Aryeh
Era la tercera vez que me llamaban de este número y no tenía ni una maldita idea de quien era. Odiaba responder a números desconocidos, pero este ya estaba terminando con mi paciencia.
De manera frustrada, pase una mano por mi rostro y respondí.—¿Quién? —pregunté bruscamente.
—Hola Aryeh ¿Cómo estas? Yo muy bien, gracias por preguntar. —sonreí al escuchar el claro reclamo en su voz.
—¿Así que por fin estas dignándote a llamar? Creí que estaba en tu lista de odiados solo por parecerme a Gael.
—Nah, tú eres el gemelo bueno, o eso creí. ¿Qué te traes con la puritana?
¿Qué me traía con Samara? Todo. Cada maldita cosa que podía imaginar, era lo que quería con ella.
—Ahora es mi chica, estoy loco por ella Faith, completamente loco. Creí que la conocía y sin embargo cada día con ella descubro algo nuevo, me hace reír, me sorprende y sin duda me encanta. —podía decir más, pero conociéndola, pronto me mandaría a callar.
—Creo que ya lo capte, aunque me genera muchas dudas. ¿Esto es un juego para ti? ¿Una especie de reto? Porque si lo es, juro por la Diosa que lo lamentaras. Puede que no me haya defendido yo misma, pero ella es mi amiga y no habría lugar donde pudieras esconderte de mi.
¿Acaso estaba loca? Acababa de decirle que Samara lo era todo para mi y salía con esta tontería. No tenía dudas de que ella y Gael eran iguales, dos tercos, que solo oían lo que querían.
—Fue bueno hablar contigo, pero no escucharé tu mierda…
—¡Espera! Solo quiero saberlo, no puedes culparme por preocuparme por ella. —suspiré y traté de mantener la poca paciencia que me quesaba.
—No estoy jugando con ella y nunca la vería como un reto, demonios Faith, no soy un maldito bastardo.
—Esta bien, ya, lo siento. Estamos bastante sensibles ¿Verdad?
—Todos parecen saber mis sentimientos menos yo. ¿Cómo te sentirías en mi lugar? —pregunté con molestia. —No puedo creer que el hecho de que me acerque a ella, sea motivo para juzgarme. ¿No puedo quererla? ¿Es tan improbable?
—Lo es, no trates de negarlo, te conozco a ti y a tu hermano, incluso mejor que tus propios padres. Sé que hay algo más, pero por más que he tratado de descubrir que es, no lo logro, cada cosa parece errónea.
—¿A qué ideas llegaste?
—Eso no importa, pero quiero la verdad Aryeh. Por favor, tú eres diferente a tu hermano, no me hagas cambiar mi visión de ti.
—Es mi compañera, nunca la vería como un maldito desafío. —estaba tan tentado a terminar la llamada.
—Con esta ya van dos veces, pero lo siento, en serio lo siento. Debo parecerte una persona horrible por desconfiar de esta manera, pero ella es demasiado… no quiero decir inocente, porque hace bastante que deje de ver esa inocencia en ella, esta creciendo y tú aceleras eso. Ayer cuando hable con ella lo note, se esta enamorando de ti y me aterraba la idea de que encontraras a tu compañera y la dejaras, pero ahora que sé que ella lo es, no imaginas la tranquilidad que siento.
—¿Crees que se este enamorando? —esperanza era lo que escuchaba en mi voz y necesitaba su confirmación, saber que estaba haciendo las cosas bien.
—Sí Romeo, esa cosa horrorosa que es el amor, pero no solo ella lo esta sintiendo, sino que tú también.
—Estas en lo cierto Faith.
—¿Faith? —voltee y me encontré a Gael, parado en la puerta, observando el aparato en mi mano.
—Para que veas muñeco, no se me escapa nada. —ella se escuchaba divertida, no imaginaba que frente a mi se encontraba mi hermano.
Negué hacía él, no podía obligar a Faith a que hablaran, si ella querría lo llamaría.
Gael parece estar indeciso y si conozco a mi hermano, como claramente hago, no tardará en venir por el aparato.—¿Oye idiota, sigues ahí? Bien lo que sea, llámame cuando te recuperes del shock. —en cuanto cortó, escondi mi teléfono en el bolsillo trasero de mis pantalones.
Cuando la mirada de mi hermano se movió bruscamente hacía mi, sé que no tardaremos en empezar a pelear.
—¿Tienes su maldito número y no te importó decírmelo? ¿Qué clase de traidor eres?
—No soy un traidor Gael, pero Faith también es mi amiga. Ahora solo para que no pienses cosas que no son, no tenía su número.
—Pero ahora lo tienes y por tu jodida actitud sé que no me lo darás. —no lo haría, empezaba a creer que lo que mi hermano sentía era una obsesión.
—Veo que no necesitas respuestas, has sacado tus propias conclusiones. ¿Por qué no la dejas en paz de una vez?
—¿Por qué tú no dejas en paz a Samara? Quiero verte hacerlo si crees que es tan sencillo.
—No puedo hacerlo. —no podía alejarme, no solo eso, no queria hacerlo.
—¡Yo tampoco! ¿Tan difícil es entenderme? Todavía estoy jodidamente enamorado de ella.
—Gael, ella ya no siente lo mismo ¿Estas seguro de que no estas confundiendo el sentimiento? —pregunté sin ninguna intención de ofenderlo, sino que trataba de ayudarlo, pero lo único que conseguí fue que me golpeara.
No era como si no lo esperara, ya que siempre que hablábamos de Faith su actitud era bastante impredecible, pero creo que él no esperaba que esta vez se lo devolviera.
No quería golpear a mi hermano, pero si para dejarme ayudarlo debía hacerlo, así seria.
—¿Crees que puedes opinar? El hecho de que ahora parece que estas en una maldita relación con Samara, no te vuelve un jodido experto en esas cosas. Estuvimos juntos cuatro años, no un par de semanas, conozco bien cada sentimiento que ella despierta en mi. —me empujó, pero no estaba dando marcha atrás.—¿Lo haces? ¿Y desde cuando te despierta una enferma obsesión? —esta vez yo lo estaba empujando— Se fue y aunque ya ha hablado contigo, sigues insistiendo, déjala, cuando lo sienta te buscara.
Él me miro fijamente, pero hablo de manera lenta y baja, conteniendo mucha cantidad de ira.—No te metas en mi vida, porque si fueras tú, no querrías escucharme. Trató de ser el mismo de siempre, pero hasta que no pueda verla frente a frente y disculparme, no estaré bien.
En cuanto salió, azotó la puerta. Él estaba molesto, pero no podía hacer nada por cambiar sus errores, no se dejaba ayudar, solo se encerraba en su propia mierda.
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...