Uriel
—Pasa Jorge, es bueno que estés aquí. —me hice a un lado permitiéndole entrar, tenía muchas cosas que solucionar, cosas que no podían esperar. —Voy a tratar de terminar pronto y regresar lo más rápido posible, pero creo que tardaré más de lo que me gustaría.
—No te preocupes, Lorenzo no es tan problemático como las niñas y niños mimados. Incluso Azul es más silenciosa que ellos. —ambos sabíamos que estaba en lo cierto, prefería tratar con este compañero irritante y no con Peñalosa y su caprichosa hija.
Pero teníamos que solucionar varias internas con Lorenzo, aclarar tantos puntos en este comienzo o intento de relación.
Aunque primero tenía que hablar con otras personas, tratar de llegar a una solución un poco más practica para ambos. Era hora de ser un poco egoísta.—¡Jorge! ¿Cómo te encuentras hoy? —Lorenzo entró en la sala, junto a Azul, quien tenía sus ojos aguados por el llanto.
—Bien, preparado para el trabajo. ¿Qué le sucede? —Preguntó acercándose a la niña.
—Un imbécil la despertó. —respondió clavando su mirada en mi.
¿Qué podía decir? Había olvidado que había una niña en la casa.
Yo acostumbro a gritar, dar portazos o hacer lo que me viniera en ganas, ya que vivía malditamente solo.—Me voy. Jorge no le permitas salir, recuerda que nadie debe saber que están aquí.
—Tranquilo Uriel, no saldrán para nada.
—Ya lo escuchó capitán, puede irse tranquilo. —miré de mala manera a mi compañero, consiguiendo la misma reacción que él.
¿Acaso no veía que esto era por su maldito bien?
—Volveré pronto. —O no tan pronto… pensé para mi mientras cruzaba la puerta principal.
Una vez que subí al auto y comencé a manejar, encendí el manos libres y llamé a mi padre, luego de esta mañana teníamos mucho por resolver.
Mientras esperaba que respondiera, no dejaba de pensar en lo que le diría.—Uriel, ¿Sucede algo?
—Hola papá, ¿Acaso es tan extraño que te llamé? —hacía unos días que no llamaba a nadie de la manada, por lo que comprendía su incertidumbre.
—Un poco.
—Necesito hablar y necesito que la conversación que tengamos se quede solo entre nosotros dos.
Conociendo a mi padre, mis palabras lo preocuparían. Miles de escenarios y situaciones malas cruzarían por su cabeza, pero no lo diría en voz alta, él esperaría que se lo confirmará antes de sacar conclusiones.
—Dime, sabes que no se lo diré ni siquiera a tu madre.
—Estoy pensando en ir a la manada, me instalaré un tiempo allí. —no podía seguir quedándome aquí, exponiendo a mi compañero y a su hija, luego de lo que escuché.
Él no lo sabía pero los lobos teníamos un excelente oído y más a la hora de escuchar algo que en verdad nos importaba.
No podía continuar en la ciudad, sabiendo ahora, lo que Lorenzo no se animaba a contarme.—¿Con tu compañero?
—Sí, considero que el lugar más seguro para él es allí.
—¿Por qué lo crees? Dime que sucede en realidad. —tamborilee mis dedos contra el volante, debatiendo si decirlo o no.
—Acabo de enterarme la verdadera razón por la que lo persiguen. Al parecer mi compañero se involucró con la hermana menor de un alfa, uno que no esta a favor de mezclarse con humanos. —Seguía sin comprender porque no me lo podía decir abiertamente, no lo juzgaría, ni mucho menos. Al contrario, haría lo que este a mi alcance para mantenerlo a salvo, básicamente lo que hago ahora.
—No sé porque presiento que has callado muchos detalles hijo. —lo presentía porque eso era exactamente lo que había hecho.
Muy pocos sabían lo que sucedía, ya que si esto se extendía podía tornarse peligroso. Sin mencionar que todos ellos no dudarían en aparecerse en mi puerta y tratar de jugar a los héroes, recreando hazañas de su juventud.
—Hay muchos detalles que prefiero callar, no estoy seguro aquí. Ahora mismo estoy camino a la oficina, voy a contratar a algunos nuevos empleados y tramitaré los papeles para dejar a alguien a cargo del negocio mientras viajo hacia allí. —no sería sencillo, tenía mucho por hacer y poco tiempo, pero podría lograrlo. —No lo he hablado con Gael, sé que estará de acuerdo, pero el idiota no sabe mantener su maldita boca cerrada y en menos de dos horas todos allí sabrían que estoy por llegar.
—Ni lo dudes, tiene el mismo poder cotilla que su padre. —Lo escuché reírse entre dientes y aunque también quería hacerlo, no podía, ya que no lograba olvidar todo lo que escuché decir a Lorenzo.
Es un poco ridículo que tuviera que escuchar la verdad desde detrás de una puerta, cuando se supone que soy la persona en la que más debería confiar.
He hecho de todo estos días para demostrarle que estoy de su lado, que lo protegeré a él y a Azul. ¿Qué más necesita para darse cuenta de ello?Pero si no quiere decirlo, muy bien, que guarde sus secretos, por mi parte lo mantendré a salvo de todos, incluso de él mismo.
Ya sé todo lo que necesito, ahora debo ponerme a hacer mi trabajo y centrarme solo en ello.—Sé que no sabe guardar un secreto, por eso mismo preferí llamarte a ti.
—Hijo, ¿Aceptaste por fin que es tu compañero? —sí, no podía ignorar eso.
—Lo hago, sé que es mi compañero y creí que podríamos terminar juntos, pero ahora no lo sé. ¿Qué es lo más importante en una relación? La confianza. Y aunque confió en él, al punto de decirle la verdad, él no lo puede hacer conmigo.
—No seas tan duro, cada persona necesita sus tiempos.
—No cuando su cabeza pende de un maldito hilo. —él sabia que estaba en lo cierto, por eso no podía decir que me equivocaba. —Le dije todo, que soy un lobo, que me siento atraído hacia él y que a pesar de mis miedos estaba dispuesto a intentarlo. ¿Y de qué sirvió? De nada, porque sigo sin ser digno de su confianza.
—Solo dale tiempo hijo.
—Puede ser, pero antes lo pondré a salvo y sé que nadie lo tocará en la manada. Además allí estará Rubí y podrá apoyarse en alguien que conoce y aprecia.
—Prepararé todo para su llegada, pero no trates de resistirte, es imposible. Créeme hijo, mientras más fuerte quieras mostrarte, más rápido caerás.
Y lo sabía, porque por más fuerte que trataba de mostrarme, era débil ante lo que me provocaba.
—Nos vemos papá. —terminé la llamada y suspiré.
Ahora tenía que encargarme de los preparativos y luego pensaría en lo demás.
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...