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Samara


Habían pasado casi dos semanas, para ser precisos diez días desde mi bochorno publico, pero las personas no parecían superarlo, principalmente en la escuela. Cada vez que pasaba junto a alguien que estuvo presente, fingía ahogarse, tosiendo, para luego gritar “Detente Samara, me vas a matar”, era tan vergonzoso.
Luego estaba Aryeh, a quien no había visto desde esa noche, pero no dejaba de enviar mensajes para saber como me encontraba, o para hablar de alguna tontería. Era extraño, ya que aunque solíamos pasar tiempo juntos, no éramos tan cercanos, como con Cedric por ejemplo.

No iba a negar que este repentino acercamiento me agradaba, me hacía sentirme apoyada y aunque se iría en poco tiempo, me gustaba la idea de pasar más tiempo con él.
Tampoco podía decir que olvide su propuesta, me ponía tan nerviosa, como expectante, con la cantidad de ideas que venían a mi cabeza. ¿Qué iba a hacerme hacer? Esperaba que no fuera algo fuera de la ley o mis padres me matarían. Bueno no me matarían, lo matarían a él y a mi me castigarían hasta que cumpla cincuenta años.

Mientras caminaba hacía la salida de la escuela, pensando en que debería llamar a Faith para saber si había podido instalarse bien, vi a Aryeh parado junto a la reja.
Con el ceño fruncido camine hacia él, no sabía que hacía aquí, pero era una chica muy curiosa y lo averiguaría.

—Hola. —dije recibiendo una deslumbrante sonrisa. —¿Tú que haces por aquí?

—Vine a buscarte. —respondió encogiéndose de hombros, como si me hubiera dicho algo obvio.

—¿A mi?

—Sí Samy. ¿Por qué estas sorprendida?

—Es la primera vez que lo haces. —esta vez fui yo quien se encogió de hombros. — ¿Es por la propuesta que me has hecho? Porque he pensado muchísimo en ello y solo te diré que no planeó hacer nada criminal, con mi suerte nos atraparían y mi padre te mataría y a mi me encerraría. ¿Lo sabes?

Él se echó a reír y me agarró de la mano. Había notado que él siempre me agarraba, quizás creía que tropezaría y me caería de frente o algo parecido.

—Tu padre no me matará ni te encerrará porque no planeó pedirte hacer nada malo. Pero hoy no vine por el trato, vine porque te extrañaba y hubiera venido antes si no hubiera tenido cosas que solucionar.

—Yo también te extrañé, es divertido pasar tiempo contigo. —Comenzó a caminar, llevándome con él, ya que no soltaba mi mano. — ¿A dónde vamos?

—Vamos a comer algo, conozco un lugar que estoy seguro que nunca has visitado y tienen una comida deliciosa. —nunca le diría que no a la comida, pero debía avisarle a mis padres o se preocuparían.

—Muy bien, pero debo enviarle un mensaje a mamá o se preocupará. —a diferencia de él y de los demás, mi relación con mis padres era especial, ellos sabían todo lo que hacía, teníamos demasiada confianza entre nosotros.

Le escribí a mi madre un rápido mensaje informándole que almorzaría con Aryeh y luego él me llevaría a casa, él no lo había dicho, pero viendo su lado protector no lo dudaba.
Cinco minutos después, mi madre respondió con un simple “Diviértete cariño”.

—Últimamente mi padre me ha preguntado mucho por ti. ¿Paso algo entre ustedes? —pregunté, al recordar como cada día papá preguntaba si había visto a Aryeh o había hablado con él. Era rara su insistencia, pero aún no había logrado saber la razón.

—Solo le dije que planeaba acercarme a ti, le dije que intentaría conquistarte y tuvimos un pequeño intercambio, nada grave, no te preocupes. Pero expuse mi interés en ti y mi poca predisposición a alejarme, tu madre me apoyo y él terminó cediendo.

Mientras él me explicaba, me quede quieta en mi lugar. ¿Qué significaba esto? ¿Por qué quería conquistarme?

—¿Por qué?

—¿Por qué que Samy? ¿Por qué se lo dije?

—Sí. —yo estaba totalmente perpleja.

—Respeto mucho a tus padres como para hacer cosas a sus espaldas. Ellos ya piensan mal de mi hermano por lo sucedido con Faith, no quiero que confundan lo que siento por ti, con lo que él vivió con ella. —eso podía entenderlo, pero no era lo mismo, ellos estaban en una relación y nosotros no.

Mientras subimos al auto tenía otra pregunta en mi cabeza y una vez puso el auto en marcha, me arme de valor y pregunté.

—¿Y por qué me lo dices a mi?

—Porque pasé todos estos días pensando en la manera de lograr que dejes de verme como solo tu primo y comiences a verme como un hombre interesado, llegando a la conclusión de que la única manera de hacerte entender sería con la verdad.

Lo contemplé durante un segundo, antes de observar mis manos.

—¿Yo te atraigo? —parecía algo lenta, pero en serio me había tomado por sorpresa.

—Mucho más de lo que imaginas. —abrí mis ojos y contuve el aliento, necesitaba cambiar de tema.

—¿A dónde iremos? —pregunté y él torció sus labios.

—Estas roja Samy. —Cubrí mi rostro con mis manos. ¿Es qué no veía que estaba avergonzada? —No quiero asustarte, solo intento ser sincero, me gustas y haré hasta lo imposible porque me aceptes.

No respondí, por primera vez no sabía que decir. Ni en mis sueños más locos, los cuales eran demasiados, había imaginado que Aryeh me confesara que le gustaba. Sé que debería sentirme emocionada, pero me encontraba asustada.
Solo había tenido un novio, un chico que pertenecía a la iglesia de mamá, el cual era muy diferente a Aryeh. Mientras él era como un trozo de chocolate pidiendo ser mordido, cosa que no haría porque no podía dejar atrás el cariño de primos de un día para otro, Bautista era lo opuesto. Un chico tranquilo, que jamás me hizo ponerme tan nerviosa con unas simples palabras.

Estaba tan perdida en mi pensamientos que no note que nos habíamos detenido, pero cuando miré a mi acompañante, tenía la mirada fija en mi. Le hubiera hecho una broma, si no se hubiera estirado a desabrocharme el cinturón de seguridad. Ese simple acto no solo me corto la respiración, sino que me hizo saltar en el lugar.

—No te asustes, no te morderé— le hubiera creído, sino me hubiera guiñado para luego sonreír.

—Quiero creerte pero no puedo, así que no me mientas, las mentiras aunque sean pequeñas pueden destruir la confianza. —y condenar tu alma, es algo que siempre decía mamá.

—Enserio eres muy linda Samy.

—Ya deja de decirlo—le pedí volviendo a cubrir mi rostro.

—No puedo, cada vez que estoy contigo solo quiero acercarme más, decirte todo lo bueno que veo en ti. ¿Por qué eso es tan malo?

—Porque eres como mi primo.

—No tenemos la misma sangre, no somos primos y es por eso que estoy confesándote que me gustas.

—Pero yo aún te veo así, siempre te vi de esa  manera. —mordí mi labio, orando por no haber herido sus sentimientos. No quería lastimarlo.

—Solo dame tiempo, dame la oportunidad de cambiar eso. ¿Puedes? —asentí, aún dudosa —Muy bien hermosa, ahora entremos y comamos algo.

—Comida, eso suena genial. Estoy muriendo de hambre. —bajé del auto tan rápido que cualquiera creería que el auto se incendiaba y tal vez lo hacía, solo que de una manera diferente.

Solo esperaba que el almuerzo no fuera tan sorpresivo como el viaje.


Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora