técnicamente hablando, él no sabe que nuestro destino es estar juntos, pero a mi me dolió igual.
Lo quería y lo odiaba de la misma manera, era un sentimiento muy fuerte, tan contradictorio, que me hacia sentirme como una demente.—No es lo que piensas papá, esa loca me abordo en la oficina, ya la conoces, pero la rechacé. Cuando pececito entró, me vio arreglando el desastre que Christa hizo y malinterpretó las cosas, pero en vez de preguntar, saco sus propias conclusiones. —me encogí de hombros, quizás malinterpreté eso, pero no lo del departamento.
—El trabajo es algo serio, ya te dije que no quiero que mezcles trabajo con placer, nada sale bien cuando lo haces. —y él si que lo sabía, después de todo también se enamoró de mi tía cuando trabajaba aquí.
—No me digas cosas obvias, soy el único imbécil que se toma esto enserio. Mientras tu y Esteban juegan a los playboys, soy quien debe procurar el bienestar de este maldito lugar. Así que no te atrevas a juzgar mi desempeño, pececito, tu vienes conmigo. —me tomó del brazo, pero rápido lo quité, él no podía obligarme a acompañarlo.
—¿Qué te pasa? No vuelvas a tomarme así ¿Quién te crees?
—Tenemos que hablar y no te dejaré hasta que lo hagamos.
—Estoy aquí para trabajar, no para dialogar. Si quieres hablar vas a tener que esperar, porque tu no eres mi jefe, sino tu padre
—Déjala Beau, ahora con quien tienes que hablar es conmigo. Sígueme. — Aníbal caminó y luego de mirarme unos segundos, Beau lo siguió.
—Laurie ¿Estas bien? —asentí, mirando que no tenía nada en mi brazo.
—Sí, pero creo que se molesto, pero solo dije la verdad. Ya me lo dijo mi madre, lo cotilla lo heredé de mi padre y sin dudas tiene razón. —Aunque si quería decirlo, el idiota se lo merecía.
—No hagas caso, siempre discuten, es normal en ambos. —miré a Taylor, esperando que me diera algún poco mas de información, pero no dijo nada.
—Bueno, ya casi es la hora de abrir. Chicas vayan a cambiarse, Selena, enséñale el uniforme a Laurie, por favor.
—Claro, ven conmigo.
Eso era lo mejor, distraerme con trabajo y no pensar en mi compañero. Compañero que me volvía loca, no solo de ganas de saltar sobre él, sino también de furia.
¿Por qué no pudo tocarme un lobo? Alguien como Nika, que adora a Dylan. Pero no, a mi me toca un idiota.Diosa Luna ¿Qué me has hecho?
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...