C.3

3.7K 626 172
                                    

Uriel




Tres días habían pasado desde esa noche y estaba totalmente de mal humor. Me sentía extraño, ansioso, no lograba concentrarme en nada que no fuera él.
Me había vuelto un poco loco. Lo había investigado, descubriendo las veces que ha sido detenido y los motivos de ello. La mayoría eran violaciones a la propiedad privada y suponía que eran gracias a su trabajo, junto a Rubí. También había descubierto que sus padres vivían fuera del país, al igual que sus dos hermanas, por lo que solo tenía aquí amigos y nada más.

Por otro lado me sentía nervioso, había llamado a mi padre y a Jack, quien siempre fue bueno para darme consejos y ambos me habían dicho lo mismo. Creí que se sentirían extraños al saber que mi mate era un hombre, pero lo tomaron bien.
Las palabras de ambos fueron: " Si la Diosa Luna así lo quiso, aunque te resistas, terminaras cediendo". Me dijeron que no pensará tanto, sino que dejará que las cosas fluyeran. Si veía que no podría estar con él, que no lo forzará y si la química entre ambos se daba, me pidieron que no me dejará llevar por mis miedos, que deje los prejuicios de lado y solo sienta.

Era increíble como me conocían, estaba preocupado de lo que fueran a pensar. Toda la vida creí que era de una manera y ahora veía la realidad, o creía hacerlo, aún era un poco confuso.
Pero estaban en lo cierto, era mi vida, yo iba a vivirla y no los demás. Por lo que no tenía que preocuparme por agradarles, solo debía pensar en mi felicidad. Solo que aún no sabía si estaría con él.

Cuando la puerta sonó, caminé desganado a abrirla, encontrando a Laurie allí, cargando una caja de donas en sus manos.

-Hola niño escapista, hazte a un lado y luego prepara café. -ella siempre era como un rayo de sol: cálida y luminosa.

-Claro pasa y siéntete en casa.

-Estoy molesta contigo Uriel, ¿Cómo pudiste irte tan pronto de mi fiesta? Entiendo que te aferres a tu vida casi célibe, pero estábamos todos pasándola muy bien.

-Tuve mis razones.

-Entonces dímelas y no quieras decirme que no, porque ya lanzaste la piedra, me golpeaste e hiciste que me brotará un enorme bulto de curiosidad, que debe ser tratado.

-¡Estas loca!

-No estoy aquí para discutir mi estabilidad mental, sino para saber lo que te esta sucediendo. Así que habla Uriel, no pienso moverme de aquí hasta que lo hagas. -caímos en un repentino silencio, ella me observa atenta, mientras recogía una dona cubierta de chocolate y comenzaba a comerla.

-Encontré a mi mate.

-¿De verdad? ¡Por la Diosa, eso es increíble!

-Es un hombre. -solté una risa amarga, a la espera de que dijera algo malo, pero simplemente siguió comiendo.

-¿Y eso qué? ¿Él te dijo algo?

-Laurie, mi compañero es un hombre. Por la Diosa, yo ni siquiera soy gay, esperaba una compañera mujer. ¿Entiendes como me siento?

-Puedo imaginarlo, pero dime algo. ¿Hace cuanto no te sientes atraído hacia alguien?

-¿Eso que tiene que ver?

-¿Hace cuanto Uriel? Solo dilo. -insistió.

-No lo sé, unos cinco años.

-¿Y alguna vez te enamoraste?

-No.

-Seré sincera contigo, no me sorprende nada de esto. Durante años te vi aferrarte a un papel y siempre esperé que te encontraras. No se si el que sea tu compañero signifique que podrán estar juntos, pero es bueno que entiendas que a veces las cosas no salen como las esperas, ¿O crees que esperé que al conocer a Beau se comportará como un imbécil? ¿Crees que Faith o Gael esperaban no ser compañeros y conocer a Jonás y a Rubí? No, pero debieron enfrentarlo y aunque fue difícil, ahora ambos son felices.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora