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Cedric

Pasé la última hora recorriendo cada rincón en la ciudad, no me importaba que tan perdido estaba, solo tenía que encontrarla y comprobar que estaba bien.
Entendía la importancia de la familia y es por ello era consciente del intenso dolor que debía estar sintiendo. Carmen no solo era su hermana, por la manera en que Aysel hablaba de ella, muchos creerían que se trataba de su propia madre, lo que duplicaba lo que ella estaría sintiendo.

No lograba imaginarme como estaría si discutiera a ese punto con mi madre, perdido era poco, me sentiría vacío y sin encontrar un lugar en el que sentirme bien.
¡Mierda Aysel no debería haberse ido sin aclarar las cosas! Estoy seguro de que si hubieran seguido hablando, las cosas ahora serían muy diferentes.

Solo se me ocurría un lugar, ella amaba el dichoso campus y estaba convencido de que en algún rincón de ese lugar, se escondería. Ahora solo debía encontrar en cuál.
Luego de un rato de conducir sin saber a donde más podría ir, la encontré, pero no estaba sola. Reconocí de inmediato al hombre junto a ella, era imposible no hacerlo cuando hace días atrás quería partirle la cara.

Los seguí, sin salir del auto, hasta que el imbécil puso su maldita mano en su cintura. Él estaba pidiendo a gritos que lo maté y mi oído nunca funcionó mejor que ahora.
Salí del auto viendo como ella sacó su mano y le aclaró que estaba en pareja, algo que a él no le importó, porque cuando estuve a pocos pasos de ellos,  la beso.

Estaba furioso e iba a pagar por el maldito descaro que tenía. ¿No entendía la palabra no? ¿Acaso era un idiota en verdad?
Estaba seguro de que cuando pusiera mis manos en él lo mataría. Pero tampoco era el único con quien estaba tan enojado, ella había elegido pasar un momento de vulnerabilidad con él, en lugar de buscarme a mi, su maldito compañero.

—Espero que sepas que luego de esto tendré que matarte— dije sin detenerme en alejarlo de Aysel.

Ambos ahora tenían la mirada clavada en mi, pero mientras él se veía complacido, feliz con la idea de que lo maté, Aysel estaba asustada. ¿Pero cómo no lo estaría? Ella sabía que mi lobo luchaba por salir y que decir que estaba furioso, era quedarse corto.

—Cedric espera, puedo explicártelo. —reí sin ganas. ¿Qué quería explicar? Sea lo que sea esta vez iba a tener que esperar.

—Ahora no Aysel, ahora no quiero escucharte. Esto es entre este desgraciado y yo. —con mi mentón señalé al hombre cuya sonrisa solo parecía crecer.

—¿Qué sucede, te asusta un poco de competencia? ¿O fue el notar que no me supero de la manera en que lo dijo? Porque no puedes negar que ella me beso con ganas. —él no entendía de que debía quedarse callado.

No recuerdo arrojarme sobre él y comenzar a golpearlo, pero luego del grito que pego Aysel, me vi chocando mi puño con fuerza contra su mandíbula.
Esto se sentía tan bien, a pesar de que él no se quedaba atrás a la hora de repartir.

Los intentos de separarnos por parte de Aysel, no sirvieron de nada, tampoco la intervención de varias personas cotillas que se detuvieron  para ayudarla. Estaba decidido a destruirle la cara a este idiota y no me detendría.

—Cedric ya déjalo, puedes lastimarlo. — me dolió escucharla tan preocupada por él. Entendía que lo decía porque mi fuerza era diferente, pero esa fue la peor cosa que pudo decirme. —¡Ya alguien ayúdeme a separar a estos dos! ¡Van a matarse si siguen así!

Tras lo que parecieron varios minutos, fui sacado de encima, pero aún así arrojé una última patada, golpeando su pecho.

—¡Suéltenme! Aún no termino con él. —pero a pesar de intentarme liberar, no resultaba.

—Cálmate Cedric, ya fue suficiente.

Miré a su ex, viendo como su rostro estaba cubierto de sangre, no lo sabía con certeza, pero apostaba que terminaría visitando un médico.

—¡Esto no va a quedarse así! Te arrepentirás de haberme tocado. —¿Encima se atrevía a amenazarme? ¿Cómo demonios no valoraba su vida?

—No me arrepentiré, de lo único que me arrepiento es de no haberte golpeado antes.

—¡Se callan los dos! Pablo veté, te advertí que si seguías intentándolo no volvería a hablarte y no te importó, ahora en serio no quiero verte. —entonces volteó hacía mi y no fue una buena idea, ahora no quería hablar, podía decirle algo malo. —Y tú ¿Puedes dejar los celos?

—¿Celos? Él te estaba besando Aysel, se me permite sentirme molesto ¿No crees? ¿O eres tan liberal que para ti eso es algo normal?

—No, no lo es y pensaba detenerlo…

—Pero no es eso lo que más me molesta. Lo que no puedo entender y en verdad no puedo perdonarte ahora, es tu falta de confianza.

—¿De qué hablas?

—¿De qué hablo? —volví a reírme, pero esta vez, sentí el dolor en mi boca. —Pase la última hora recorriendo cada maldito lugar que venía a mi mente, estaba preocupado por ti. Estaba con Laurie cuando supimos lo que paso con tu hermana, creí que me necesitarías y vine a buscarte, pero veo que ya tenías a quien te consuele.

—Estas equivocado…

—¿Por qué no me buscaste Aysel? Si me llamabas, hubiera venido a ti antes.

—No lo sé, creí que tratarías de convencerme de que actué de manera impulsiva y te pondrías del lado de mi hermana.

—No confías en mi. Todo este tiempo trate de lograr ganar tu confianza, de demostrarte que estaría incondicionalmente y ahora veo que no sirvió de nada, porque cuando tienes problemas no puedes apoyarte en mi. Fui un idiota al creer que podría …—ahora entendía que esta vez no podía ceder, no podía permitir que siguiera haciendo lo que quería, confiando que me dejaría pisotear. — Preferiste a tu ex, en lugar de a mi.

—Eso no es así, lo encontré por casualidad, yo no lo busqué.

—Como sea Aysel, no me necesitas. —me di la vuelta, no tenía porque quedarme.

—Cedric, no te vayas, escúchame.

—No esta vez, he hecho todo lo que has querido solo para complacerte y no lo ves. ¿Cuánto más debo ceder Aysel para ser digno de tu confianza? ¿Alguna vez te entregaras de lleno a este compromiso o seguiré recibiendo las sobras que quieres darme? Acabo de verte besar a tu ex, acabo de escucharte preocupada por él y a la hora de confiarle a alguien tus problemas, no lloras con tu novio sino que lo haces con él. ¿Qué tengo que entender? Creo que ya todo esta claro.

—Cedric…

—Tenías razón. —recodé las palabras que había dicho luego de nuestro primer beso. — Cuando me besaste aquella primera vez, me dijiste que esto presentaba un enorme desafío para ti y tenías razón, esta vez perdiste.

Dejarla allí parada sola, fue lo más difícil, pero no podía seguir negando algo que era evidente. Ella no estaba lista, no se entregaría al vinculo por miedo y si me quedaba, solo saldría herido.
Esta vez iba a ser egoísta, debía tomarme un tiempo, darnos a los dos un tiempo. No sería sencillo, pero mi compañera no estaba lista para emparejarse, ni para confiar en su compañero. Era triste, pero ambos habíamos perdido…





Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora