7.

5.1K 714 247
                                    

Faith




Regresar a casa, a diferencia de lo que creí, era horrible. Aún todo estaba en el suelo destrozado igual que esa espantosa noche.
Había salido de casa de Jonás temprano, aprovechando que él estaba dormido. Estos dos días en su casa habían sido un poco intensos, con "tranquilos" coqueteos, que terminaban dejándome queriendo más y por eso necesitaba poner esta distancia entre ambos. Necesitaba pensar bien las cosas, aclarar la confusión de pensamientos y sentimientos girando en mi cabeza sin parar.

Cuando llegué el oficial Jones, me dejo entrar y me recordó que aún debía acercarme a la estación a firmar unos papeles.
Ahora, mirándolo todo, mi plan de descansar se había ido al caño, debía arreglar el desastre.

Estaba abriendo todas las ventanas, cuando la puerta principal sonó. Me acerqué, con un poco de desconfianza, ya que nadie sabía que estaba aquí, pero de todas formas abrí, encontrándome a Jonás luciendo algo molesto.

-Cada vez estoy más tentado a esposarte. ¿Acaso estas loca? No puedes irte de esa manera, no imaginas lo preocupado que estaba por ti. -Dijo, entrando al apartamento, al cual no lo invite.

-Ya estoy mejor, los dolores pasaron y las cuarenta y ocho horas se cumplieron. Tu hermana y tú fueron muy amables, pero esta es mi casa y tarde o temprano debía volver.

-Al menos debes avisar y no hacer que me despierte preocupado y salga, pasándome un par de luces rojas, con intención de llegar a ti cuanto antes.

-No debiste hacerlo.

-Escúchame Faith, quiero mantenerte segura y haré todo lo que este en mis manos para hacerlo. Tienes una actitud que me gusta, pero te expone. Entonces voy a pedirte que antes de hacer cualquier locura imprudente, como salir de la casa de tu compañero para volver a la escena de un crimen, sin que antes alguien verifique el lugar nuevamente, piénsalo dos veces.

-El oficial Jones me dejo entrar y me dijo que todo estaba bien, así que deja de preocuparte. -Dije poniendo mis manos en mis caderas, esta situación comenzaba a disgustarme.

-Y Jones va a tener serios problemas en cuanto lo vea, pero ahora hablo de tu seguridad, la cual parece preocuparme más que a ti.

-Eres más exagerado que mis padres-puse los ojos en blanco y me acerque poniendo una mano en su brazo. -Solo relajate.

-¿En que ayudo? No te dejaré todo este trabajo. -él no tenía que hacerlo, ya había hecho suficiente por mi.

Mientras lo observaba, me di cuenta que no llevaba el uniforme, sino que estaba vestido con una camiseta gris y unos pantalones cargo, color negro.

-¿Hoy no hay uniforme?

-¿Te gusta verme en él? Lo siento cariño, hoy mi turno comienza más tarde. -empecé a levantar algunas cosas, con una sonrisa en mi rostro.

-Nunca dije que me gustara.

-Te contaré un secreto cariño, lo único que esa actitud terca que tienes hace es atraerme más. Me pones duro cada vez que tratas de alejarme. Así que si eso es lo que tratas de hacer, piensa otra jugada, porque la que usas ahora, no te funciona. -me informó, con una sonrisa maligna.

-Ya te dije que no me gusta que me llames cariño. -le recorde y sonrió.

-Sigue así, cariño.

-Ya pará. -Exigí, fulminándolo con la mirada. Pero solo recibí a cambio, una pequeña risa masculina, profunda y divertida.

Estaba segura de que no tardaría en darme otra de sus respuestas sugestivas cuando la puerta volvió a sonar, poniéndolo alerta.
Él se acerco con cuidado y abrió, relajándose un poco al ver a quien estaba al otro lado.

-¿Dónde esta mi hija? -reconocería esa voz en cualquier lugar.

No escuché la respuesta de Jonás, porque mis padres estaban entrando en mi campo de visión.
Corrí hacía mi padre, quien era el que se encontraba más cerca y me arroje en sus brazos. Él no tardo en repetir mi acción, aprisionándome lo más cerca posible.

Ahora con él aquí podía sentirme más segura y mucho más tranquila.

-Estoy bien, solo un poco asustada por todo. -dije, soltándolo para abrazar a mi mamá. -Lo siento por preocuparlos, pero sabía que sería peor si se enteraban por otro lado.

-No dudes eso -respondió mi madre, besando mi pelo.

Al separarnos pude ver que mi padre tenía la mirada puesta en Jonás, quien nos observaba a una pequeña distancia.

-¿Y tú quien eres? -le preguntó, recuperando su neutro tono de voz.

-Jonás Gutiérrez -respondió, extendiendo su mano hacía mi padre, quien no tardo en apretarla. - El compañero de Faith.

No pude ver la expresión de mi padre, ya que estaba de espaldas a mi, pero si oí a mi madre preguntar.

-¿El compañero de Faith?

No lograba reaccionar. No podía creer que haya dicho eso como si les dijera buen día.
¡Lo iba a matar en cuanto tuviera oportunidad!

-Faith ¿Por qué no nos dijiste que encontraste a tu compañero? -me preguntó mi madre, pero yo seguía sin lograr que mi boca emitiera un maldito sonido.

-¿Hace cuánto sabes que eres su compañero? -le preguntó mi padre.

-Hace dos días. Me llamaron por un homicidio y al llegar, encuentro a mi compañera entre todo el caos.

-¿Eres policía?

-Lo soy. -y solo con esa respuesta vi a mi padre relajarse, no solo eso, cuando me acerque, él sonreía.

Parecía como si mi padre hubiera olvidado que estuve en una situación espantosa, que mi apartamento fue la escena de un homicidio, que me creyeron sospechosa y muchas cosas más. Ahora parecía como si estuviera conforme de que tuviera un compañero, uno que fuera un policía como él.

¡No lo podía creer! Llamé a mi padre para que actué como actuó con Dylan, pero parecía que no lo haría.

-Faith ¿Por qué no me dijiste que encontraste a tu compañero? -preguntó mi padre con una sonrisa, con una maldita sonrisa. Y no cualquiera, una llena de alegría.

-Aún me estoy haciendo a la idea. -mi mirada se dirigió a Jonás, quien solo se encogió de hombros, como diciéndome "Te dije que me amarían".

-Esta noche podemos ir a cenar, así nos conocemos mejor. ¿Qué dices Jonás? -Voltee hacía mi madre. ¿También se la había ganado a ella?

-Es una magnifica idea. ¿Qué dices hijo? -me senté, repentinamente mareada. Quizás seguía durmiendo e imaginaba que mi padre llamó "hijo" a Jonás.

No sabía cuanto tiempo tardaría en comenzar a hiperventilar, acababa de descubrir que él era un encantador de fieras.

-Gracias, por supuesto que iré. Ahora los dejaré solos, nos vemos en la noche. -se acercó a mi y sonrió, besando mi mejilla. -Hasta la noche cariño.

Sus palabras parecieron una promesa que me provoco que la piel se me erizara. Él era peligroso, era capaz de ganarse hasta a las personas más difíciles ¿Entonces que me quedaba a mi?
Estaba tan jodida...

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora