8.

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Jonás




Estaba terminando discutir con mis hombres, la lentitud que estaban llevando en el caso Sosa, cuando Robles llego a sumar aún más problemas.
¿Acaso no podían darme un maldito día de paz?

Había llegado de buen humor. Por algún milagro los padres de Faith me aprobaban, aunque ella aún no estaba muy dispuesta a hacerlo. Aunque no soy tonto y vi las miradas, la forma en que su piel se eriza o como a veces su respiración cambia cuando estoy cerca. Una cosa es que trate de mentirse a ella misma y otra es que intente mentirme a mi.  

—¿Qué quieres decir con que no lo encuentran? Alguien debió verlo.

—Hemos ido en tres ocasiones al domicilio que nos dio la universidad y ni él, ni su compañero se encontraban. Según la portera del edificio, no los ha visto desde hace tres días. Tampoco se han presentado a clases, ni le han dicho a nadie si saldrían.

No podía creer que resultara tan difícil encontrar a un chico de veinte años.
Según Faith, él era demasiado controlador con su pareja, por lo que no podía dejar de parecerme extraña su ausencia. La Diosa sabe que si algo le sucediera a Faith, no habría poder humano que me alejara del lugar y que no pararía hasta conseguir que el responsable se arrepienta. Pero yo no era un bastardo golpeador, por lo que no podía entender que pasaba por su jodida cabeza.

—¿No han encontrado información de algún familiar? ¿Algún lugar donde puedan estarse escondiendo? Quiero que busquen sin parar y que no descansen hasta darme una respuesta. — miré a los tres oficiales frente a mi. —Muévanse y hagan su maldito trabajo, porque si tengo que hacerlo por ustedes, los mandaré a controlar el maldito trafico. A ver si siquiera pueden con ello.

No espere una respuesta, no necesitaba escuchar excusas, sino que me dieran la ubicación de Dante Monk de una vez por todas.

—Gutiérrez, están buscándote. —me informó Benites.

Si algo me faltaba era tratar con alguna tontería. No tenía nadie quien me buscara, mi hermana y mi sobrino estaban bien, ya que había hablado con ella hacía menos de una hora y sabía que Faith estaba segura junto a sus padres.
Caminé hacía el vestíbulo, encontrándome con Benjamín Ordoñez, mi futuro suegro.

Me acerqué a él con paso más veloz, no sabía si algo malo le había sucedido a mi compañera y por esa razón había venido a buscarme, o si el imbécil de Monk se apareció en el apartamento.

—Señor Ordoñez ¿Sucedió algo malo? ¿Faith se encuentra bien? —pregunté con verdadera preocupación al llegar a él.

—No, pero no esperabas que me quedara tranquilo y no quisiera saber lo que sucede. Así que es mejor que me digas como va la situación muchacho.

—Espere un momento. —Voltee hacia uno de los oficiales. —Robles, cúbreme, vuelvo en unos minutos.

Tras su asentimiento, caminé junto al hombre hasta el bar más cercano. No era correcto beber en horarios de trabajo, pero algo me decía que necesitaría una cerveza y él también.
A pesar de que la actual información era bastante pobre, no era lo único en mi mente a tratar. Quería saber que sucedía en realidad con Faith.

—Muy bien, no tengo mucho para contar, ni tampoco mucho tiempo, ya que debo regresar al trabajo. El caso esta comenzando y aún esperamos resultados de varias pruebas.

—Imaginé eso, recuerda muchacho que llevo años dedicándome a esto. Pero necesito la información, por muy poca que esta sea.

—Encontramos algunas huellas en la casa, pero debimos descartarlas. La mayoría eran de Faith, su amiga y el novio de esta, Dante Monk. —hice una pausa, dudando si continuar, pero en su lugar si tuviera a mi hija siendo parte de un caso por homicidio, querría saber cada detalle. —Él esta en el sistema, fue arrestado dos veces con anterioridad. La primer visita a una estación de policía fue hace cuatro años, por una denuncia de violencia de su ex pareja. Al ser menor, los cargos fueron minimizados, como es costumbre en estos casos. La segunda vez, fue el año pasado, por conducir en estado de ebriedad.

—¿Él les ha dicho algo? ¿Dónde se encontraba ese día?

—No lo sabemos, no hemos logrado dar con él. Lleva tres días sin acudir a su residencia y sin presentarse a sus clases. He pedido que no detengan la búsqueda, yo mismo me encargaré de tomarle declaración a esa fichita.

Aún no dejaba de pensar en que ese chico pudo atraverse a golpear a mi compañera, solo sería cuestión de tiempo, si no había sucedido aún.

—De acuerdo. Ahora que se un poco sobre el tema, quiero saber tus intenciones con mi hija. —ninguno levanto la mirada, cuando la camarera trajo las cervezas, ambos tratábamos de saber que diría.

—Es mi compañera. Sé que ella aún no esta dispuesta a aceptarme, pero soy alguien paciente y puedo esperar. Dicho esto, no pienso mantenerme alejado, me propuse conquistarla y soy muy decidido en mis decisiones.

—Me alegra escuchar eso y creo que no hace falta decir que estoy bastante feliz de saber que su compañero es alguien responsable. Con mi mujer estamos muy preocupados por ella y saber que te encontró, nos da al menos un respiro.

—¿Por qué? —habíamos llegado al lugar que me importaba. Faith era un misterio para mi y esta era una manera de saber que esconde, tras sus capas de hielo.

—Ella esta tratando de renunciar a su parte lobuna. No me corresponde decir las razones y no esperes que te las diga, pero esperaba que tarde o temprano te encontrara. Sé que Faith es un poco difícil, pero voy a pedirte que no te des por vencido con ella.  

—No estoy dispuesto a hacerlo, he esperado encontrarla mucho tiempo, no me alejará con un par de palabras hirientes y un poco de mal humor. Puedo ver que esconde mucho más detrás de esa fachada de chica mala. —y ella estaba completamente atraída por mi, pero su padre no debía saber eso.

—Es muy buena con las palabras hirientes, pero no siempre lo dice en verdad. Tienes que considerar que parte de eso es culpa mía y de su madre, la hemos consentido demasiado.

—No es algo a lo que no este acostumbrado. En nuestra profesión, los insultos y palabras hirientes son el pan de cada día.

—Lo se y me deja más tranquilo saber que no te afecta. —Tomo un sorbo, aunque seguramente la cerveza ya estaba demasiado caliente. —¿Iras a la cena esta noche?

—Iré. Ya hice los arreglos y logré que alguien me cubra en el trabajo. ¿Dónde será? Pensaba llamar a Faith, pero es capaz de no responder. —O darme una dirección incorrecta.

—Cenaremos en su apartamento, ella no quiere salir y creemos que es lo mejor. Aún queda mucho por arreglar y no hay manera que la dejemos sola.

Lo entendía, si ellos no hubieran llegado, me estaría instalando en su apartamento. No me importaría si ella se negaba, lo primero sería que se encontrara segura.

—A las ocho estaré allí y ahora lo siento, pero debo volver al trabajo. Enserio es un gusto conocerlo y espero no decepcionarlo señor.

—Deja eso, llámame Benjamín, después de todo seremos familia. —Cuando su hija me acepte… pensé rápidamente.

—De acuerdo, nos vemos en la noche, Benjamín. —asentí hacia él y salí del bar. Ahora debía esforzarme aún más en resolver este caso, o perdería el apoyo que él significaba en mi relación con Faith.



Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora