Capítulo 11

6.5K 831 41
                                    

Laurie




Los días pasaban y mi relación con mi compañero no cambiaba, seguíamos en la etapa de pelear por tonterías, cada vez que nos veíamos. A veces era un poco cansino y frustrante, más al sentirme extremadamente atraída por él.
Habían ocasiones en las cuales quería llegar a él y besarlo hasta quitarme las ganas que venía acumulando, pero era imposible, ya que cuando él me veía no se limitaba en irritarme.

Algo bueno que pude notar estos días, es que no había vuelto a traer a alguien a su departamento, eso no significaba que no quedaba con nadie, pero la Diosa había oído mis peticiones y si Beau andaba follando por ahí, lo hacía lejos de mi vista.
Otro tema eran mis padres, quienes llamaban religiosamente cada día para comprobarme, o mejor dicho, para controlarme. Como ahora mismo, a las diez de la mañana, una locura considerando que ni siquiera les había dicho que comencé a trabajar.

—¿Seguro que estas bien cariño? Si algo anda mal puedes decírmelo. —y esa era la manera en que mi madre, comenzaba el interrogatorio.

—Ya te dije que estoy bien, si algo estuviera mal te informaría. Mira para que no sigas preocupándote te contaré, conseguí trabajo en un bar y allí conocí a otras dos lobas con las que me llevo muy bien. Así que no estoy sola, aburrida y mucho menos deprimida. Enserio mamá deben confiar un poco más en mi.

—Eso es genial cariño, ¿Cómo se llama el bar?

—No te lo diré, olvídalo.

—¿Por qué no? ¿Acaso es algo malo? —depende el punto de vista en que ellos lo apreciaran. —Laurie Natalie Adams Glass ¿Qué nos estas ocultando a tu padre y a mi?

Abrí las puertas del balcón, saliendo y apoyándome en la barandilla, sintiendo un poco del aire matutino.

—No oculto nada, pero no se los diré. Mamá, tu o papá son capaces de venir e intimidar a mi jefe. Los conozco bien, no dejan de sobreprotegerme.

—Eso es porque te amamos y queremos tu bien. —no era verdad, no quería dejarme salir de debajo de su ala.

—También los amo, pero eso no significa que deba decirles todo lo que hago, soy mayor de edad y quiero cometer mis propios errores sin que estén cuidando cada uno de mis pasos.

—No puedo creer que esto este pasando, deberías estar cerca, no es lo mismo sin ti cariño.

—En algún momento me iría mamá, además ahora Jase necesita todo el cuidado que puedan darle.

—Tu padre quiere hablar contigo, te amo cariño. —si algo faltaba era el interrogatorio de mi padre.

—¿Conseguiste trabajo? —ni hola, esto no era bueno.

—Hola papá, sí lo hice ¿No es genial?

—¿Dónde trabajas?

—En un bar.

—¿En cual?

—Papá—si seguía así terminaría la llamada, sabía que no debía contarles nada.

—Dime Laurie.

—¿Para que quieres saberlo? Y ni pienses en pedirle a tía Summer que lo investigue o juro por todo lo más sagrado que no volveré a hablarles.

—No necesito hacerlo, tu misma me lo dirás. No debo involucrar a tus tíos en esto ¿O debería?

Si supiera exactamente en cual, no tenía dudas de que los involucraría, principalmente a mi padrino. A quien mi madre mataría creyendo que en lugar de camarera, me convertiría en una stripper.

—No, no deberías. Me conoces y sabes que no haría nada malo y si lo hiciera, se encargaron de enseñarme bien a defenderme.

—Eso no es lo que estamos tratando, solo quiero saber el nombre del bar en el que trabajas. ¿Por qué no lo dices, si no es nada malo? ¿Acaso mientes y en su lugar conociste a alguien? — creo que a este punto, mi padre preferiría que trabaje en infierno a emparejarme.

—No hay nadie en mi vida—a excepción de Beau, pero aún no lograba conquistarlo.

—¿No me dirás el nombre cierto?

—No lo haré y tu confiaras en mi y no lo investigaras.

—Me pides algo muy difícil, eres mi hija y estas sola, tengo derecho a saber que lugares frecuentas.

—Si haces eso buscaré un cabaret para trabajar y sabes que lo haría.

—Eso no lo heredaste de mi, esa faceta rebelde e irresponsable es del lado de tu madre. — en el fondo oía a mi madre replicar eso, pero mi padre solo reía. —Uno solo quiere estar tranquilo y ¿Qué me dices? Que te iras a trabajar a un cabaret.

Pude escuchar un pequeño forcejeo del otro lado del aparato, por lo que mordí mi labio evitando reírme. Era sabido quien ganaría el teléfono.

—¿Qué mierda es eso de trabajar en un jodido cabaret? Escúchame Laurie, no me cuesta nada ir por ti y no me importará que seas mayor, te arrastraré nuevamente hasta aquí. —dijo mi madre, lo suficientemente cabreada, que me fue imposible no reír.

—Solo molestaba a papá, no dejaba de insistir y dije lo primero que vino a mi mente. —con mi madre la justificación nunca estaba de más.

—No es divertido, estoy preocupada por ti.

—Estoy bien, en verdad. Solo soy camarera mamá, no hago nada malo, solo servir bebidas.

—Confió en ti hija, pero no dudaré en traerte de nuevo si me decepcionas.

—Lo sé mamá, manda saludos a todos, los quiero.

—Y nosotros a ti, cuídate. —dijo antes de colgar.

Al menos se había tranquilizado un poco, pero tenía miedo de que no dejaran el tema y comenzaran a investigar.
Suspiré, apoyándome más hacía abajo, escuchando un silbido detrás de mi. Al voltear, me encontré al demonio con los ojos puestos sobre mi

—¿Ahora me espías? —pregunté molesta.

—Solo admiraba la vista.

Solo entonces bajé mi mirada recordando que estaba en camisón, uno demasiado corto.

—Eres un idiota degenerado ¿Qué demonios esta mal contigo?

—No es mi culpa que se levantará, tienes un bonito trasero.

—Y encima lo admites, es de no creer tu caradurismo, mirabas mi trasero sin ninguna vergüenza.

—Lo hacía, ya te dije que me atraes pececito. Podría verte vestida de esa manera todo el tiempo.

—Eres un idiota.

—Terminaras cediendo y te gustará.

—Eso quisieras, pero no pasará.  No seré otra más de tus conquistas ¿Me escuchas?

Empecé a entrar al departamento, con la intención de alejarme de él, pero lo escuché decir

—Eso veremos pececito.

Y si era un reto, él lo vería. No pararía hasta tenerlo de rodillas frente a mi.
Y no me importarían las armas que debería usar para ello.


Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora