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Aysel


—Muy bien, ahora explícame porqué Cedric estaba contigo y no trates de engañarme Aysel. ¿Cómo demonios es posible que para poder hablar con mi maldito primo, deba llamarte a ti? ¿Qué mierda esta pasando entre ambos? —preguntó muy molesta Laurie, una vez que nos alejamos.

Sabía que esto sucedería, solo intentaba ayudar, no dejando solo a Cedric, pero eso significaría un maldito interrogatorio. No tenía ganas de darle explicaciones ni a ella, ni a nadie, pero tampoco quería armar un escandalo, que es lo que sucedería si empezábamos a discutir aquí.
Si eso sucediera, la poca paciencia que Cedric tenía se acabaría y terminaría él viniendo a mi rescate, peleando con su familia. Eso no era lindo ni de imaginar.

—Estábamos en el campus, esperando la próxima clase. ¿Recuerdas que estudiamos la misma carrera? Es obvio que nos veremos allí. —era una excusa bastante razonable, cualquiera la creería, pero no sabía si ella lo haría.

—¿Seguro solo es eso? No trates de engañarme Aysel, odio las mentiras.

—Y yo los interrogatorios. Mira Laurie, vine aquí porque Cedric estaba en serio como loco, quería que llegue bien, pero no por eso puedes tratarme de mentirosa. Si nos ponemos a pensar, aquí los únicos con ese titulo, según Cedric, son ustedes.

—¿Crees que no quería decirle?

—Querer y hacer son dos cosas diferentes. Ponte en su lugar y piensa cómo te pondrías tú si quien estuviera internada ahora, fuera tu madre. No solo eso, que además, ninguno de tus amigos y familiares te lo informó, sino hasta que las cosas se complicaron. ¿Qué hubiera sucedido si fuera algo peor? — a pesar de mis intentos por mantenerme fuera de esto, aquí estaba, defendiendo el mal humor y enojo de mi compañero. —Entiendo que no querían preocuparlo, pero también lo entiendo a él por estar enojado con ustedes.

—También estoy enojada y aún asustada, cuando Benjamín me aviso que Megan se sintió peor, no sabía que pensar. Me puse en el lugar de Cedric y comencé a llamarlo, pero no lograba comunicarme con él. Era llamar una y otra vez, sin conseguir una respuesta, hasta que Ben sugirió hablarte, él estaba convencido que al llamarte daríamos con él.

—Siempre estamos juntos en la universidad, trato de mostrarle los lugares que conozco. Sé lo que creíste y no estoy enojada por ello, solo me enoja que creas que te mentimos.

—Conozco a Cedric y cuando quiere a alguien va a por ello, si te quiere a ti, nada lo detendría. Ahora la cosa es si tú lo quieres.

Claro que lo quería, por algo estaba resistiendo todo esto, pero  no estaba preparada para decírselo.
Gracias a la Diosa, quien al parecer quería también conservar nuestro secreto, nuestra conversación fue interrumpida.

—¡Papá! ¿Qué te dijeron? ¿Cómo esta mamá? ¿Puedo verla? —Cedric se acercó al hombre, un hombre muy lindo, aunque se parecía muy poco a él. Si tenía que suponer, suponía que se parecía más a su madre, aunque aún no la conocía.

—Cálmate, ella esta bien. Ya conoces a tu madre, fue difícil convencerla de atenderse en el hospital de la manada, ella creía que era solo una intoxicación. La convencí de que viniéramos a la ciudad y lograr que aquí la revisaran, iba a ser más sencillo contigo apoyándome, pero en el camino el dolor empeoró y las cosas casi se complican. —pude ver la preocupación marcada aún en los rasgos del hombre. —Ella ahora esta bien y sí, podremos verla, pero ahora debemos dejarla descansar un poco.

—¿Por qué nadie me lo dijo? Papá ya no soy un maldito niño, deja eso para Lyra, pero no me ocultes estas cosas importantes.

—No queríamos preocuparte, hasta unos kilómetros cerca de aquí, no era nada grave, solo una molestia.

—Perdóname por haberme comportado tan egoísta, volveré con ustedes, me necesitan allí y no estoy dispuesto a ignorar mis responsabilidades. —esas palabras me dolían, porque si él se iba, lo nuestro solo quedaría en nada. Yo no podía acompañarlo, tenía responsabilidades aquí.

—Déjate de decir tonterías, con tu madre creemos que es mejor que estés aquí, que estudies y encuentres a tu compañera. Ya tendrás tiempo para ser alfa hijo, mientras seguiré siéndolo yo. —entonces sonrió, formando un hoyuelo, que lo hacía verse mucho más atractivo. —Hasta ahora he hecho un maldito buen trabajo. ¿No crees?

—Me estoy volviendo loco, necesito ver a mamá y saber que esta bien.

—Lo está, ella es fuerte y terca, en las mismas proporciones. Por cierto, no se te ocurra mencionarle esto de volver con nosotros o estarás en problemas.

Me quedé observándolo unos momentos más, encontrando pequeñas similitudes, no solo físicas, sino en personalidad. Cedric y su padre compartían la ondulación del cabello, la misma nariz y la sonrisa. Pero también, la paciencia, la manera de expresarse, haciéndote sentir seguro y estaba segura de que descubriría muchas cosas más.

—Ahora todo estará mejor, Jack logró calmar un poco a Cedric y en cuanto vea a Megan, volverá a ser el de siempre. Míralo, ya esta sonriendo nuevamente. —Laurie tenía razón, era bueno verlo sonreír de nuevo y sin darme cuenta me encontré haciendo lo mismo.

—Entonces supongo que ya puedo irme, debo volver, seguramente llegue para la última clase. —lo cual dudaba, desde aquí tendría que tomar dos autobuses.

—Yo supongo que no, Cedric no te dejará irte, al menos que sea con alguno de nosotros o él mismo.

Y en ese momento, como si fuera el diablo, sabiendo que hablábamos de él, volteó a vernos. A pesar de que sonreí, tratando de asegurarle que todo estaba bien, supe que no me había creído.
Volteó a su padre y le dijo algo, para luego caminar hacia nosotras.

—¿Estas mejor? —pregunté cuando lo tuve enfrente.

—No hasta ver a mi madre, pero un poco más calmado. Perdónenme por las cosas que les dije, a veces no logro calmar mi impulsividad.

—Por mi parte estoy acostumbrada a tus locuras, pero no se como actuaste con Aysel.

—Actué mal, discutí bastante con ella durante el camino y la traté de hipócrita. ¿Me disculpas Aysel? —nos miramos unos segundos y asentí.

—Esta todo bien. Ahora volveré a la universidad, si algo sucede, llámame.

—No puedes irte, es un largo camino. Quédate, luego prometo que yo mismo te llevaré a tu casa. —tragué saliva, nerviosa. Sabía que él me necesitaba aquí y quería quedarme, tanto como irme.

—Si lo haces de la misma forma en que me trajiste, paso. Hubo momentos en los que creí que tendríamos un accidente.

—No lo hice tan mal. —y ahí estaba su sonrisa totalmente expuesta, esa que tanto me gustaba ver.

—¿Enserio crees eso?

—Lo creo.

—Quédate Aysel o nunca se callará. —Laurie rompió nuestro momento, consiguiendo una mirada molesta de Cedric. —Por tu hermana ni te preocupes, haré que Benjamín le aseguré que estarás a salvo.

—De acuerdo. —suspiré, como si quedarme fuera tan difícil.

En cuanto Laurie volteó, Cedric me guiñó un ojo, consiguiendo una mueca de advertencia. Algo que luego me di cuenta, era observado por su padre…



Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora