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  Aryeh


—Como han cambiado las cosas hermanito, antes debíamos obligarte a asistir a este tipo de evento y hoy eras el primero en estar listo. ¿Me pregunto a que se deberá este cambio, o mejor dicho a quién? —preguntó burlonamente Gael.

No era que no quería venir o que no me gustaban estas reuniones, simplemente me aburría y prefería quedarme mirando alguna serie o incluso durmiendo. Pero ahora no, ahora aprovechaba cualquier oportunidad para ver a Samara.

—Sabes de sobra la respuesta, no me lo perdería, no cuando sé que ella vendrá. —respondí casualmente.

—Me gusta verte así, pero me preocupas. Siento que estas involucrándote demasiado con Samara y créeme que a la larga el amor es una mierda. —él me dirigió una mirada extraña y negó. — Ambos terminaran demasiado involucrados, ella es tan adorable que dan ganas de conservarla y tú, eres un imbécil, pero puedo verte babear por nuestra pequeña. Lo malo es que ambos tienen un compañero allí fuera y cuando lo encuentren será horrible tener que alejarse. Muchas veces desee no ser un lobo, la vida sería más sencilla.

La amargura en su tono, me dio a entender que no estaba refiriéndose a otra cosa sino a su propia historia con Faith.
Desearía poder hacer algo para ayudarlos, pero no podía hacerlo. Aún existía la posibilidad de que fueran compañeros, pero si ella seguía huyendo de él, nunca lo sabrían. Al menos sino, hasta que encuentren a su compañero en otra parte.

—Esto es diferente Gael, créeme que sé lo que estoy haciendo y que haré lo posible por nunca lastimar a Samara. —esperaba que leyera entre líneas, no podía decírselo de manera directa cuando acababa de decirme lo lastimado que se encontraba.

Me gustaría compartir esto con mi hermano, pero sería como echarle sal a la herida y escarbar dentro con unas tijeras.

—¿Puedo preguntarte algo Aryeh? —asentí.

—Lo que sea.

—¿Samara es tu compañera? —abrí la boca para decirle que sí, que ella era mi compañera, pero sonrió de lado y negó. —Olvídalo, me lo dices luego, ahí esta la pequeña buscándote.

Tan rápido como lo dijo, giré y la vi, mirando hacía todos lados. Cuando por fin me encontró, sonrió y elevó su brazo, sacudiéndolo en modo de saludo.
Se veía tan pequeña con este gesto y el vestido rosa, ayudaba a convertirla en una cosita tierna.

Luego de decirle unas palabras a sus padres, corrió hacia donde nos encontrábamos con Gael.

—¡Aryeh! —exclamó abrazándome. —Tengo un par de cosas que contarte, no podrás creerlo, yo aún trato de hacerlo. Pero no te preocupes porque no es nada malo, al contrario es súper bueno, o eso creo, ya que puede que no te guste la idea. ¡Oh hola Gael! —dijo tras notar a mi hermano.

—Hola Pequeña, respira que no queremos que te desmayes —bromeó.

—No lo haré, es que en verdad estoy contenta.

—¿Y qué estas esperando para contarnos? —pregunté, acariciando uno de sus rizos sueltos.

—Eso pequeña, comienzas la historia y nos dejas a medias, danos el chisme—bromeó Gael, haciendo un gesto con sus dedos.

 
—Es que no es mi noticia, pero no resisto, debo decirlo. Tendré un hermanito, mi mamá esta embarazada y eso me emociona, ya que siempre desee saber como se sentiría. Será difícil, porque seguro me volveré loca y no querré ir a la ciudad y dejarlo aquí, pero no puedo evitar sentirme tan… ¿Qué palabra podría usar?

—¿Hiperactiva? —sugirió mi hermano, consiguiendo que le de un golpe en su brazo.

—No la molestes. —advertí. —Eso es muy bueno Samy, aunque como veras, no siempre son buenos. Mírame sino, debo cargar con esta cosa. —señale a Gael con un movimiento de cabeza.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora