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Aysel

Estos días junto a Cedric eran en verdad perfectos, me hacían sentir que había tomado la decisión correcta al aceptarlo, al darnos una oportunidad como algo más que simples amigos.
Pasábamos la mayoría del tiempo juntos, estudiábamos la misma carrera, por lo que coincidíamos en los mismos lugares. Aún no les habíamos dicho a ninguno de nuestros conocidos, a excepción de Pablo, quien parecía maldecirnos cada vez que nos veía juntos.

Algo diferente sucedía cuando me encontraba a solas e intentaba lograr por todos los medios que hable con él... como si fuera a lograrlo...
Tenía que admitir que era atractivo, hombros anchos, atlético, cabello y barba negra, lentes que lo hacían verse muy intelectual, un Clark Kent moderno. Tan diferente a Cedric, pero ahora no lograba verlo de la misma manera que antes, era alguien atractivo, pero del montón.

A veces ese pensamiento me llevaba a horrorizarme, me hacia darme cuenta que me había convertido en el ser al que tanto critique: mi hermana.
Ella desde que conoció a Sam, tuvo ojos solo para él, algo que me llevo a burlarme de ella en reiteradas ocasiones, creyendo que no me sucedería igual. Y mírenme ahora, estaba obnubilada por el pequeño alfa.

-¿En qué piensas rayita? -levanté mi cabeza y lo observe, estaba tan relajado, que me lo transmitía.

Estábamos sentados bajo un árbol, en un parque cercano al campus. Aprovechando que las clases de ambos no empezaban, sino hasta dentro de cuarenta minutos más.
No recuerdo de quien había sido la idea, pero estaba pasando una de las mejores tardes, al menos una de las mejores en los últimos años.

-En mi hermana y en Sam, precisamente en el día en que se conocieron. Ella empezaba a trabajar en infierno, estábamos emocionadas ya que hacía solo tres meses que habíamos llegado, ella tenía diecinueve años, por lo que muchos se negaban a darle trabajo. Yo no podía ayudarla, con quince años, era aún más complicado. Pero entonces Aníbal le dio la oportunidad y mientras caminaba a su primer noche, trataron de atacarla y Sam la ayudó, fue romántico y más cuando se dieron cuenta de que eran compañeros. Mi hermana es una romántica sin cura, mientras yo soy más...realista.

-No creo que no seas romántica Aysel, creo que hay una parte de ti escondida y la descubriré. Además es algo bueno que Sam llegará en ese entonces, así no estuvieron solas.

En eso tenía razón, Sam era como un padre para mi, siempre se había comportado como tal, preocupándose y estando a mi lado, no imaginaba lo mucho que le agradecía eso.
Desde que él llego, nunca nos sentimos solas, lo teníamos para protegernos y él nunca se quejó por tener que cargar con la molesta hermana menor de su compañera, al contrario, me acepto desde el primer instante.

-Fue muy bueno que él llegara, mi hermana cambió, se volvió más alegre, su única preocupación soy yo. -que no dejaba de darle motivos para que lo haga.

-Ya no, ahora eres mi preocupación. -me removí, riéndome de lo absurdo que eso sonaba, pero él lucía serio. -Lo eres Aysel, eres mi compañera y te cuidaré siempre.

Cuando hablaba de un futuro tan amplio me asustaba, no entendía porque no podía sentirme seguro con ello, pero me gustaría hacerlo.

-Ya empiezas a hablar como un alfa. -me burlé, tratando de alejar la sensación de inseguridad que nacía en mi.

-Toda mi vida me educaron para ser un alfa, es lo que soy y lo que siempre seré.

-Y yo seré tu luna. -cerré los ojos y volví a recostarme sobre su hombro. - No me educaron para ello, seré la peor luna del mundo. ¿Estas seguro de que me quieres junto a ti?

-Muy seguro, no pienses en eso ahora, piensa en nosotros, es lo único que importa. -claro que no lo era, pero no arruinaría este momento con problemas.

-Tengo un poco de sed, vayamos a buscar algo para beber. -me puse de pie, pero él tomó mi mano impidiéndome alejarme.

-Espera aquí, iré a comprar algo allí- señaló al hombre en el carrito-No tenemos que ir los dos y luego tendremos que volver, así que iré y tú esperaras aquí.

-Muy bien, aquí te esperaré.

Mientras lo observaba irse, me senté y pensé en como sería ser una luna. No tenía paciencia y mucho menos sabría como actuar en una situación problemática.
Todo pensamiento al respecto quedo olvidado cuando mi teléfono comenzó a sonar. Lo saqué de manera automática, pensando que era mi hermana, pero descubriendo que era Laurie.

¿Acaso había descubierto que me encontraba con Cedric? No, no había forma de que lo supiera.

-Hola Laurie.

-Hola Aysel, no soy Laurie, soy Benjamín. Disculpa que te llamé a ti, pero hemos intentado comunicarnos con Cedric y nos fue imposible, sé que debe estar contigo y por eso me tomé este atrevimiento. -¿Es qué acaso él lo sabía?

-¿Cómo lo supiste? -pregunté, sin darme cuenta que si llamó era porque sucedía algo grave.

-Eso ahora no importa, pasó algo grave. Hace días hable con Jack, Megan ha estado sintiéndose un poco mal y no queríamos preocupar a Cedric, por lo que se lo ocultamos. -miré al lugar en donde Cedric aún esperaba las bebidas, considerando que no fue muy buena idea que no se lo contaran. - Ellos venían para que la atendieran en el hospital, Megan empeoró en el camino y ahora esta internada. No sabemos bien que es lo que tiene, aún siguen haciéndole análisis, pero es mejor que Cedric lo sepa.

-Sí, aunque debieron habérselo contado antes, es su madre. ¿Tienen idea de como se pondrá cuando lo sepa? ¿En qué diablos pensaban?

-Esperábamos que no fuera nada grave. Cedric es muy impulsivo, hubiera conducido a la manada, aún sabiendo que ellos se dirigían hacia aquí.

-Eso no es excusa Benjamín. -no podía seguir diciéndole lo que pensaba de su falta de sensibilidad, porque Cedric venía hacia mi. - Pero ahora hablaré con él. ¿En qué hospital están?

En cuanto me dijo el nombre del hospital, no seguí escuchándolo, simplemente corté la llamada y me puse a pensar en como le daría esta noticia.
No podía arrojarle la bomba, como si de nada se tratará, aún no sabían que tenía su madre.

-¿Esta todo bien rayita? -no, no lo estaba. -Espero que no tengas nada contra la naranja.

-Gracias Cedric. -tomé el jugo en su mano y bebí un poco. -Ven, siéntate conmigo.

-Me estas preocupando, dime que sucede.

-Acaba de llamarme Benjamín, trataban de hablar contigo, pero no logran comunicarse.

-Hace rato me quede sin batería, luego hablaré con él.

-Tus padres están en la ciudad. -suelto de golpe.

-¿Mis padres? ¿Y porqué no me avisaron?

-Por lo que me dijo Benjamín, tu madre no ha estado sintiéndose bien y tu padre la trajo para una consulta más detallada. -No sabía como decirle lo que seguía, no era para nada sencillo. -Durante el viaje tu madre se sintió peor.

-¿Ella esta bien? -ahora Cedric lucía molesto y tenía razón en sentirse así.

-Esta internada, no puedo decirte lo que tiene ya que aún no están los análisis. -me acerque y puse mi mano en su hombro. -Todo estará bien, ella estará bien.

-Espero que así sea Aysel, porque ajora estoy muy preocupado y molesto.



Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora