Aysel
A pesar de todo lo malo que estaba viviendo, era muy agradable sentir el calor del abrazo de Cedric. La verdad no esperaba que viniera a verme, pero ahora que esta aquí, no quería soltarlo, tenía miedo de que se fuera.
Las cosas entre nosotros seguían de manera dudosa, pero de hoy no pasaría el que solucionáramos eso.En varias ocasiones, desde que llego, pasee mi mirada por mi cuarto, buscando algo con lo que atarlo, en caso de negarse nuevamente a escucharme.
Era consciente que en caso de hacerlo, mi hermana no estaría de acuerdo e intentaría soltarlo. Bueno, eso antes de que supiera la razón, ahí quería creer que me apoyaría. Al menos por unas horas.Cuando su abrazo comenzó a ser más débil, lo solté, apartándome unos centímetros de él, pero no mucho. Tenía su mirada en la mía y no pensaba alejar la mirada, quería que comprendiera, de una maldita vez, que lo quería conmigo.
-Ahora dime que sucedió rayita, no puedo verte tan triste y no querer ir a destrozar la universidad. -su mirada era tierna, compasiva, como si en cualquier momento pudiera quebrarme.
-Cuando te fuiste Pablo apareció -comencé, sabiendo que esto solo lo molestaría aún más.-Al principio creí que lo mejor era ignorarlo, ya sabes, a ver si entendía que en serio no quería saber más nada con él. Pero mi negativa solo incremento su molestia, me tomó del brazo y aunque podía defenderme y dejarlo en verdad herido, terminaría exponiéndome. ¿Cómo les explicaría a todos que había desarrollado superfuerza? Entonces comenzamos a discutir, él me pedía que hablemos y yo le pedía que me soltará y me dejará en paz.
-¿Es así como llegó el director?
-Sí. La discusión atrajo a muchas personas y un par de chicos se involucraron para ayudarme. Cuando el director llegó nos llevó a su oficina, lo que me dio la sensación de que nada estaría bien. -lo cual para mi desgracia era acertado. - Allí nos preguntó la razón y por primera vez en mucho tiempo, decidí ser valiente y decirle la verdad. Le dije cuando conocí a Pablo, como comenzamos una relación, el tiempo que está duró y que no me dejaba de buscar, luego del corte.
-¿Cómo reaccionó él? -Cedric tenía una pequeña arruga en su entrecejo, que iba a dedicarme a hacer desaparecer.
-Mal. Comenzó a contradecirme, a decir que era una vil mentirosa, tratando de manchar su reputación y muchas cosas más. En verdad era muy frustrante, pero yo solita me había metido en ese problema cuando lo acepte, solo me quedo resignarme. -claro que en el momento, a pesar de intentar mostrarme valiente, temblaba como si me encontrara en bikini, caminando por las congeladas calles del maldito pueblo de Oymyakon, pero Cedric no tenía porque saber eso.
-No me digas que le creyeron a él y no a ti. -al principio...
-Era normal que lo hicieran, no del todo, pero que dudaran de mis dichos. Comenzaron a decirme que era una acusación muy grave y que debería tener pruebas antes de inculpar a alguien así.
-¡Son unos idiotas! Por la Diosa Aysel, lo encontraron molestándote.
-No según él, según su versión solo quería pedirme que lo dejará de acosar, que era un profesor y que cualquier tipo de relación nos causaría problemas a ambos.
-Jodido hijo de perra. -eso mismo fue lo que había dicho en el rostro de Pablo, frente al director y los testigos.
No entendía como alguna vez pude interesarme en alguien como él, pero para mi desgracia, lo había querido bastante. Ahora ese sentimiento estaba tan olvidado, enterrado en un rincón, lleno de polvo.
