4.

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Jonás





Ella no quería hablar de lo que nos unía y podía ver que si insistía sería peor. Entonces decidí que lo mejor, por ahora, era mejor concentrarme en el caso.
Me había dado algo en lo que trabajar, pero aún no era suficiente. Necesitaba más información y aunque no me gustará, tenía que presionarla.

-Ahora que ya tomaste algo, debemos continuar. -ella suspiró, pero terminó asintiendo de manera dudosa. -¿Qué puedes decirme de Dante Monk?

-Es otro estudiante, esta especializándose en administración de empresas. Lo conocí a través de Simona, hace seis meses cuando me mude, me pareció alguien sociable y divertido, al menos esa fue la primera impresión, pero luego me dejo ver su verdadera cara. Muchas veces he discutido con él, se la pasa metido aquí, tratando de decirnos que hacer o respondiendo por nosotras. Esa es la razón por la que me extraña no verlo aquí, tratando de descubrir que sucede.

-¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

-Esta mañana antes de irme. Discutimos porque note un moretón en la cadera de Simona, algo que ya no pude resistir. Me gritó y también lo hice, pero estaba con el tiempo justo, así que le advertí que si seguía haciéndolo lo denunciaría.

-¿Él que te dijo acerca de ello? -no me gustaba lo que estaba escuchando, aunque no fuera responsable le daría una visita a ese imbécil por molestarlas.

-Claro que lo hizo, él nunca se quedará callado. -respondió y entrecerré mis ojos con suspicacia. - Me gritó que me meta en mis asuntos y los dejara a ellos en paz, si no quería ganarme problemas con él. Como si me importarán un par de amenazas vacías de un cobarde.

Sin darme cuenta, mi puño se había cerrado a mi lado. ¿Es que no se daba cuenta del peligro?
No sabía si el tal Dante Monk era el responsable de este homicidio, pero sabía con certeza que es alguien violento. Ella provocándolo solo se exponía a que él pudiera hacerle algo.

-Cariño bajo ningún punto de vista debes provocar a alguien así. Puede que tú no le tengas miedo, pero es de conocimiento general que tienden a desahogar su molestia con alguien a quien consideran más débil que ellos, en este caso: tu amiga. Pero no sé por cuanto tiempo hubiera resistido el no atacarte.

-¿Crees que lo provoque tanto que terminó desquitándose con ella? -su voz sonaba perdida y su cabeza estaba baja.

-¿Él nunca intentó nada en tu contra? -como dijera que sí, mataría al bastardo.

-No, solo gritos, pero nunca intento golpearme. No es tonto, si lo hubiera hecho, mi padre habría limpiado el suelo con él. -moviendo su cabello, de un tirón hacía atrás por encima de su hombro, ella me dio la primer sonrisa en toda la noche. -Me gustaría que mi padre lo hiciera, más si él es el responsable de esto.

-¿Padre sobreprotector? ¿Debería preocuparme que se comporte difícil al enterarse que soy el compañero de su pequeña? -Faith arqueó una ceja a su repentina pregunta.

-Es una pregunta demasiado obvia viniendo de un lobo. Si tuviera que suponer, diría que él a tu edad era parecido a ti. Así que dime ¿Cómo recibirías al futuro compañero de tu hija?

-Touché. Lo bueno es que tengo la suficiente confianza como para saber que tarde o temprano, me amara. Como tú Faith.

Ahora su mirada estaba en la mía, no sabía que corría por su cabeza, pero sabía que no iba a agachar la cabeza. En este poco tiempo con ella, a pesar de encontrarla rota, puedo vislumbrar a alguien demasiado terca, incluso para su propio bien.
Lo malo es que también lo soy, por lo que su acción sería redoblada por la mía.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora