Samara
Cuando miré al lugar al que me trajo, entendí porque dijo que era un lugar que seguro no había visitado. El edificio se veía bastante sórdido y oscuro, tenía que confesar que me daba un poco de miedo entrar.
Sin embargo cuando me abrió la puerta, entré, siendo golpeada por el aire helado que escapaba de su interior.Dentro no era muy diferente a lo que se veía desde el exterior, las paredes de ladrillos, seguro habían visto mejores días y dudaba que fueran muy atentos a la limpieza.
Cuando Aryeh me instó a seguirlo, arrugue mi nariz y caminé tras de él, un poco aturdida por el olor a cigarrillo y las personas de aspecto un poco aterrador.Él se sentó en un reservado, como si viniera aquí seguido, mientras yo me senté lentamente. No era por ser critica o algo delicada, pero como saliera alguna cucaracha, haría mi carrera fuera de este lugar.
Creo que Aryeh captó mi nerviosismo y se rio, pero solo bastaba con mirarme a mi y a las personas a mi alrededor para saber que no pertenecía aquí.—Relájate Samy, sé que no se ve muy bien, pero la comida es increíble. —dude por un segundo, observando al hombre sentado en la mesa frente a nosotros con el pelo grasiento y un aspecto de motociclista siniestro, pero confiaba en Aryeh.
—De acuerdo. ¿Vienes mucho a comer aquí? —pregunté tratando de eliminar cada mal pensamiento en mi cabeza.
—Últimamente no, pero solíamos venir seguido cuando Cedric seguía por aquí. —asentí, reacomodando los saleros en su lugar.
—¿Algo así como su club de perdición?
Él rio, pero de todas maneras respondió. —Podrías llamarlo así, nosotros lo llamábamos nuestro escape de las obligaciones.
Entonces era aquí a donde venían cada vez que se desaparecían. Recuerdo que muchas veces acompañe a papá mientras los buscaban.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de una mesera con grandes tetas y una sonrisa hacía mi acompañante. Con razón venían aquí, eran un par de adolescentes acalorados.
Mamá tenía razón, el diablo estaba en todos lados.—Vamos a querer dos hamburguesas dobles con papas fritas y —me miró antes de sonreír y negar. —un jugo para ella y una cerveza para mi.
Cuando la chica se fue, me incliné hacia adelante, acción que él repitió, dejando nuestros rostros bastante cerca.
—¿Y si no quería una hamburguesa? —básicamente él había ordenado por mi.
—Te encantará, además no te vi muy abierta a probar algo más elaborado aquí. Pero si quieres puedo llamarla. —intento levantar su mano, pero se lo impedí, sosteniéndola entre las mías.
—No es necesario, una hamburguesa suena genial. —no había manera de que le permitiera atraer la atención hacía mi, ya estaba demasiado asustada.
No sabía si había hecho todo esto adrede, pero entre su confesión y el traerme aquí, mi nivel de ansiedad estaba al tope. La verdad es que no entendía como aún no había comenzado a hiperventilar.
La camarera volvió y colocó un vaso de jugo de naranjas frente a mi y un vaso vacío y una botella de cerveza frente a él, le sonreí, pero me ignoró, solo centrándose en Aryeh.
Debía pensar en el lado positivo, el que no me mirará, me tranquilizaba.—Enseguida traeré su comida—soltó una risita y volvió a su lugar.
Esa acción me hizo soltar una risa a mi también, era imposible no notar que tanto él como Gael, tenían ese efecto en las mujeres, pero no solo ellos, su padre también. Era como un encanto especial, un atractivo naturalmente arrogante. Eran una kriptonita para las mujeres.
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...