Ambos habíamos cambiado, no se si madurado, ya que sentía que me faltaba mucho por aprender y él en vez de avanzar, retrocedía. Pero ya no éramos los mismos que en ese entonces y en este momento, no podía verlo como un hombre.-Es normal, creo. Lo bueno es que tenía aún guardado en mi celular cada mensaje, cada llamada y fotografía que Pablo me había enviado. Sé que es duró, pero a pesar de ser consciente de la cantidad de problemas que se me venían encima, solo quería que no se lo hiciera a alguien más. -a mi me había arruinado una relación, con sus constantes apariciones "Casuales". -Cuando lo conocí, me pareció muy centrado, maduro y alguien que quería lo mismo que yo, algo que no nos atará. Pero con el tiempo cambio y comenzó a portarse celoso, asfixiante y una vez que terminamos, me mostró su verdadero ser: un obsesivo acosador.
Era ingenua muchas veces, pero no podía dejar de ver que siempre estaba en los mismos lugares que yo. Siempre que me encontraba, estaba vulnerable, por lo que le era sencillo traspasar mi barrera. En verdad tuve tantas señales que preferí ignorar, que ahora no podía solo culparlo a él, también era mi culpa.
-Aunque este año no puedas cumplir tu sueño de estudiar, el próximo lo podrás hacer y nadie te quitará eso. Es más, el próximo año será el mejor.
-¿Así y por qué? -sentía verdadera curiosidad.
-Porque estaremos aún más establecidos como pareja, no podrás deshacerte de mi, mi pequeña y rebelde rayita. -Despeino un poco mi cabello, dándome una de sus bonitas sonrisas, de esas que me hacían olvidarme de todo.
-Ya te dije que no quiero un amigo Cedric.
-Y yo te dije que aunque quisieras verme así, yo no podría hacerlo. Te amo Aysel, con todo y tus barreras. Sé que me costará, pero voy a ganarme el lugar dentro de tu burbuja de seguridad, no me importa esperar. -me acerqué y lo besé, yo lo amaba. Puede que no se lo haya dicho antes, pero él había dado vuelta mi mundo, me estaba llevando al camino por el que siempre debí caminar.
-Yo también te amo. -murmuré, alejándome solo un poco de sus labios. -No quiero seguir alejada de ti, me duele. No es solo el vinculo, es algo más, nunca me sentí de este modo y me asusta. Quiero estar contigo, quiero que me sonrías, que me beses e incluso que me llames por ese ridículo apodo de rayita. -Me reí y negué, provocando que nuestras narices chocaran. -¿Sabes que vi esa película solo por ti?
Él no me decía nada aún, pero me sonreía. La sonrisa más grande que he visto hasta ahora en él.
Quería guardar este momento, retenerlo en mi cabeza, en una caja de cristal, donde nunca podría perderse.-Te dije que tenías ese lado romántico y que tarde o temprano me lo mostrarías. -abrí mi boca lista para decirle algo en verdad desagradable, pero mis palabras murieron en sus labios.
En este momento podía ser lo que él quisiera, tímida, romántica, podía incluso convertirme en un algodón de azúcar humano , solo debía quedarse conmigo.
-Lo tuyo no fue romántico. Creí que me lo decías porque era algo lindo y era un pequeño monstruo. -en cuanto lo acusé, comenzó a carcajearse. Tonto.
-Es tierno, pero no podía llamarte Gizmo, cuando te conocí estabas torturando a un hombre.
-Él intento asaltarme, solo me defendí.
-Claro pequeño monstruito. -dijo divertido, logrando que golpee su hombro.
-¿Gizmo es el tierno y buenito?
-Sí, es el único sin maldad entre ellos.
-Ya lo veras, me convertiré en él, ya no seré el malo. -si iba a ser su luna, tenía que comenzar a cambiar mi actitud.
-Aunque lo hagas, tú siempre serás mi rayita. Acéptalo Aysel, tienes una chica mala dentro, aunque solo lo seas para mi.
Esta vez fui yo quien terminó riendo a carcajadas, no podía creer como de pronto había llevado todo al doble sentido. Pero era tan bueno tenerlo de regreso, que no me importaba, ahora solo debía tener cuidado de no arruinar las cosas.
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Pocas pulgas
Hombres LoboLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...