Cedric
Había creído que me quedaría tranquilo al no recibir una respuesta de Aysel, pero eso no sucedió. A los veintidós minutos, contados a reloj, sin una respuesta, la impaciencia no dejaba de crecer en mi.
A causa de ello, ahora mismo me encontraba estacionando frente a la casa de mi compañera.No sabía si reaccionaria bien o mal, si quería o no verme, pero no podía seguir sin saber como se encontraba. La imaginaba destrozada, esto era por lo que había luchado durante toda su vida, lo que más quería.
Baje del auto, pidiéndole a la Diosa un poco de paciencia, en caso de que mandara a volar, aunque esperaba que eso no ocurriera y que me recibiera de buena manera.Dude unos minutos en tocar el timbre, pero cuando lo hice, la adrenalina no abandonaba mi cuerpo.
—¿Cedric? —entendía la sorpresa que sentía Carmen al verme aquí, ni yo mismo lo entendía aún.
Lo último que recuerdo es apagar la televisión, sin saber que había sucedido en el programa que estaba viendo. Luego de eso, breves visiones de mi tomando las llaves, subiendo al auto y manejando hacia aquí.
—Hola Carmen ¿Esta Aysel? —no sabía que decirle en caso de que me preguntara la razón de mi visita. No podía decirle que era el compañero de su hermana, sin conseguir el odio está .
—Esta en su cuarto, no se encuentra muy bien…
—Lo sé, algo me contó Laurie, es por eso que me acerqué a comprobar como seguía, espero que no te moleste.
—No, para nada. Pasa. —Se sentía la incomodidad en el aire, era denso y pesado, una sensación asfixiante. — ¿Quieres que la llame o prefieres ir con ella?
—Creo que se sentiría más tranquila en su espacio ¿No crees? —la verdad es que quería estar a solas con mi compañera, sostenerla mientras lloraba, darle ánimos y hacerle ver que aunque ahora no podía, el próximo año lo lograría.
—Sí, tienes razón, es la tercera puerta a la derecha, pasa. —Empecé a caminar, pero me detuve cuando habló nuevamente. —Cedric, Aysel me contó lo que sucede entre ambos. Sé que estuvieron juntos y me alegra mucho saber que eres su compañero.
—¿Te lo dijo? —pregunté aún sin creerlo, Aysel se negaba a esto de manera irreversible.
—Hace días, precisamente el día que terminaron. Ella en verdad esta arrepentida y creo que ahora esta siendo victima de todos los errores que cometió. Me duele ver que no pude cuidarla como quería.
Comprendía el sentimiento de Carmen, a pesar de hablarle muchas veces a Aysel sobre lo que debería y no debería hacer, ella nunca la escuchó y ahora se veía en la responsabilidad de hacerse cargo de sus actos.
Al igual que ella, me gustaría poder hacer algo para ayudar a Aysel a salir con bien, pero ahora no creía que la universidad cambiara su decisión. Lo hecho, hecho estaba.—La cuidaste bien, pero ella debía cometer sus propios errores, solo así iba a entender porque se lo decías. Esto pasará, ella puede volver a intentarlo el próximo año. No debe darse por vencida, esto no es el fin.
—Yo lo sé, pero para Aysel si es importante y eso me duele. No me gusta verla así y sentir que no confiaba en mi, por algún miedo ridículo.
—Sigo sin creer que te haya confiado nuestro vinculo, hace tiempo quería hacerlo, pero se tornaba difícil hacerla ceder. Tenía miedo de perder todo aquello por lo que luchó, pero de todas maneras ahora lo perdió.
—Y también siente que te perdió a ti. —declaró, haciéndome sentir como una mierda. Si lo creía es porque no quise escucharla y ahora temía que pudiera volverse difícil solucionar todo.
—No hay manera en que me pierda, ella es todo lo que quiero, pero ambos necesitábamos tiempo para comprender lo que queríamos del otro. Ella quiere libertad y puedo dársela, pero no puedo evitar ser posesivo, solo quiero cuidarla. Pero yo necesito compromiso, necesito saber que en verdad me quiere, me sentía oculto, alguien indigno de ser su compañero.
—Y todo eso paso por mi culpa, fui demasiado permisiva en ciertas cosas y estricta en otras, la confundí y le generé ese miedo a emparejarse.
—Ahora necesito hablar con ella y hacerla comprender que estaré aquí de manera incondicional, aunque no deje de intentar alejarme, una y otra vez.
—Es bueno que digas eso, sabía que eras un buen chico, me alegro de que seas su compañero.
—Espero que ella aún sienta la misma emoción. —me encaminé, hasta pararme frente a la puerta de su habitación y golpear unas tres veces, hasta escuchar un suave “pasa” de su parte.
La habitación a diferencia de lo que imaginé, era toda en tonos celestes y blancos, rodeada de adornos, fotos y uno o dos atrapa sueños, llenos de plumas.
Con su personalidad explosiva esperaba, todo color negro y decorado con calaveras o bandas de rock heavy, pero la había juzgado mal.—Te olí, sabía que eras tú. ¿Qué haces aquí Cedric? —preguntó aún recostada en la cama.
—¿Y lo preguntas? Estas aquí y estas mal rayita, me enteré lo que sucedió y no había manera de que te deje sola. ¿Quieres contarme lo que sucedió?
—No aún, primero dime si vienes en carácter de amigo o de algo más.
—Sabes que nunca seré solo tu amigo.
—Lo fuiste por un tiempo…
—No, tú lo creíste. Pero yo nunca fui tu amigo Aysel, siempre fui algo más para ti. ¿Enserio creíste que me conformaría con una amistad? Tenía fe en que entrarías en razón. —confesé con una sonrisa, era tan ingenuamente linda.
—Eres un tramposo, me mentiste.
—No, solo te di tiempo a acostumbrarte a mi. Ahora que sabes que nunca seré un amigo, puedes contarme lo que pasó.
—¿Aún me quieres Cedric? Lo único que falta es que también te haya perdido a ti, por mi mala manera de actuar
—Aún te quiero Aysel, mucho más de lo que puedes imaginar. Eres mi compañera, mi vida. Vamos a pelear muchas veces, pero no te perderé, ni me perderás. —tomé su rostro, el cual estaba rojo de tanto llorar y bese su frente. —Eres la única con el poder de romperme el corazón, la única que quiero que lo haga, pero también eres la única que puede repararlo. Ahora no importa lo que pasó y el por qué nos alejamos, ahora solo me importas tú y el que estés bien.
—Ahora lo estoy. Solo quédate conmigo, te necesito. —me abrazó y supe que había hecho lo correcto en venir. No solo eso, no habría poder humano o lobo, que me alejará de ella hasta que este del todo bien e incluso luego.

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Pocas pulgas
Про оборотнейLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...