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Aryeh




Mentí descaradamente y no me arrepentía de hacerlo. Le había dicho a Samara que solo podría dormir junto a ella, pero había pasado toda la noche observándola dormir.
Ella siempre era tan relajada, tan imperturbable, que era divertido ver las muecas que hacía presa del sueño. Su nariz de a momentos se arrugaba, recordándome a un pequeño conejito, su ceño frunciéndose, llevándome a preguntarme qué podía perturbarla, la manera en que se acercaba a mi, buscando un poco de calor. Desearía quedarme así por mucho tiempo más, pero era en vano, fuera ya la claridad era evidente.

-Deja de mirarme-dijo de golpe, deteniendo mi acción de acariciar su cabello.

-¿Cómo sabes que estoy mirándote? -sonreí y volví a pasar mi mano por su cabello.

-Solo adiviné. ¿Por qué no estas durmiendo? ¿Qué hora es?

-Acabo de despertar, es muy temprano, vuelve a dormir.

-Ya tengo hambre, además yo siempre madrugo. Ari, eres cómodo. -suspiró, acomodando mejor su cabeza en mi pecho. - Y hueles bien.

Ella no tenía una idea de lo que estaba provocando en mi y si la tenía y hacía esto adrede, le estaba funcionando a la perfección.
No sabía cuanto tiempo más podría resistirme, me sentía en una relación, sería y comprometida, pero no había recibido ni siquiera un solo beso de su parte. Quería tanto besarla, pero me preocupaba que al hacerlo la asustará y retrocediera, el camino que he venido avanzando.

-Tú también Samy, pero si tienes hambre, debemos solucionar eso. Arriba perezosa. -comencé a levantarme, mientras la veía refregar sus ojos.

-¿Crees que tus padres se dieron cuenta de que dormí aquí contigo?

La verdad era que en mitad de la noche mi madre había pasado y nos vio juntos, pero decirle eso, sería algo que la pondría muy nerviosa, así que lo mejor era negarlo.

-No. Ellos duermen pesadamente, no hay manera de despertarlos. Iré a lavar mis dientes y bajaré a preparar algo para desayunar, tú aprovecha y quédate un poco más en la cama.

-Solo un poco más. -Se dejo caer y volvió a taparse, ella iba a matarme.

Cuando terminé de usar el baño, baje a la cocina, poniendo primeramente la cafetera a trabajar. Luego me dispuse a freír rápido unos huevos, antes de que Samara bajara, lo cual no tardo mucho en hacer.

-Debiste quedarte un poco más. -dije apagando la cocina.

-Vine a ayudarte. ¿Qué debo hacer?

-Sentarte y dejar que te atienda. -en cuanto sus labios se torcieron en una sonrisa, mis ojos se instalaron allí. En serio quería besarla.

-¿Qué anda mal? De pronto te has puesto triste.

¿Lo hice? No lo creía, nunca habían podido leerme con facilidad.

-No es nada, solo siéntate y dime si prefieres pan tostado o galletas.

-Pan tostado, pero no te dejaré escapar. ¿Qué pasa?

-Quiero besarte-dije comenzando a caminar hacía. -Tengo tantas ganas de besarte, que ya no puedo pensar en nada más.

-¿En serio? -Preguntó un poco aturdida y jadeante.

-Muy en serio.

De pronto me encontraba frente a ella, con mis manos en sus caderas, manteniéndola tan cerca de mi, que no dudaba en que Logan me mataría si pudiera a vernos.
Nada en este momento parecía inocente, estaba a nada de asaltar su boca. Pero no logré hacerlo, ya que ella volteó su rostro y se libró de mi agarre.

¿Había hecho mal en decirle como me sentía? ¿Actué demasiado rápido, asustándola? Estaba seguro de que así había sido, porque sin mirarme de nuevo, me dio la espalda y comenzó a caminar hacia la sala.
Estaba listo para terminar de preparar el desayuno, consciente de que la había jodido en grande y no sería tan fácil recuperar su confianza, cuando la vi volver a entrar y caminar hacia mi.

A penas tuve tiempo de prepararme, mientras buscaba en mi cabeza las palabras correctas para disculparme, cuando ella se paro en puntas de pie y unió nuestros labios.
Actué por instinto, sosteniéndola contra mi. El beso fue corto, delicado y tímido, justo como ella. En este primer beso no hubo pasión, sino dos pares de labios conociéndose.

En cuanto se separo un poco sonreí, no la dejaría ir tan fácil, esta vez sería yo quien la bese.
Lleve mis manos a sus mejillas y con mis pulgares la acaricie, antes de inclinarme y volver a besarla.

Esta vez el beso era más profundo, más necesitado y no solo por mi, descubrí que ella también quería besarme desde hacía tiempo.
Tenia una de mis manos sosteniendo con fuerza su cintura y la otra seguía en su rostro, mientras sus brazos me envolvían, empujándome más cerca, si eso fuera posible. No quería soltarla, pero una aclaración de garganta desde detrás de nosotros, hizo que nos separáramos.

-Los encontré picarones, solo venía a ver que eran esos ruidos, pero me encuentro con una escena casi no apta para menores. ¿Si recuerdan a Jade, verdad? - la voz de mi padre, provocó que Samara cubriera su rostro con sus manos y las apoyara contra mi pecho.

-No exageres papá, no hacíamos nada malo. -abracé a mi compañera, haciéndole saber que nada de esto estuvo mal, al contrario, estuvo demasiado bien y quería volver a hacerlo.

-¿Pensaría Logan lo mismo? -Fingió pensarlo, pero luego solo se encogió de hombros. -Bueno nunca lo sabrá, no quiero perder a mi cachorro y adoro a mi bichito de luz, aunque ahora no se anime a mirarme.

Me reí entre dientes mientras Samara gimió en mi pecho. Ella conocía a mi padre y sabía que jugaba, pero aún así se encontraba demasiado avergonzada como para hacerle frente.

-Estoy preparando algo de desayunar y luego llevare a Samy a su casa.

-Tranquilos, los dejare solos, para que sigan besándose. Hasta luego bichito de luz. -negué, acariciando la espalda de Samara.

Si mi padre se ponía así solo por vernos besándonos ¿Cómo reaccionaría al saber que éramos compañeros?

-Voy a morir Ari, no siento mi rostro. ¿Enserio Michael acaba de vernos?

-Sí, pero solo bromeaba, no dejes que sus bromas lleguen a ti, no puede arruinar lo que acaba de suceder. Me besaste.

-Sí, lo hice. Lo dude, pero también quería besarte, quería saber que se sentía y no pude resistirme. -me alegraba de que no lo hiciera

-¿Y ahora que lo sabes, te arrepientes?

-No. -su respuesta fue acompañada, gracias a la Diosa, por una pequeña y tímida sonrisa. -Lo cierto es que no me arrepiento.

-Bien, porque planeo hacerlo muchas veces más.

-Um... de acuerdo, solo procura que no nos interrumpan la próxima vez.

Luego hice lo único que se me ocurrió hacer, la abrace y sonreí de oreja a oreja.






Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora