Capítulo 34

6.5K 747 54
                                    

Laurie


Me dolía despedirme de mis padres, aunque eran algo intensos, los amaba y me encantaba tenerlos aquí, pero la idea de que se marcharan, también me tranquilizaba, necesitaba mi tiempo a solas con Beau.
Pero no todo era color de rosa, aún debíamos ser cuidadosos, ya que Faith permanecería a mi cuidado. Al irse sus padres para preparar la mudanza y mis padres, junto a Cedric regresaron, solo quedaba yo. Sería más sencillo, si mi amiga no se comportara de la manera en que lo hace.

Pasé resto del día con Faith, procuré distraerla viendo películas, pintando nuestras uñas, arreglándonos el cabello, haciendo las cosas que sabía que le gustaban. Esos momentos en que desconecto, parecía ver a la verdadera Faith, pero luego se acordaba y volvía a ponerse triste y debía pensar otra cosa que hacer.
Incluso llamé a Aysel, quien al igual que yo, trataba de distraerla. En su caso le contaba anécdotas de las pocas clases que ha tenido. También le hablo del profesor Pablo Fabre, con quien solía frecuentarse, de manera casual.

—Los dos somos conscientes de lo que queremos del otro, no hay sentimientos de por medio. Él sabe que en cualquier momento me cansaré y más si sigue comportándose como un idiota y yo sé que él nunca me verá como algo más que una amiga con derecho. Pero eso es lo que lo hace funcionar, además es bastante bueno en la cama y divertido para hablar. —Aysel era una loba al igual que nosotras, pero su mentalidad era diferente.

Para ella no era tan importante un compañero, pero sospechaba que solo lo hacía para molestar a Carmen. Su única forma de rebelarse sin provocar daños.

—¿Cuánto hace que tonteas con él? — la pregunta de Faith, había provocado que Aysel sonriera, seguramente recordando el momento en que comenzaron.

—Comenzamos a tontear —dijo recalcando esa palabra — a principio de orientación. Recuerdo que había discutido con mi hermana y estaba bastante baja de ánimos, entonces él estuvo allí tratando de hacerme sonreír. Desde ese momento cada vez que nos veíamos era más y más divertido, tanto que no tardamos en acercarnos y en un momento, ya era imposible que apartáramos las manos del otro.

—¿Y ahora sigue siendo así?

—A veces. Imaginaras que las relaciones, aunque sean casuales, deben cuidarse. Últimamente se ha puesto intenso y la mayoría de las cosas le molestan, sobretodo si no respondo sus llamadas. Ese ha sido el motivo de varias peleas, no somos una pareja y odio que traten de controlarme, eso no se lo permitiré a él, ni a nadie. Ya le he advertido que si continúa con esa actitud, no me importará dejarlo atrás.

Por lo poco que conocía a Aysel, me di cuenta de que en verdad lo haría. Pero también sabía que con tal de seguir molestando a Carmen, sería capaz de aguantar el control de quien sea.

—Lo siento chicas, pero las tendré que dejar, iré a prepararme para el trabajo. —había pasado todo el día haciendo tonterías y ahora debía cumplir con mis responsabilidades. Una que no me molestaba porque tenía un bonito incentivo para asistir.

A pesar de sus protestas, comencé a prepararme y una vez lista, las deje seguir con su pequeña fiesta.
Me gustaría quedarme, pero tendría mucho tiempo en otro momento para poder acompañarlas.

—Adiós, nos vemos mañana. —salí ocultando la sonrisa, hoy no volvería. Ya habían pasado muchos días apartados y no iba a seguir así.

En el camino llamé a Carmen para informarle que Aysel probablemente se quedaría en mi apartamento. Conociéndolas a ambas, una estaría preocupada y la otra la dejaría sin información.
También llamé a Cedric para ver como iba el viaje, pero solo me atendió para pedirme que lo deje dormir y colgó. No había nada como el amor familiar.

Cuando llegué a infierno, fui directo a la oficina para ver a mi chico. Rogaba que su padre no estuviera y por suerte la diosa me escuchó, ya que al entrar estaba solo.

—Llegas temprano ¿Me extrañabas pececito? —dejó los papeles que tenía en las manos y me hizo un gesto para que me acercará.

Caminé hacía él, de manera decidida, para llegar y sentarme en sus piernas.

—La mayoría del tiempo lo hago, pero eso lo sabes. —me incliné y comencé a besar parte de su rostro, pero sin llegar a sus labios.

—También lo hago, incluso estaba a punto de llamarte, hoy no nos hemos visto.

—Estuve un poco ocupada, despidiéndome de mis padres, pasando un poco de tiempo con Faith, pero ahora soy toda tuya.

—¿Toda mía? ¿Estas segura? —Estaba muy segura de ello, la realidad es que nunca había estado más segura de otra cosa en mi vida.

—Lo estoy y no solo de eso, sino también de que usted joven King es mío, solo mío.

Estábamos besando cuando golpearon a la puerta. Intenté levantarme, pero su brazo no me soltaba, estaba rodeando mi cintura, manteniéndome en el lugar.

—Pasé. —ordenó, recibiendo de mi parte una mirada malhumorada.

—Lo siento Beau, pero te buscan fuera. —Taylor nos miró a ambos, al parecer había quien aún no sabía que estábamos juntos.

—Muy bien, ahora voy. — esperó a que Taylor saliera, para volver a besarme, aunque esta vez con mucha menos intensidad. —Tengo que atender esto pececito.

Me bajé de encima y arreglé mi ropa, estaba molesta, pero debería hacerme a la idea de que no siempre podríamos estar solos.

—Me lo cobraré.

—Es lo que estoy deseando —se pusó de pie y camino a mi lado. —Después de todo tú misma lo dijiste, soy tuyo y espero que me tomes.

Podría no ser ahora, pero por fin nuestra relación estaba marchando como deseaba y solo con eso me sentía bien. Él me quería, yo lo quería, mis padres comenzaban a aceptarlo y él me aceptaba, con todo y mi loba. Todo era perfecto, a excepción de los problemas de Faith, pero sabía que se arreglarían. Todo siempre tenía solución, solo debíamos encontrarla.
Pero mientras eso sucedía, seguiría disfrutando a mi compañero.







Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora