11.

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Faith





Me encontraba regresando de hacer algunas compras, con mis padres quedándose en casa, las provisiones se acababan mucho más rápido. Pero mientras caminaba, hacia la puerta de entrada al edificio, no dejaba de pensar en Jonás. Hace tres noches fue la cena, fue el beso y aunque dijo que me llamaría, en estos días no había recibido ni un solo mensaje de su parte.
No me gustaba esta sensación, no quería estar controlando si me buscaba o no lo hacía. Demonios, él era un hombre libre. Solo habíamos compartido un beso, uno que aún podía sentir y deseaba repetir, pero solo eso, él nunca me pidió una relación o ser exclusivos... a pesar de ser compañeros.
Por fin lo admitía, era enormemente aterrador, pero él era mío y quería conocer que otras habilidades conocía.
El problema es que él decía no jugar, pero aunque de momentos mostraba interés, luego se perdía tres días, sin darme una maldita señal.

-Faith, espera. -me detuve de golpe, sintiendo como mi cuerpo giraba sobre sí mismo, por propia voluntad. -Tenemos que hablar ¿No te parece?

¿Cómo diablos se atrevía a aparecerse frente a mi? No quería hablar con él, quería golpearlo, acabarlo.

-¿Cómo te atreves? Maldito imbécil. La mataste, la policía debería encerrarte y no volver a dejarte ver la luz del sol.

-¡Yo no la maté! Era mi novia maldita sea. ¿Cómo puedo estar seguro de que no fuiste tú?

Las bolsas que traía en mis manos, terminaron en el suelo y no tarde en comenzar a caminar hacía él, decidida a acabarlo.

-Ella era como mi hermana y no sabes la cantidad de veces que te odie por lo que le hacías. ¿No te sentías mal al golpearla?

-Yo no la golpeaba, deja de decir esas mierdas

-¿O que harás? ¿Vas a tratar de golpearme a mi también? Vamos cobarde inténtalo, no te va a resultar tan sencillo. -Sabía que no se atrevería, pero quería que lo intentará.

Había entrenado durante años con mis padres, podía defenderme a la perfección y dejarlo pidiendo piedad. No me importaba el hecho de que yo fuera una loba y tuviera más fuerza, quería hacerlo sufrir.

-¿Crees que soy imbécil? Tengo a esos malditos policías tras de mi por tu culpa. Los tiraste a mi lado para salvar tu trasero, perra traidora. -cuando terminó de decirlo, mi puño impacto con su mandíbula, arrojando su cabeza hacía atrás.

Se sentía tan bien hacerlo, llevaba meses resistiéndolo, solo por Simona, pero ahora por culpa de él, ella ya no estaría.

-¡Estas muerta! -dijo antes de comenzar a lanzar golpes contra mi.

Recibí varios, lo que me hizo notar que estaba fuera de forma y debería entrenar, al menos una hora por día. Pero también le di varios, aunque el ardor en mi labio, no dejaba de palpitar.

Cansada de esto, logre atestarle un cabezazo, que aunque logro hacerlo caer, me dejo algo desorientada.
Con dificultad me senté sobre su espalda, sosteniendo ambos brazos con mis piernas y rebusque en mi bolsillo por mi teléfono.

-Gutiérrez - ¿Solo eso? ¿Acaso no miraba quien lo llamaba?

-Jonás necesito que vengas al apartamento. -froté mi cabeza, sintiendo como palpitaba una y otra vez.

-¿Faith? ¿Tanto así me extrañas cariño? También lo hago, pero no puedo ir, estoy lleno de trabajo.

-Te necesito aquí ahora.

-También te necesito. Demonios, no imaginas lo bien que se siente saber que es de ambos lados.

-¡Ya cállate! Te necesito de verdad. Por el momento estoy inmovilizando a Dante, pero como se atreva a volver a golpearme no responderé bien. -Mientras lo decía, presioné con fuerza una de mis piernas, apretando el brazo de este.

-¿Ese imbécil te golpeó?

¿No podía centrarse en lo importante? Lo necesitaba aquí, ahora.
Pero no, él solo se centra en si lo deje llegar a golpearme una vez.

