10.

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Jonás



 
—Al fin llegas Jonás, no todos tenemos la suerte de poder disfrutar una noche con una sexy compañía, así que espero la disfrutaras. —gritó Daniel, mientras salía de su oficina.

—Como si pudiera contigo cuidando mi trasero. ¿Qué ha sucedido? —pregunté con cansancio. Esta noche había avanzado bastante con Faith, pero el trabajo no me dejaba pasar mucho tiempo con ella.

No quería terminar el beso, al contrario, quería comprobar hasta donde era capaz de dejarme llegar. En mi caso, había perdido el control al primer roce. Necesitaba entregarme a esa necesidad innegable, de perderme en el cuerpo de mi compañera.
Me gustaba su carácter, el siempre tener una respuesta acida a mis comentarios. Pero esta noche esa actitud, junto a la forma en que también perdió el control, me exitó a un punto de no retorno. Esa manera en que su cuerpo se enredo al mío, como si fuera una jodida enredadera, me daba ganas de gemir o volver a su apartamento.

—Encontramos al muchacho. —eso me trajo de regreso a la realidad. Por fin tendría en mis manos a ese sucio malnacido.

—¿Dónde lo encontraron?

—Apareció junto a Rubén Maldonado, su compañero en su  apartamento. Según ambos, habían decido hacer una escapada a casa de los padres de Monk. —eso era fácil de verificar. —Lo tengo a Monk en la sala de interrogatorios y al otro en la oficina de Alvares. Ninguno parece estar al tanto de la muerte de la chica.

—¿Se lo preguntaron?

—No, pero no dejan de cuestionar la razón por la que fueron traídos.

Asentí hacia él y comencé a caminar a la sala de interrogatorios. Iba a obligar a ese chico a decir lo que sabía.

—Me encargaré de Monk, tú interroga al otro chico. Consigue información.

—Estas demasiado molesto. ¿No pudiste cerrar la operación esta noche? Mierda hombre, creí que eras más rápido. —a pesar de haber dicho una mierda, no puede evitar soltar una carcajada. Daniel se caracterizaba por ser un maldito cotilla.

—Cierra la boca imbécil, no se te ocurra hablar de ella. —respondí mientras caminábamos. —La dejas en paz, esta chica es… solo es diferente para mi.

Sabía que fue un error decirlo, porque no tardo en acercarse a uno de los cubículos y empezar a hacer un maldito escandalo.

—¡Rápido llama a urgencias! Tenemos un oficial caído, tenemos un maldito oficial caído. ¡Gutiérrez ha caído! Necesitamos refuerzos.

Me acerque a él, tomándolo del cuello de su camisa y lo comencé a alejar de la oficial asustada.

—Eres un imbécil. —lo acusé, antes de mirar a la chica, la cual debía ser nueva ya que no conocía su nombre. —No le hagas caso, es por haber trabajado un doble turno.

—Solo necesito un café y volveré a estar de diez. —Negué hacía Daniel y preferí seguir caminando.

—Aún no entiendo porque sigo siendo tu amigo.

—Porque soy el único que soporta tu mierda —respondió como si nada.

—Lo que sea, usa toda esa mierda que tienes y consigue sacarle información a ese mocoso.  —dije antes de abrir la puerta de la oficina.

Allí, mirando uno de los espejos se encontraba un chico de aproximadamente metro setenta y dos, cabello color rubio ceniza, al que le faltaba un corte. Encorvado, seguramente pensando que demonios decir.  

—Dante Monk, toma asiento.

—No pienso hablar sin un abogado presente. Me han traído sin motivo, se han negado a decirme cualquier cosa y no seguiré así, tengo derechos.

—¿Conoce a Simona Ortega? —mi pregunta lo puso nervioso, haciendo que su respiración se tornara irregular.

—No se que les haya dicho, pero seguramente mintió. Somos una pareja constituida y no tendríamos problemas de no ser por la idiota metida de su compañera. —se sentó frente a mi. — Nunca la he golpeado, sería incapaz, pero es lo único que Faith Ordoñez sabe decir. No se porque diablos no se busca una maldita vida y deja a los demás vivir la suya.

—Si son una pareja tan bien constituida ¿Por qué no sabe lo que le sucedió a su pareja?

—¿Qué le paso a Simona?

—Aquí las preguntas las hago yo. ¿Dónde ha estado todos estos días?

—Fui a visitar a mi familia. Íbamos a ir con Simona, pero tuvimos una pequeña discusión y terminé viajando con Rubén. Él es mi compañero de apartamento.

—¿A que hora salieron?

—A las cuatro de la tarde, el lunes. ¿Por qué todas las preguntas? ¿Simona esta bien? —su preocupación parecía genuina, pero aún no estaba del todo convencido.

—La joven falleció hace tres días y como comprenderá es un sospechoso. ¿Por qué fue la discusión?

—¿Qué discusión?

—Acaba de decirme que pensaba viajar con la occisa, pero tuvieron una discusión y debió cambiar los planes. —Le recordé.

—No hablaré sin un abogado presente. No soy tonto, oficial, sé que necesitan un culpable y seré el más señalado. ¿Han investigado a Faith? Esa perra siempre me pareció peligrosa. —traté de controlar las ganas de golpearlo. Hacerlo solo sería problemático para mi.

No solo eso, de conocerse mi relación con Faith, podría quedar fuera del caso y no podía permitir que eso sucediera.

—Lo hemos hecho, ha presentado pruebas del lugar en el que se encontraba. ¿Puedes hacer lo mismo?

—Ya he dicho donde estaba.

—Necesito pruebas, las palabras no son suficientes.

—Quiero a mi abogado. ¿No se supone que tengo derecho a una llamada? Esto que están haciendo es violación a mis derechos.

—Lo único que tu actitud esta haciendo es meterte en más problemas. Así que te aconsejo que hables.

Él se quedo callado, desafiándome con la mirada. Sabía que no lo podía agredir, pero esta noche lo haría pasarla aquí.
Veremos hasta cuando podía mantenerse en silencio.

—Si así es como quieres jugar, prepárate para perder. —Dije y salí, encontrándome a Daniel haciendo lo mismo. —¿Dijo algo?

—No, no es idiota. Lo único que dice es que es inocente y que quiere a su abogado.

—Este pide lo mismo, aunque en ningún momento utilizo la palabra inocente.

—¿Qué piensas?

—No lo sé, de a momentos se mostro sorprendido y hasta preocupado, pero luego se cerro y no pude sacarle nada. —respondí molesto.

—No son tontos.

—Nosotros tampoco.

Lo atraparía y si era culpable, no descansaría hasta encerrarlo.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora