30.

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Faith




Tal y como lo había imaginado el día paso con ambos lobos ignorándose. Ni Jonás, ni Gael estaban dispuestos a llevarse bien. Me hacían sentir frustrada, ya que me lleve el regaño de todos en la habitación, incluyendo a Laurie y Aysel, solo para comprobar que los únicos tercos aquí eran ellos dos.
Pero sabía que con el tiempo, quizás unos tres o cinco años, esta inútil rivalidad cesaría y puedan llevarse bien. O al menos lo esperaba.

Ambos tenían que comprender que eran parte de mi vida, uno era mi pasado, un pasado que aunque me había lastimado, adoraba y nunca me alejaría. Y el otro era mi presente y mi futuro, lo amaba con toda el alma y tampoco estaba alejándolo, al contrario, lo tendría bien vigilado.
Pero ellos no lo veían así, aunque Jonás no lo admitiera estaba celoso de Gael. Y Gael, había admitido aún sentir algo por mi, por lo que se mostraba reacio a acercarse a Jonás. Interiormente creo que se llevarían muy bien, pero ninguno daría el brazo a torcer. Par de tozudos.

Sin embargo con todos los demás, Jonás pareció llevarse de maravillas, principalmente con Nika y con Robert.
También descubrí el porque del rechazo de Mich hacia Aysel. Tal parece que al grandulón rubio no le gusto que está incentivará a los muchachos a mudarse definitivamente a la ciudad. Dudaba que ellos lo hicieran, incluso que Cedric considerara esa idea, pero en la mente de Michael, era una traición, un golpe bajo hacia su paternidad sobreprotectora.

Pero todo eso quedaba atrás mientras veía pasar las calles, en camino a casa de mi compañero. Él me había hecho una promesa y esperaba que me la cumpliera.

―¿Sigues molesta porque no me hice amigo de tu ex? ―golpee su brazo y reí. Él sabía que no había manera de que estuviera molesta por mucho tiempo.

―Ya deja eso. No estoy molesta, aunque sin dudas no hiciste nada para llevarte bien con él.

―Te dije que no lo haría. ¿Quieres que compremos algo en el camino? ―casi me burlo de su intento de cambiar de tema, pero simplemente preferí provocarlo un poco más.

―No, la verdad estoy muy cansada, seguro que cuando lleguemos caeré dormida.

―No lo creo. He esperado todo el día para tenerte a solas y créeme, eras todo lo que estaba en mi cabeza durante las conversaciones con tu padre y sus amigos. Solo tú. ―él no jugaba limpio. Sabía que decir para que todo mi cuerpo se volviera agua, era débil hacia él.

―¿Y qué hacía en tu mente?

―Faith, aún no llegamos. Si no quieres que me detenga y tengamos sexo aquí mismo, exponiéndonos a que nos vea todo el que pase, te aconsejo guardar los juegos para cuando estemos en casa. ―hmmm... esa era buena respuesta. Podía estar loca, pero no me gustaba la idea de alguien viéndome tener sexo.

Continuamos el resto del camino en silencio, la expectativa era todo lo que necesitaba.
Pero al llegar, mis planes fueron brutalmente saboteados por la llamada de su hermana. Obvio no podía ignorarla, algo malo podría haber sucedido. Por lo que mientras él respondía, caminé hacía la habitación y me acosté, con intención de esperarlo.

―¿Ya te dormiste Faith? ―escuché su voz, cuando entró en la habitación y elegí fingir que estaba dormida.

Sentí como la cama se hundía ante el peso de Jonás, antes de sentir como mi falda y mi ropa interior fueron quitados.
La sorpresa hizo que mi cuerpo se bloqueará y cerrará las piernas con fuerza.

―¿Segura que quieres fingir estar dormida? ―mi cuerpo se sintió de manera agradable, mientras se posicionaba entre mis piernas y se inclinaba a besar mi cuello. ―Anda cariño, sé que estas despierta.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora