C.25

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Uriel




Esperaba despertar junto a mi compañero y al menos por una vez pasar un día sin pelear, sin reclamarnos lo poco que nos conocíamos o la falta de confianza que sentíamos por el otro. Claro que una cosa era lo que yo esperaba y otra muy diferente lo que Lorenzo estaba dispuesto a hacer.
Debí imaginar que no perdería tiempo en levantarse y comenzar a arrojar malas vibras a donde sea que fuera. Luego decían que el malhumorado era yo, debían conocerlo a él.

Pasé una mano por mi rostro y suspiré dos veces, solo entonces me puse de pie. Tomé un bóxer y me encaminé al baño, si iba a enfrentar a la fiera lo haría luego de una ducha.
Pero mientras el agua comenzaba a correr por mi cuerpo, dudé, tal vez había huido arrepentido de haber intimado la noche anterior. Sin embargo él parecía ser el más interesado en que eso finalmente sucediera.

Ambos nos sentíamos frustrados, ansiando el momento en que pudiéramos por fin estar juntos, pero tal vez, solo tal vez, no fue lo que espero.
Ciertamente no fue lo que yo esperaba. No me sentí mal, no me arrepentía y al contrario, cada momento seguía reproduciéndose en mi cabeza como flashbacks de una vieja película para adultos.

-Diosa, ¿Por qué no retrasaste la llegada de mi compañero? -pregunté a la nada, recriminándome mi estupidez. Si hubiera tardado en encontrarlo, probablemente estaría muerto ahora.

Era impulsivo, lo que hubiera provocado que lo atraparan esa misma noche, de no haberlo sacado de allí.
¿Pero lo veía de ese modo? No, por supuesto que no. El maldito idiota creía que estábamos todos aliados en su contra.

Cansado de pensar en lo egocéntrico que mi compañero es, salí de la ducha, me vestí y baje a la cocina, donde encontré solo a mi madre.

-Buenos días corazón. ¿Cómo amaneciste? -creía que bien, pero no era así.

-Bien. ¿Dónde están los demás?

-Christine se quedó en casa de Michael y tu padre y Lorenzo, deben estar llegando allí ahora mismo para buscar a la bebe.

¡Demonios Azul! Había olvidado completamente a la pequeña. Con razón Lorenzo se fue tan temprano, seguro estaba preocupado por como se encontraba.
¿Desde cuando dejaba escapar cosas tan importantes? Siempre estaba concentrado en todo lo que se debía hacer, menos anoche.

-Solo espero que sepa comportase, no se porque pero parece estar constantemente insoportable. -negué mientras mi madre se reía. Ella podía creer que bromeaba, pero no podía estar siendo más sincero.

-Es normal, Rubí tampoco se adapto tan rápido. Es más creo que en varias oportunidades se vio tentada a correr lejos de su suegro y su insistencia en nietos.

-Hay suficientes niños en la manada, ¿Para qué quiere más?

-Supongo que planea crear una banda de niños iguales a él. -Se encogió de hombros y junto sus manos frente a mi. -Pero ahora hablemos de ti. ¿Qué te traes con este chico Lorenzo? ¿Le has explicado lo que significa ser un compañero?

-No. ¿Lo has visto? Ya es inestable sin saberlo, solo imagina que sepa que los lobos nos emparejamos de por vida, terminaría de enloquecer.

Lorenzo no servía para algo estable, su vida era un día a día y si trataba de sumarme, solo lo asustaría. Con él debía ir de a poco, explicarle punto por punto, como a los niños pequeños. La paciencia lo era todo con él.

-A su edad yo era mucho peor, no si cuando supe de los hombres lobo, llamé a la policía, provocando que me atrapen los malos. Creo que nadie puede reaccionar peor, así que tranquilo.

-Pero tú no sabías nada de los hombres lobo, él se involucró con la hermana de un alfa.

-La sorpresa es la misma.

-No sé, con él solo estoy seguro de una cosa, siempre debo estar listo para la confrontación. Le encanta pelear por tonterías y siempre parece encontrar algo para comenzar.

-Es normal, al menos hasta que ambos logren estabilizarse. Se están conociendo y habrán muchas cosas por las que choquen, pero lo importante es no rendirse y luchar por sobrepasar los obstáculos.

-Eso hago mamá, créeme, eso hago. -si fuera cualquier otra persona, ya lo hubiera mandado a la mierda, con todo y su histeria, pero no, aquí seguía firme.

-Con tu padre no tuvimos muchas peleas, solo tuvimos a tu tía, quien odiaba cada parte de mi. Pero mírala ahora, es una persona nueva, comprensiva y agradable.

-Esto es más complicado. Aún debo tratar con Gael los cambios en la empresa. No puedo dejar a Lorenzo solo aquí, pero tampoco abandonar todo lo que nos costo tanto trabajo levantar. -lleve mis manos a mi sien y comencé a realizar círculos con mis dedos. -Trabaje durante tanto tiempo en ese proyecto, pase noches sin dormir, elegí cuidadosamente empleado por empleado, no puedo tirar tanto trabajo a la basura.

-No te preocupes, seguro con Gael encontraran una solución que los beneficiará a ambos. Incluso seguro podrán volver más adelante.

-Eso va a ser imposible, Lorenzo seguirá siendo buscado y algo me dice que no se detendrán, por lo que volver allí sería ponerle yo mismo la soga al cuello.

Rara vez los lobos buscaban venganza, pero una vez que el objetivo estaba fijado, nada los haría sentirse tranquilos, hasta terminar con el problema.

-Entonces apúrate en convencerlo, porque este es el lugar más seguro para él y para la bebe.

-Eso lo tengo en claro, pero estoy tratando con un maldito cabeza dura. No escucha, no le importa nada más que lo que él cree que es correcto.

-Siempre hay un roto para un descocido. Y sin duda hay un papel que vencerá a esa piedra dura. -le di una pequeña sonrisa, pero era consciente de que me costaría sacarlo de su cascaron de orgullo.

-Eso espero.

-Ya lo veras. ¿Y tú cómo estas? ¿Ya aceptaste la idea de tenerlo como compañero?

-Lo hice, luché demasiado, pero ya no puedo resistir las ganas de estar con él. A pesar de todos los defectos que tiene, me complementa en muchos otros sentidos. -Era difícil seguirme el ritmo, comprender mi humor algo antipático, pero a él parecía no importarle la mayor parte del tiempo.

-Y tú soportas sus cambios de humor, aunque finjas que te molestan.

-No finjo, me molestan.

-Pero también te hacen valorarlo más. Todo eso lo hace especial para ti, aunque no lo admitas. -Y odie que estuviera tan acertada. Lorenzo podía ser muchas cosas, pero eso lo hacia especial, era lo que necesitaba.


Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora