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Samara



Ahora entendía porque me había quedado dormida, la película no había sido tan interesante como creí. No solo eso, casi había cedido otra vez al sueño, pero tal y como lo espere, los gritos y comentarios de Michael me mantuvieron despierta.
Seguimos un poco más, mirando esta vez una serie, cuando tres capítulos después, Abby subió con una Jade fuera de juego.

Mientras Aryeh se daba una ducha, aproveche para seguir a Gael a su habitación, no había terminado de hablar con él. No me gustaba que estuviera perdiendo su alegría habitual, quería de nuevo a mi viejo amigo.

—Ya te dije que lo sentía, es solo que me sorprendió la noticia, eres como una hermana pequeña. —al parecer solo él me veía de esa manera. —Es por eso que me cuesta entender a Aryeh.

No era el único que no lo entendía, yo llevaba días intentando hacerlo y aún no lo lograba. Pero no me disgustaba la manera en que era conmigo, aunque al principio si me confundió un poco.

—Para mi son como mis primos, se lo digo a tu hermano todo el tiempo, pero él solo me dice “No somos primos Samy”. La verdad es que me estoy acostumbrando a la nueva faceta de Ari, es tierno conmigo, dulce y comprensivo.

—¿Te gusta? —¿Me gustaba? Tal vez un poco…

—Quizás comienza a hacerlo, es extraño, pero mientras más tiempo junto pasamos, más tiempo quiero pasar con él. —mordí mi labio, sintiendo como mis mejillas ardían— Pero no vine a hablar de mi, sino de ti. ¿Qué esta pasando contigo Gael?

—Extraño a Faith, fueron tantos años juntos que no logro acostumbrarme a no hablar con ella, a no escuchar alguno de sus comentarios sarcásticos.

—Yo te entiendo, pero ella ya no quiere nada contigo. Sé que es horrible escucharme decir esto, pero cuando estuve en la ciudad, ella me dijo que ya no sentía nada por ti, solo un cariño. ¿Por qué no tratas al igual que ella de pasar pagina? Una vez que lo hagan podrán intentar ser amigos. —me recosté a los pies de su cama, dejando caer mi cabeza a un lado.

—Eso llevara tiempo. Hay veces en las que me culpo por haber terminado las cosas con ella, pero luego me digo que a la larga hubiera sido peor.

Me apoye en mis codos, mirándolo. ¿Alguna vez estaría así si dejaba entrar a Aryeh?
Quería creer que no, pero su actitud tan especial, me hacía dudar de no llegar a enamorarme si seguíamos tan unidos.

—Hiciste lo correcto, ustedes hacían una pareja muy linda, pero creo que de haber continuado se hubieran vuelto tóxicos.

—¿Tú le darás una oportunidad a mi hermano? —¿Por qué volvía al tema?

—¡Ya deja de preguntarme eso! —volví a dejarme caer, cubriendo mi ardiente rostro.

—Tengo que saber si te volverás o no mi cuñada. ¿Entonces?

—No lo se. ¿Feliz?

—No es la respuesta que busco. —se dejo caer a mi lado y negué.

—Pero es la que tendrás. —respondí antes de reírme al sentir sus cosquillas atacándome. —¡Ya déjame Gael!

—No hasta que me respondas pequeña—me retorcía de risa, pero él no cedía. Perfecto, iba a tener que decírselo o terminaría mojando mis pantalones.

—¡Sí! —respondí y se detuvo, dándome espacio a tomar grandes respiraciones. A veces Gael era tan malvado.

—Tendré que mantenerlo vigilado entonces, no dejaré que ese idiota te lastime. —eso era tan tierno. Me gustaba saber que le importaba tanto, así que lo abrace en agradecimiento.

—Gracias, no quiero que peleen, no vuelvan a hacerlo.

—Somos hermanos, es normal en nosotros.

Tal vez el ser hija única no me dejaba entenderlo, pero en caso de tener un hermano y más un gemelo, no pelearía con él, lo volvería mi cómplice en todo.

—Mmm… ¿Samy por qué lo abrazas a él? Soy yo quien esta tratando de conquistarte. —sonreí al mirar a Ari.

Estaba con su cabello mojado cayéndole en la frente, su ropa suelta de pijama y descalzo. Mientras lo miraba descaradamente, era consciente de su sonrisa.

—Pero yo soy el gemelo más guapo hermanito, Samy me ha elegido. —salí del abrazo de Gael y entrecerré mis ojos hacia él.

—Claro que no. —dije abrazando esta vez a Aryeh.

Mi acción provocó que ambos se rieran, y aunque lo hacían a mi costa, me gustaba ver que ya no seguían enojados.

—Bueno, se ve que esta vez perdí. Hermanito, la chica ha hablado. ¿La piensas conservar o debo patear tu maldito trasero?

—Claro que lo haré, ella es mía. Solo que aún debo trabajar para conquistarla.

—Ya dejen de hablar de mi como si no estuviera, es de mala educación. —no me gustaba que siguieran burlándose, no lo hacía muy a menudo, pero podría golpearlos de seguir así.

—Ven Samy—caminé aún abrazada a Aryeh, ya que él no me soltaba.

Me encaminó hasta la sala, donde nos sentamos, frente a la televisión apagada. No sabía que quería decirme, pero algo en su expresión precavida me decía que no sería tan sencillo de aceptar.
Me sentía bastante nerviosa, pero sabía que no debería estarlo. ¡Por todos los cielos! Era Aryeh y si era consciente de algo con total y completa seguridad, es que él no haría nada para lastimarme.

—Muy bien Ari, dime que es lo que sucede, porque comienzas a preocuparme. —incliné la cabeza, apoyándola en el cabezal del sofá.

—¿Recuerdas nuestro trato? Creo que hoy pondré tu primer desafío. —eso no me hacía sentir más tranquila, al contrario, una especie de nervios se extendió por todo mi cuerpo.

—¿Qué será? —pregunté con la voz algo entrecortada.

—Duerme conmigo. —sentí mis ojos crecer y como mi boca de repente se seco.

¿Por qué quería que haga eso? ¿Acaso quería que mi padre lo asesiné? Porque puede ser tranquilo, pero no dudaría que él lo haría.
Otra pregunta era ¿Por qué no le decía que no de una vez? Incluso seguía considerándolo, en verdad algo andaba mal conmigo.

En la tarde habíamos dormido juntos, podría verlo de la misma manera. Pero esta vez no sería accidental, estaría aceptando hacerlo.
Uff… no tenía idea de que hacer, solo quería demostrarle que confiaba en él, pero en parte no quería que creyera que siempre accedería a sus retos.

—Pero…—puso un dedo en mis labios acallándolos.

—No lo pienses tanto, no hare nada más que dormir. Pero quiero estar junto a ti, soy un poco egoísta  y el saber que estas en esta casa, tan cerca y no poder abrazarte, no me dejaría dormir ni siquiera unos minutos.

—Tus padres no estarán de acuerdo —y si los míos lo supieran, tampoco.

—Ya lidiare con ellos mañana. ¿Aceptas?

Lo pensé unos minutos más y al mirar la esperanza en sus ojos, terminé asintiendo.

—De acuerdo.


Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora