C.1

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Uriel






—No quiero escucharte decir alguna excusa patética Uriel, es mi compromiso. ¿Si entiendes que acabo de aceptar casarme con Beau? ¿En verdad serás tan grosero de no venir y ser feliz por mi? — llevábamos más de diez minutos hablando de lo mismo.

Laurie estaba completamente fuera de sí y aunque sabía que era cuestión de tiempo para que Beau le proponga casamiento, no creí que se pondría tan intensa.
No quería imaginar como estaría cuando la boda se acercará.

—Estoy lidiando con un problema que Gael provocó, no es una excusa Laurie.

—Ya hablé con Gael y él y la chica que esta cuidando vendrán, así que no empieces con esa mierda.

—Él ahora esta cuidando a Rubí, pero dejo a la chica Peñalosa sin protección y el padre de esa malcriada esta volviendo mi vida un verdadero infierno. —Y eso era poco decir. —No puedo entender a esos padres, no se dan cuenta que no le hacen nada bien a sus hijos dándoles todo.

—Ya se le pasará, no es la primera vez que se encaprichan. Pero si es la primera y será la última vez que me comprometa, así que por favor, por favor ven.

—De acuerdo, iré. ¿Crees que ahora puedo continuar con mi trabajo? —A pesar de que no lo pareciera, me encontraba bastante divertido con su actitud.

Me centraba en lo importante y eso ahora mismo era terminar de organizar el trabajo, tenia hombres y mujeres a mi cargo, también a cargo de Gael, pero por el momento él estaba concentrado en otro asunto.
Con su compañera siendo amenazada, sus prioridades eran claras. No iba a venir a tratar con los caprichos de una niña obsesionada con él, mientras deja sola y expuesta a Rubí, para que quien sea que la busque la atrapase.

—Mientras vengas más tarde, puedes. Pero te lo advierto Uriel Tadeo Harrison, sino  apareces no solo no volveré a hablarte en lo que nos resta de vida, sino que me encargaré de hacer que te arrepientas de ello. ¿Capisci?

Fue imposible que no estallará en carcajadas al escucharla, sin dudas estaba completamente excitada por la noticia y definitivamente haría que me arrepienta  si no asistía esta noche.
El que utilizara mi nombre completo era suficiente amenaza, ella había heredado el carácter volátil de su madre. No era desconocido para ninguno de nosotros que cuando Abril se enojaba, era capaz de hacer que el mundo estallará en llamas.

—Ya te dije que iré, solo dame una hora y estaré allí.

Calculaba que en una hora habría avanzado lo suficiente como para poder salir y divertirme.
Necesitaba despejarme un poco de los problemas y que mejor ocasión que compartir la felicidad de una gran amiga, una que podía considerar una hermana.

—Gracias Uri, no olvides lo mucho que te quiero. —me reí entre dientes antes de terminar la llamada. Ella decía que me quería, pero no dudaba en amenazarme.

Continué con las llamadas, los archivos y la preparación de los sueldos de este mes, hasta que cuarenta minutos pasaron. Solo entonces decidí que era momento de dejar el trabajo y salir a divertirme.
Conduje a casa y tomé un rápido baño, antes de cambiarme y salir directo al bar. Sé que dije una hora, pero me había tomado casi hora y media, esperaba que Laurie comprendiera mi tardanza.

Pero cuando entre noté algo diferente, un ligero aroma, no podía asegurar de que se trataba exactamente, pero podía notar la diferencia.  Decidido a no dejarme llevar, quizás por el cansancio luego del trabajo excesivo, caminé hacia mis amigos.

—Felicidades.

—Wow Uri, tu elección de palabras es increíble. —se burló Laurie, lanzándose a abrazarme y besar mi mejilla.

—Sabes que estoy feliz por ustedes, solo, no se que más quieres que te diga.

—No le hagas caso hombre, bienvenido y gracias por venir, mi pececito ya estaba como loca buscándote. —estreché la mano que Beau me dio y mire hacia los lados, encontrando a Gael caminando con Rubí hacia la pista.

—Demonios que no pierde el tiempo. —bromee, pero en ese momento pude captar el intenso aroma a menta en el aire.

Ignorando a Laurie y Beau, seguí ese olor hasta… demonios no, esto no podía ser real, debía ser una broma, no podía ser… él.
Mi mate, a quien busqué por tanto tiempo era quien menos me esperé, era otro hombre. Lo peor es que mi lobo estaba eufórico, excitado, quería ir y tomarlo, joderlo incluso frente a todos los aquí presentes. Pero no era mi tipo habitual, me gustaban mucho las mujeres y él no lo era.

Una pesadilla, eso debía ser, quizás me había quedado dormido en el trabajo.
Aunque no iba a negarme lo obvio, él era atractivo, lo que era extraño de considerar ya que nunca consideré atractivo a ningún otro maldito hombre.

Molesto conmigo mismo me acerqué a él y me pregunté cual seria la mejor manera de comenzar el dialogo.

—A ti te conozco, pero no logro recordar de donde. —mi compañero se volteó hacía mi y me miró, antes de chasquear los dedos.

—Lorenzo White, tal vez me viste en la revista, por lo que sé están protegiendo a mi amiga, Rubí Beck. —Tragué un gemido al escuchar su voz, la profundidad en esta, solo incitaba al lobo a marcarlo.

Pero la Diosa estaba castigándome, no solo me ponía en este lugar, esta noche para encontrarlo, sino que también era el amigo de Rubí. Para mal o bien, estaríamos viéndonos cada día.

—Uriel Harrison, es verdad pude verte allí. —en ese momento su teléfono comenzó a sonar y maldijo al mirar la pantalla.

—Lo siento, pero debo responder. —se disculpó y volteó, antes de llevar el aparato a su oreja. —¿Qué sucede ahora?

Decidí que si había un momento en el que debía escuchar una conversación ajena, era este.
Por lo poco que oí, una mujer lo llamaba pidiéndole que volviera a su casa, que algo grave había sucedido y necesitaba su ayuda. Eso enloqueció a Lorenzo, quien no dejaba de repetirle que nunca debió irlo a buscar, que había cometido un grave error. Sin embargo, tras dejar unos billetes en la barra, se marchó sin decir otra palabra.

Esto lo único que logro fue arruinar mi noche, mi compañero no solo apareció, dándome la maldita sorpresa de mi vida, sino que se atrevió a marcharse detrás de una mujer, dejándome solo aquí, parado y mirando como se aleja sin dar una jodida mirada hacia atrás.
No es como si esperará que lo hiciera, pero demonios, debió sentir la misma atracción que yo siento por él.  Eso es lo que sucede en cada caso de compañeros.

¿Qué demonios esta mal con él?









Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora