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Faith




No quería aceptarlo pero el hombre junto a mi era bastante atractivo. Ahora que estaba más tranquila, podía apreciarlo mejor, pero eso no le quitaba que fuera un idiota creído.
Básicamente me había obligado a venir con él o de lo contrario me seguiría, como un jodido perro guardián. Y eso me molestaba, el único hombre del que toleraba ordenes era mi padre y él no lo hacía muy a menudo.

Hablando de él, sabía que debía hacerle saber lo sucedido. No quería hacerlo, pero tenía dos razones que me convencían de que era lo mejor.
La primera, era que aunque quisiera ocultarlo, terminarían descubriéndolo y decírselo ahora, que acababa de suceder, era mejor que después de que mamá lo descubriera encontrando mi nombre en alguna ficha policial. Por desgracia, era demasiado buena en ello. Y la segunda, era que necesitaba, más que nunca, un padre protector y celoso.

En estos momentos a mi padre no le importaría que Jonás sea mi compañero, él me arrastraría a un lugar seguro, que esperaba no sea la manada.

—Debo llamar a mi padre, es mejor que lo sepa por mi. —informé, mientras él conducía.

—¿Le darás las buenas noticias?

—¿Acaso te quieres morir? Suficiente que le diré que soy sospechosa en un asesinato, no forcemos la suerte. No quiero que tengan un accidente, viniendo a buscarme.

Él no dijo nada y se lo agradecí, ahora solo podía concentrarme en lo que debía decirle a mi padre. Lo más importante, era mostrar fortaleza y gracias a las constantes provocaciones de Jonás, la tenía.
Con el pensamiento de esa fuerza dentro de mi, marqué el número de mi padre.

—¿Faith? —su voz se escuchaba adormilada y teniendo en cuenta la hora, estaba segura de que lo desperté. —¿Qué pasa? ¿Por qué me llamas tan tarde? ¿Algo anda mal?

—Sí. —admití y toda la fortaleza que tenía se cayó como un castillo de naipes.

—Esta bien Faith, cálmate y explícame que sucede.

—Asesinaron a mi compañera de apartamento. —solté de golpe, acompañado de un sollozo.

—¿Qué mierda paso Faith? ¿Estas bien?

—Antes cuando terminé la conversación contigo, entre al apartamento y todo estaba destrozado, fui al cuarto de Simona a buscarla y estaba allí. Ella estaba muerta. ¡Por la Diosa papá, tenía un cuchillo enterrado en el pecho! No recuerdo mucho porque me desmaye, pero cuando reaccione la casa estaba llena de policías y me consideraban la principal sospechosa. —tomé una fuerte bocanada de aire y eche mi cabeza hacia atrás. —Por suerte tenía los comprobantes de los estacionamientos que comprobaban que no estaba allí, pero ahora estoy de camino a un hotel, sabes que no puedo quedarme en el lugar por cuarenta y ocho horas.

—¡Estoy yendo ahora mismo!

—No hace falta papá, solo se los informaba porque no quiero que mamá me vea plasmada en alguna ficha policial. —Jonás me miró con curiosidad, claro él no tenía idea de lo que mi madre podría hacer con una computadora.

—No me importa Faith, voy a ir y se acabo. —gruñó antes de cortarme.

—Me cortó—dije mirando el teléfono en mi mano.

—No quiero sonar obvio cariño, pero no puedes decirle a tu padre que no venga a comprobarte, es imposible no hacerlo. A eso súmale que es un lobo, cuya naturaleza es proteger a los suyos. ¿Qué esperabas?.

Me quedé en silencio, no le daría el gusto de admitir que tenía razón. En estos momentos nada de lo que dijera, impediría que mi padre venga a ver como me encontraba.

—Llegamos, hogar dulce hogar. —dijo estacionando frente a una bonita casa de techo inclinado y tejas algo envejecidas, con paredes color durazno y flores por donde mires.

Esta definitivamente no era la casa de un hombre soltero, mucho menos uno que se dedicaba a una profesión que le absorbía demasiado tiempo.

—Muy bonita, pero lleva demasiado tiempo cuidarla. ¿Cómo lo logras? —pregunté, tratando de no sonar tan desesperada por la información.

—Yo no lo hago, no tengo paciencia para los jardines. —eso fue todo lo que respondió antes de salir del auto.

Salí y lo seguí por el camino de entrada, una vez dentro, noté que el lugar tenía el mismo cuidado que había fuera. Pero no fue lo único que note, la mujer con el bebé en brazos fue lo que me detuvo en seco.
¿Acaso estaba casado y con un hijo?

Miré con cuidado al hombre junto a mi, antes de volver a mirar a la mujer. ¿Cómo se atrevía a traerme a conocer a su esposa? No solo eso, el muy imbécil había coqueteado conmigo.

—¿Qué haces despierta tan tarde Elisa? —preguntó comenzando a caminar hacia ellos.

—Ya conoces a Javier querido, una vez que se despierta tarda en volver a dormirse. — no dejaba de repetir en mi cabeza la palabra “Querido” ¿Quién rayos usaba esa palabra?.

—¿Qué anda mal amor? —preguntó, terminando de cerrar la distancia entre ellos y tomando al pequeño en brazos.

¿Amor? No pude evitar la punzada de dolor que sentí, pero no debía hacerlo, acababa de conocer a este hombre y ni siquiera me caía bien.
De todas maneras, una parte de mi parecía estar dolida y celosa.

Definitivamente venir no había sido buena idea.

—Hola, mi nombre es Elisa, ¿Tú quién eres? —volví a mirar a la chica, frente a mi y no podía ser grosera, ya que ella no me había hecho nada.

—Hola, soy Faith.

—Ella es mi compañera, no te lo dirá porque aún esta aceptándolo. No tuvimos un encuentro muy romántico. —lo miré sorprendida, pero más me sorprendí cuando ella sonrió.

—Esa es una gran noticia y muero por conocer los detalles. ¿Quieren un café?

—Créeme no te gustaría conocer los detalles, es horrible. —la seguí a la cocina, con Jonás detrás de nosotras.

—Siempre lo es el trabajo de Jonás, ya me he acostumbrado a lo horroroso.

—Me imaginó. ¿Ustedes están juntos? —mi pregunta los hizo reírse y no entendía porque.

—No, por supuesto que no. ¿Quién me crees Faith? Jamás te traería si tuviera a una mujer y un hijo esperándome en casa.

—Somos hermanos. —respondió Elisa aún con una sonrisa. —Toda la vida nos han dicho que nos parecemos, es bueno comprobar que nos han mentido.

Ahora me sentía tonta y lo único que quería era que la tierra me tragará.

—Lo siento. —me disculpé, mirando a todas partes, menos a ellos dos.

—Tranquila, te entiendo. Solo estas celosa por tu compañero. —mi boca se abrió, no podía creer que dijera eso.

—¿Estas celosa cariño? Bueno eso sin dudas es un paso adelante.

—¿Te ayudo con el café? — debía concentrarme en otra cosa, era lo mejor que podía hacer.

—Tranquila, estoy bien. —que bueno que ella lo estuviera, porque yo no lo estaba.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora