Jonás
—No lo puedo creer Jonás, te metiste con la testigo. ¿Qué esta mal contigo? Una cosa es que te guste jugar al limite, sabes que apoyo eso al cien por ciento, pero van a sacarte del caso. —miré mal a Daniel, se suponía que había subido para ayudar a calmarme, no para seguir tirándole leña al fuego.
En cuanto logré calmarme un poco, Faith nos convenció de subir por un café o en mi caso, un maldito trago.
Pero mientras ella lavaba su rostro, a mi me tocaba tratar con este imbécil.—Me importa una mierda el caso. No puedo soportar que se atreviera a tocarla. Lo voy a matar. —un musculo en mi mandíbula se tensó, al recordar como se encontraba mi compañera cuando llegamos.
Ella no debería tener que pelear con alguien, exponiéndose a que cualquier cosa pudiera sucederle. Me tenía a mi para cuidarla y estaba claro que venía haciendo un trabajo de mierda.
—Si lo haces deberé encerrarte y tienes muchas personas enojadas a las cuales encerraste allí, así que te recomiendo replantear tu idea.
—Ya cállate Daniel o de lo contrario te largas.
Un minuto más tarde Faith apareció frente a nosotros. Aún tenía su labio rojo y un chichón en la frente.
—¿Dónde están tus padres Faith? —ante mi pregunta ella rodó los ojos y se cruzó de brazos.
—No aquí. ¿Recuerdas que soy mayor de edad y ya no vivo con ellos, verdad?
—En días como hoy creo que deberían mudarse contigo. —Solté con un suspiro. Al menos su padre podría protegerla.
—Hace días no parecía eso, al contrario, hubieras deseado encontrarme sola.
La miré, recordando esa noche y el como se sentía su cuerpo contra el mío. Definitivamente si no hubieran estado sus padres aquí, nada ni nadie hubiera podido alejarme de ella.
Supe, por la oscuridad en su mirada, que estaba recordando exactamente lo mismo.—¿Qué quieres que te diga cariño? No puedo negociar con tu seguridad. Hace días me hubiera quedado contigo y demás esta decir que ninguno hubiera dormido en toda la noche, pero estarías segura a mi lado. Ahora en esta situación, tu padre es la persona en quien más confió para que te cuide.
—Oh, wow Jonás, deberías escribir poesía. —nos interrumpió Daniel. —Eso sin dudas me llego al alma.
—¿Qué haces aún aquí idiota?
—Soy tu compañero y voy a donde tu vas.
—No puedo creer que hayas dicho algo como eso cuando tienes un compañero de trabajo parado justo en frente. —no estaba diciéndole más que la verdad.
—Solo digo la verdad cariño, no difícil notar que me interesas y que te deseo. Él ha sido mi amigo durante años, sabe que nunca actuaría como hoy por nadie.
—Es cierto, no lo haría y ciertamente no le diría esa mierda que te dijo a nadie más. —entonces frunció el ceño y luego sonrió. — Soy Daniel, por cierto.
—Faith.
—Será mejor que me esperes en el auto Daniel, tengo que hablar con ella. —No apartaba la mirada de mi compañera, estaba tan molesto.
—Solo no te tardes demasiado. Nos vemos Faith—sonrió y salió por la puerta.
—¿En qué pensabas? Mira como dejo tu rostro. —Dije apenas oí el clic en la puerta.
—Yo no lo fui a buscar, él vino por mi. Algo que creí que harías tú primero.
Así que estaba molesta por la falta de comunicación. La verdad es que estaba dándole tiempo, ella parecía no saber que quería, al menos ahora parecía más decidida.
—Tienes razón, dije que llamaría y no lo hice. Ni siquiera puedo excusarme con el trabajo, a pesar de que trabaje de corrido, pude tomarme unos minutos. Sé que actué mal, que maneje las cosas entre nosotros mal y me disculpo. Pero me siento frustrado, nunca sé que quieres o que harás. —me acerqué hasta quedar cara a cara con ella. —Eres mi compañera y te quiero conmigo, pero los juegos también me cansan. Si me quieres me tienes, soy tuyo, pero debes dejar de dar jodidas vueltas cariño.
—Tienes razón, ya no quiero jugar, o sí, pero otros juegos. ¿Por qué en vez de discutir esto, no hacemos algo mejor? —mis ojos siguieron su mano, como descendía por su blusa, deteniéndose en el tercer botón.
—¡Mierda Faith! Si empezamos esto no me detendré pronto ¿Eres consciente de ello? —Ella no respondió, solo me miró a través de sus pestañas, volviéndome loco. —Responde Faith.
—¿Por qué querría que te detengas? Estoy tratando de seducirte, por si no lo notas. —respondió desprendiendo el botón de sus pantalones, quitándoselos, hasta quedar solo con ese pequeño triangulo de encaje color rojo.
—No tendré solo sexo, si hacemos esto, estarás aceptándome cariño. ¿Lo entiendes?
—Por favor Jonás, en serio te deseo y ahora tú decides jugar.
—No juego, si hacemos esto, debes estar dispuesta a comenzar algo serio conmigo. —¿No entendía lo importante que era para mi?
—De acuerdo, pero ahora apúrate.
No dije nada más, me acerqué a ella empujando su cuerpo contra la isla de la cocina, subiéndola en ella. Con fuerza bajé mi boca, besándola con todas las ganas acumuladas luego de estos días.
Lleve sus manos arriba de su cabeza, esta vez no la dejaría controlar la situación, me gustaba llevar el control y se lo demostraría.Pero mientras trataba de castigarla por los días de frustración, más me rendía y los besos que comenzaron rudos, pasaron a ser suaves. Ahora la besaba con ternura, con la mayor delicadeza que alguna vez pude tener.
Lamí cada uno de sus labios, mientras solté sus manos, posicionando las mías a cada lado de su rostro.Era imposible que no comprendiera que estaba listo para entregarme a ella, que no era solo sexo, que cuando le decía que quería una verdadera relación no mentía.
Pero también noté el cambió en ella, ya no seguía el beso. Así que cuando me aparté, encontré las lágrimas en su rostro.—No puedo. Perdóname pero no puedo. Vete Jonás.
—Faith…—sabía que no me escucharía. Que se había encerrado en si misma.
—No puedo darte un compromiso como el que quieres, me gustaría, pero no puedo. Por favor vete. —caminó encerrándose en la habitación.
De nada servía insistir, al menos no ahora. Pero esta vez no iba a darle tanto tiempo.
Ella estaba confundida, pero sentía algo por mi, solo debía demostrarle que era lo correcto.
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...