Aysel
Tres días habían pasado desde el dichoso encuentro y una pequeña parte de mi se asusto con la idea de que Cedric haya cambiado de opinión, de que ya no insistiera en buscarme. Parecía algo irreal, estarme preocupando por la decisión de mi compañero, compañero que esperaba no encontrar.
También estaba la parte que se sentía tranquila con ello, con la idea de que nadie supiera el lazo que nos unía.Mi hermana me mataría, me devolvería a la manada y no permitiría que vuelva a la ciudad, por más intentos que hiciera. A veces no comprendía, como podíamos ser hermanas al ser tan diferentes. Ella era puro optimismo y sumisión a su destino, mientras yo, me aferraba a dar batalla a cada cosa que se presentará frente a mi.
Habían ocasiones en las que me gustaría ser como ella, dejar de luchar y entregarme a lo Cedric significaba, pero no podía.Tomé el control de la televisión, planeando distraerme y no pensar en nada más, ni en nadie, pero fue en vano.
Cuando mi teléfono sonó, pensé en ignorarlo, convencida de que Pablo volvía a insistir, pero no resistí mi curiosidad al ver que se trataba de un número desconocido.*Número desconocido: ¿Llegaste bien, sin volver a intentar matar a nadie rayita?
¡¿Qué demonios?!
No tenía idea de quien era, tampoco de porqué me llamaban rayita.
*Aysel: ¿Quién eres? ¿Qué rayos es eso de rayita?
No había otra explicación, sino que esto fuera solo otra tonta broma, de algún idiota, sin algo mejor que hacer.
*Número desconocido: Sin dudas eres divertida, pero ya deberías de reconocerme, que mal Aysel.
*Aysel: Mal estarás si no me dices quien demonios eres.
*Número desconocido: Jajaja ¿Crees ganarle a un alfa rayita?
Eso hizo que mi corazón se detuviera, el único alfa que podría ser, era Cedric.
¿Cómo había conseguido mi número? Las opciones eran varias, Laurie, Faith, incluso mi hermana pudo habérselo dado.*Aysel: Podría intentarlo. ¿Quién te dio mi número?
*Cedric: ¿Se lo agradecerás?
*Aysel: Al contrario, lo mataré.
*Cedric: Entonces no pienso decírtelo. Contesta, por favor.
No entendí a que se refería, hasta que la llamada entró y no me quedó otra opción que responder.
—¿Esta es la forma en que planeas conquistarme? ¿Acosándome? — pregunté divertida, no debería, pero me emocionaba hablar con él.
—¿Quién te dijo que mi intensión es conquistarte? No Aysel, lo que en realidad busco es tu amistad. Veras, así como tú, también reconsideré mi libertad, pero me agradas y necesito amigos por aquí.
No esperé que dijera eso, él debería estar intentando conquistarme y no proponiéndome ser solo amigos.
¿Qué rayos pasaba? Tal vez me había perdido algo.—¿Entonces solo buscas mi amistad?
—Eso dije, no es tan extraño. Somos compañeros, pero cuando dijiste que querías ser libre, me puse a pensar si no era eso lo que quería también, y llegué a la conclusión de que sí.
—¿Entonces me estas rechazando? —él no podía hacer esto…
—¿Me rechazaste tú la otra noche?
—No.
—Bueno tampoco lo hago, pero hasta que decidamos si algún día queremos o no estar juntos, podemos ser solo amigos. ¿Qué dices?
Él no quería escuchar lo que tenía para decirle, ninguna de las palabras que venían a mi mente eran bonitas, al contrario, un camionero podría intimidarse.
Pero lo peor es que la culpable era yo, nunca quise un compañero y la Diosa ahora me jugaba una mala pasada.—No lo sé, no se siente correcto.
—Aysel, si luchará por ti, estarías diciéndome exactamente lo mismo. ¿Qué es lo quieres? Quieres libertad y estoy dándotela, pero a cambio solo te pido tu amistad, no es mucho pedir.
Mordí mi labio inferior, pensando que quizás para él no era mucho, pero para mi si lo era.
Estaba demasiado atraída hacía él y no sabía cuanto tiempo más podría disimularlo. Podía resistir cuando no lo veía, pero siendo su amiga, no sabía como lo haría.—Déjame pensarlo, no es una decisión sencilla. —Lo escuche reír, lo que me hizo envidiar su tranquilidad, yo estaba muy nerviosa y más con su oferta.
—¿Qué hay que pensar rayita? Soy un gran amigo.
—Deja de llamarme así, no me gusta.
—Con el tiempo te acostumbraras, no solo al apodo, sino a mi amistad.
—Aún no he aceptado.
—Pero lo harás. —Y ahí estaba esa confianza de la cual sentía que en este momento carecía. —Hablamos luego, rayita.
Me quedé con el teléfono en el oído, aún cuando hacía minutos había terminado la llamada. ¿Qué me pasaba? Esto era lo que quería, que mi compañero no me exija, que me de la libertad que ansiaba, entonces porque ahora me sentía de esta manera.
¿Qué pasaría si lo veía con alguien más? Eso sería algo que no resistiría, él es mío, aunque momentáneamente me resista. Pero no por eso, le daría lugar a que alguien más lo quiera.
Esto era una mierda, si solo se hubiera retrasado un poco más.Pero esto de la amistad no tenía porque ser tan malo, podría saber si alguien trataba de acercársele y boicotearla. Al mismo tiempo que podría conocerlo más.
Sonreí ante esa idea, estaba decidido, ya no tenía nada que pensar, desde este momento me convertiría en la mejor amiga de Cedric.Con ese pensamiento en mi cabeza, escribí un rápido mensaje para mi compañero.
*Aysel: Acepto ser tu amiga.
No esperaba una respuesta, pero aún no conocía bien a Cedric, por lo que me sorprendí cuando mi teléfono sonó.
*Cedric: Te dije que lo harías, nos vemos mañana rayita.
Y ya no intenté negarlo, de nada serviría, él hacía lo que le venía en gana.
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...