-Eso no importa ahora, pero si no vienes, no respondo de mi.

-Ya voy. Por favor cariño, no me hagas detenerte

-Entonces apresúrate. -dije terminando la llamada.

No quería verlo de esta forma, sino porque él me buscara. Pero en su lugar, fui yo quien debió ir por él.
No estaba buscando una relación, no la quería. Ni con él, ni con nadie. ¿Por qué no podía simplemente aferrarme a ese pensamiento? Pero no, en su lugar me sentía como una de las protagonistas, con un elevado nivel de drama, de las novelas que tía Sophie solía mirar.

-Será mejor que me dejes ir Faith, porque en cuanto pueda levantarme por mi mismo, te mataré y esta vez créeme que seré yo. -sus palabras picaron duró en mi.

-Escúchame pedazo de hijo de puta, parasito asqueroso, a mi no vas a asustarme. Yo no soy Simona, no me dejaré intimidar por alguien tan insignificante como tú, antes te mato con mis propias manos. -mientras él luchaba por liberarse, yo trataba de que no pudiera hacerlo.

-¡Te voy a matar! Juro por todo lo más sagrado que voy a matarte Faith. Y voy a disfrutar cada momento.

-Inténtalo, a ver si te funciona. -lo provoqué, consciente de que sus palabras no me causaban nada.

Cuando la patrulla llegó, seguida por el auto de Jonás, yo seguía forcejeando con Dante. Estaba segura de que mi boca sangraba, pero en cuanto pudiera entrar, me curaría.
Pero ahora, cuando vi el enojo en la mirada de Jonás, entendí que llamarlo pudo haber sido un error. La rabia y el odio con los que miraba a Dante, eran inmensos y mientras se acercaba a nosotros lentamente, sentí un poco de lástima por el chico debajo de mi, pero solo un poco.

En cuanto llego a nosotros, me levanté, agachando mi cabeza, inútilmente, ya había visto la sangre.
Pero ni los demás oficiales adivinaron que Jonás tomaría a Dante por el cuello y lo levantaría.

-¡Jonás no! ¡Para! -grité, consciente de la cantidad de problemas en los que se metería por esto.

Pero él simplemente no me escuchaba. En su cabeza lo único que existía, era la idea de matar a Dante.

-¡Basta! Tienes que parar o te meterás en problemas. -dije tomándolo del brazo. -¿Y ustedes no van a hacer nada?

Los tres oficiales se acercaron a nosotros y separaron a Jonás de Dante. En cuanto este soltó el cuello del imbécil, terminó desplomándose en el suelo.

-¡Suéltenme! Se atrevió a tocarla. Te voy a matar pedazo de mierda.

-Demonios Jonás cálmate, ella esta bien, mírala. -miré al chico con una ceja alzada. ¿Me había visto la cara?

-Estoy bien, tranquilo. En serio estoy bien. -por más que tratara de tranquilizarlo, sabia que era imposible.

-¿Estas bien? No Faith, este imbécil te lastimo, solo mírate, estas sangrando.

-Él tampoco quedo muy bien que digamos. Además esto se irá dentro de poco, son golpes insignificantes. -Eso hizo que él me mirará a los ojos.

-Ya la escuchaste Jonás, ella esta bien. Cálmate hermano. Y ustedes llévense a este idiota y no digan ni una maldita palabra al respecto. ¿Me escucharon? -gruñó el hombre que lo acompañaba, logrando un asentimiento de los demás.

-¿Cómo diablos quieren que me calme cuando la golpeó?

Suspiré y entendí lo que debía hacer. Él no se calmaría, soy su compañera y verme en este estado era demasiado para su autocontrol.
El instinto de un lobo era proteger y matar a quien lastime a los suyos. Y yo era suya.

Me acerqué y no tarde en abrazarlo. Odiaba las demostraciones de cariño en la calle, pero era lo único que se me ocurría.

-Gracias por venir Jonás. -En cuanto lo dije me envolvió entre sus brazos.

Miré a su amigo y suspiré, mientras él pasaba una mano por su cabeza.

-Definitivamente lo perdimos. -Bufó negando.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora