Lorenzo
Uriel seguía bastante molesto, incluso mientras terminábamos de cenar, seguía manteniendo la expresión de fastidio en su rostro.
Había intentado, inútilmente, sacar temas de conversación, decirle lo que había sucedido durante el día, lo bien que me había caído Jorge, pero solo recibía silencio de su parte.Su teléfono seguía apagado en la habitación y al parecer planeaba no volver a encenderlo al menos hasta mañana. Si tan solo pudiera apagar también sus gruñidos y bufidos, sería genial, pero no creo que lo haga y ni loco se lo mencionaría.
Soy un poco bromista, pero no soy un jodido suicida, a este paso no me sorprendería que tuviera rabia.Pero cuando los bufidos aumentaron, mi paciencia se acabo y no tuve más remedio que tomar al lobo por el hocico.
—¿Qué mierda te molesta? —Pregunté sorprendiéndolo.
—Sabes bien lo que me molesta. —Gruñó dejando los cubiertos junto al plato.
—No. No estas molesto solo por lo de Rubí, te sucede algo más…
—¿Y a ti qué te importa?
—Considerando que soy quien esta soportando tu malhumor, creo que sí me importa. Desde hace rato solo bufas y gruñes sin parar.
—Es normal que lo haga, tuve un día de mierda, aguantando a personas que creen que por tener dinero pueden venir y decirme que hacer. —Seguía sin creerle que eso era todo—Y ahora tengo que solucionar la mierda que tu amiga y mi socio, lanzaron hacia mi. ¿Te parece poco?
—Sí me lo parece. Trabajo con Rubí hace dos años, he investigado el comportamiento de las personas y sé que hay algo más.
Su nerviosismo no era normal, podía entender que estuviera de malhumor, pero no a este punto, ya era un poco exagerado.
Pareció pensar, antes de volver a gruñir y clavar una fría mirada en mi.—Estoy confundido. Mi mundo siempre se encuentra perfectamente controlado y todo ese maldito control se fue simplemente a la mierda. ¡Por tu jodida culpa! —me acusó, levantándose un poco, apoyando ambas manos sobre la mesa e inclinándose hacia mi.
—Primero no grites, Azul esta dormida y no quiero que se despierte. Y segundo, ¡¿Por qué demonios es mi culpa?! —espeté entre dientes.
Él no podía acusarme por sus problemas, desde el día en que llegamos, hemos sido tranquilos y casi no le damos dolores de cabeza.
—Tu olor, ya no puedo resistirlo y no hacer algo al respecto. —¿Mi olor? ¿Qué mierda decía?
—¿Necesitas que llamé a alguien? ¿Qué médico los trata a ustedes? Quizás Laurie pueda decírmelo. —él no se encontraba bien, podía notar que por fin había perdido la cordura.
—Déjate de tonterías, ¿Querías la verdad? Pues ahí la tienes. Nunca creí que me sentiría atraído por un maldito hombre y eso me confunde. Me hace sentirme frustrado y nervioso todo el jodido tiempo porque no se como actuar a tu alrededor. —confesó, dejándome con la boca abierta. De todo lo que esperé que dijera, esto era lo último.
—¿No estas jugando, verdad? —tenía que asegurarme, aunque Uriel no parecía de los que hacían este tipo de bromas.
—Me gustaría mucho estar haciéndolo, pero esta es la verdad. ¿Crees que es fácil para mi incluso decirlo? Mierda, es la cosa más difícil que admití en mi vida. —se puso de pie y comenzó a pasearse de un lado a otro, pasando sus dedos, con mucho nerviosismo, por su cabello. —No te estoy pidiendo que te sientas de la misma manera, pero insistes en conocer los motivos de mi malhumor y aquí están, ya no se como controlarme.
Conocer sus sentimientos, me tranquilizó demasiado, al menos ahora sabía que no me confundía. Yo intuía que él sentía un poco de atracción hacía mi y ahora lo comprobaba.
Pero también podía intuir que él no estaba listo para una relación, él mismo lo dijo estaba confundido y hasta que aclarase eso, no lograría avanzar.De igual manera, tenía derecho a saber que me sentía de la misma manera.
—Para mi tampoco es sencillo, sé que eres un imbécil y nuestras personalidades no podrían ser más opuestas, pero por más que lo intento no logro dejar de pensar en ti. Me siento atraído del mismo modo que me siento molesto, hay días en los que quiero acercarme a ti y besarte con las mismas ganas con las que quiero golpearte. —aunque la mayoría, solo quería darle un buen gancho de derecha y borrar la maldita expresión de superioridad de su rostro. —Tampoco se como actuar a tu alrededor y si logro mantener el control es por Azul. Ahora solo debo pensar en su bienestar y tú eres el único que puede mantenernos seguros.
De no ser por Azul, hace tiempo hubiera intentado hacer algún movimiento. Me había llamado la atención desde aquella noche que se acercó en infierno y de no haber llamado Laura, las cosas hubieran acabado de otra manera.
Pero ahora todo había cambiado y debía mantenerme o intentar mantenerme al margen, aunque eso no significaba que no iba a contarle lo que sentía.—Desde hace años no me siento de esta manera hacia un hombre, de hecho, creí que fue algo de una sola vez. Pero ahora veo que no lo es. —empecé y noté que eso llamó su atención. —Desde aquel día que nos vimos en infierno llamaste mi atención, pero con todos los problemas apareciendo en mi vida, preferí dejar esto a un lado. Ahora, no puedo ignorar que me digas que te sientes confundido hacía mi, sin decirte que estoy interesado y que si hasta ahora no he hecho nada al respecto, es solo porque me estas manteniendo seguro. Pero si mi vida y la de mi hija no estuviera en peligro, créeme Uriel Harrison, que hace rato te habría ayudado a aclarar esa maldita confusión.
Al parecer lo sorprendí, ya que no decía nada, solo se quedaba ahí mirándome como si esperará que dijera algo más o me retractará. Era imposible entrar en la cabeza de este hombre, por lo que no tenía una maldita idea de que pensaba, pero de una cosa estaba seguro, él me deseaba, tanto o más de lo que yo lo hacía.
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Pocas pulgas
WerewolfLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...