29.

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Jonás


 

Un día, se hizo dos, dos se hicieron tres y así hasta que pasaron cinco días, solo entonces considere que Faith estaba lo suficientemente repuesta como para volver a casa. Eso no quería decir que al día siguiente sus padres no aparecieran a comprobarla y reñirla por su comportamiento, porque eso fue exactamente lo que hicieron.
Quisiera que se quedará más tiempo, pero Faith quería pasar tiempo con su familia antes de que regresaran a la manada.  

La idea me tenia un poco disgustado, ya que aún no terminaba de caerme bien el idiota con el que Faith salió. No eran celos, porque estaba confiado en lo que teníamos y en lo que ella sentía por mi. Lo que tenía era desconfianza, él era como una mala influencia para ella y al parecer , por lo que Benjamín me contó, ella también lo era para él.
No me importaba que fueran amigos, pero al menos necesitaba que las cosas se calmaran, porque aún trataba con los estragos que dejo esa tormenta.

―Quizás un día más de descanso no hubiera estado mal. ―ella solo me miró y rodó los ojos.

―A ti lo único que te preocupa es que me encuentre con Gael, pero ya te dije que él es parte de mi vida y quiero ver como se encuentra.

―Es un lobo, esta bien.

―Igual quiero verlo, deja los celos. ―alce una ceja y me reí.

―Ya te dije cariño que no son celos. ¿Por qué lo estaría? Estoy convencido de que me prefieres a mi.

―Lo que sea. Lo odias desde que te dije que fuimos pareja.

―Negativo. Lo odio desde que llego herido y dijo que te tenían. No puedo creer que no terminé con ese idiota en ese mismo momento.

―¡Déjate de decir ese tipo de cosas! Espero que ahora que entremos te comportes y cuando digo “comportes” lo digo amable y cordialmente con él.

―Yo no soy hipócrita cariño, él sabe que lo detesto.

―Muy bien, entonces tienes la oportunidad de cambiar de parecer y espero que lo hagas Jonás, porque es alguien a quien veré mucho.

Ella no tenía idea de lo que me pedía. Él chico podía ser la persona que peor me caía en estos momentos y si él aún sentía algo por ella, seguro sentiría lo mismo por mi.
Si ella quería ser su amiga, no podía impedírselo, pero no podía obligarme a tratarlo.

―No estoy prometiendo ser agradable. ―Dicen que el que avisa no traiciona y ella podía darse por avisada.

―A veces eres un idiota.

―Lo siento, pero no actuaré amable solo porque es tu ex.

―No quiero que lo hagas porque es mi ex, de hecho olvida eso, pero es como mi primo y quiero poder compartir tiempo con ambos sin temor a que comiencen una pelea.

―Faith, no soy un niño, una cosa es que no soporte al chico y otra que empiece una pelea. ¿Quién me crees?

―¿Y qué piensas hacer entonces?

―Ignorarlo.

Ella frunció el ceño y clavó su mirada molesta en mi.

―No sé porque continúo intentando convencerte, si sé que harás lo que te venga en gana. Me dices terca a mi , ¿Pero qué hay de ti?

―Soy terco, nunca dije que no lo fuera. La diferencia es que mi terquedad no me expone a peligros, la tuya sí.

―¿Nunca dejarás de recordármelo?

―Cuando me convenza de que no volverás a intentar algo tan peligroso. ―No podría soportar el saberla en peligro nuevamente. Haría todo porque nunca se repitiera.

―Soy la menos interesada en volver a hacerlo. Créeme cuando me digan no salgas, no saldré.

―Eso me haría el hombre más feliz del mundo cariño. ―pero sabía que era imposible que lo cumpliera.

Pero entonces el viaje había terminado y no me quedaba más remedio que estacionar.
No quería entrar, Summer y Benjamín me caían bien, incluso muchos de los demás, pero no quería tratar con el tal Gael.

―Muy bien niño grande, es hora de dejar el berrinche que ya llegamos. ―sonreí y negué, a ella le encantaba provocarme y la Diosa sabía que me encantaba que lo hiciera.

―Luego te enseñaré como actuamos los niños grandes, después de todo ya estas mejor. ―su mano se detuvo a medio camino a abrir la puerta.

―No puedes decirme algo como eso justo ahora.

―¿Por qué no? Es algo que pasara cariño, solo te aviso.

―Me haces imaginar y no quiero hacerlo, porque estaré retorciéndome de ganas de estar contigo mientras estoy con mi familia.

Puse mi mano en su rodilla y comencé a arrastrarla por su pierna hasta llegar a sus bragas. Gimió y trató de apretar las piernas, pero mi mano ya la acariciaba.
Continué hasta que supe que estaba por venirse y quite mi mano, reacomodando su falda.

 ―¿Qué haces? ¿Por qué diablos te detuviste? ―ella estaba molesta y era exactamente lo que buscaba.

―Si tengo que pasar tiempo delante del idiota de ex, quiero asegurarme de que sea yo quien no salga de tu mente. Ahora sé que esperaras el momento de que estemos a solas y podamos terminar lo que empezamos aquí.

―No lo puedo creer, tú no puedes, esto, eres un idiota arrogante ¿Lo sabías?

―Lo sé Faith, pero no serás la única adolorida allí dentro. ―este pequeño movimiento, había despertado el deseo en mi.

―Te odio. ―Abrió la puerta y salió, caminando molesta hacía la casa. ―¡¿Qué estas esperando?!

Salí con una sonrisa en mi rostro, ella podía estar molesta ahora, pero luego se lo compensaría.

―No te enojes Faith, si terminabas, iba a querer estar dentro de ti y no soy fan del exhibicionismo.

―Entonces no hubieras empezado.

―No puedo resistirlo. Incluso ahora estoy tentado a devolverte al auto y conducir de regreso a casa.

―Si solo lo hubieras dicho antes de que nos vieran, hubiera aceptado, pero vi a Laurie a través de la cortina. Así que ahora también deberás esperar, bromista cruel.

Ella no tenía idea de quien era cruel en esta relación. Desde que la conocí me ha hecho las cosas difíciles, pero soy un masoquista cuando de ella se trata. Podría seguirla a todas partes, si me lo pidiera, hacer todo lo que quisiera. Bueno no todo, no estoy simpatizando con el idiota de su ex.
Y ahora mientras la veía entrar a su casa con una sonrisa, mi propia boca se extendía. Haría lo que este en mis manos para hacerla feliz.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora