7..

4.2K 583 75
                                    

Gael




Me sentía feliz, no había manera de disimularlo. Por fin la había encontrado, era mi compañera, no había error.
Incluso mientras volvíamos a la oficina, no podía frenar mi entusiasmo. Tamborileaba mis dedos contra mi pierna, cantando de manera ridícula la canción que sonaba en la radio.

-¿Qué te tiene tan contento? -preguntó Uriel, volteando a mirarme cada tanto.

No era difícil notar cuanto había cambiado mi humor. Al llegar estaba aburrido y desganado, en cambio ahora, estaba feliz y excitado, como si me hubieran dado un regalo que ansiaba demasiado.

-¿Recuerdas a Rubí? La bonita rubia que nos miraba con una mezcla de deseo y unas ganas de que nos esfumemos de su vista. -aunque tal vez solo quería que Uriel se esfumará, dudaba que no me quisiera cerca.

¿Qué compañera quería lejos a su compañero? Aunque ella no lo sabía aún, no podía negarme la atracción.
La vi, vi la mirada que me daba, ella estaba desnudándome totalmente en su muy pervertida mente.

-Sí. ¿Cómo la voy a olvidar? Si ella es a quién hay que proteger -respondió como si fuera lo más obvio y lo era, pero podía seguirme el juego.

-Bueno no solo es nuestra clienta, resulta que la pequeña rubia es nada más y nada menos que mi compañera. -dije las últimas palabras como si alguien estuviera persiguiéndome, fueron tan rápidas, tan sentidas que fue imposible no acompañarlas con una enorme sonrisa.

-No me jodas.

-No te jodo.

¿Cómo creía que bromearía con algo así? Era lo más importante para mi, llevaba años deseando encontrarla y ahora esta en mi radar.
Habían algunas cosas que me gustaría sacar del medio, como el hecho de que este en problemas, pero al menos, eso la trajo a mi.

-Me alegro por ti, amigo. Pero sabes que esto significa que deberé asignarle a alguien más para su protección. -volteé, lanzándole una mirada de molestia.

-¿Qué? ¿Por qué? No puedes hacer eso Uriel.

Él no podía estar en serio considerando asignarle a alguien más. Es mi compañera, mía, ¿Quién mejor que yo para cuidarla? Haría un maravilloso trabajo y eso me daría la oportunidad de acercarme a ella.

-¿En serio lo preguntas? Veamos Gael, eres demasiado impulsivo y en tu necesidad de cuidarla puedes cometer un error. Sabemos que siempre suceden cosas malas cuando mezclamos lo personal, con lo laboral.

-Pero soy alguien serio. -ante su elevación de ceja, bufé molesto. -Bueno, cuando me toca serlo.

-Te conozco desde siempre y sé que no te controlas. Cuando sucedió lo de Faith, quisiste salir a buscarla, aunque nadie sabía donde estaba y luego cuando supiste que había encontrado a su compañero, seguiste intentando que te elija. -bueno eso era verdad, pero había madurado, en ese momento era un niño. -¿Qué harías si la hieren?

-Matar al responsable. ¿Qué otra cosa haría? En serio Uriel, a veces haces preguntas tontas. -¿Qué quería que hiciera? ¿Sonreír y fingir que todo estaba bien? Demonios no.

-Pero no es lo que hacemos. En caso de heridas o amenazas, solemos poner en resguardo a la victima, pero lo que tú quieres es enfrentarte al peligro y mostrarte como un héroe frente a ella. Llevamos años en este trabajo, nos hemos hecho un nombre, si la quieres segura, deberás dejar que alguien más se encargue.

-No. -No iba a ceder con esto, no le dejaría el cuidado de mi compañera a nadie más. -Somos socios en este negocio, soy responsable y solo yo sé lo importante que es la seguridad de Rubí. La cuidaré y nadie se acercará a ella ahora que la encontré, no le quitaré ni siquiera un ojo de encima.

Debió ver la convicción en mi porque no siguió insistiendo, al contrario, pasamos el resto del camino en silencio. Incluso una vez que llegamos a la oficina, se mantuvo pensativo, lo que en él era bueno, ya que significaba que estaba pensando en una solución.
También me encontraba pensando, pero en mi lugar, lo que buscaba era la manera de acercarme a mi compañera.

¿Qué le gustará? Podría enviarle flores, aunque es un poco rápido y podría asustarla.
Era difícil saber que le gusta y que no a una mujer, que tiempos son justos. Podes ir muy rápido o muy lento, pero no podía saberlo.

Vivian acusándome de ser impulsivo, arriesgado, un poco demente y no quería que ella pensara eso, quería que me vea como un hombre maduro, paciente y centrado. En pocas palabras, algo completamente imposible.

-Tengo un nuevo circuito de cámaras listo para instalar en la revista, pensé en colocar un detector de metales y asignar a mínimo dos hombres para la entrada. -Rompió el silencio después de varias horas.

-No solo allí, consideraría poner otros dos hombres dentro.

-Tengo a la mayoría ocupado, solo te tenía libre a ti y a otros tres. -Lo sabría si me involucrará más en lo administrativo y no tanto en la acción.

-Deberíamos contratar a más personas. Estamos creciendo cada vez más y no nos vendría nada mal.

-También lo pensé, pero esto vino de golpe, no tuve tiempo a organizarme bien. -fruncía el ceño hacía su libreta, anotando cosas y tachando a la vez. -En caso de contratar deberíamos conseguir al menos cinco personas nuevas.

-Eso lo dejo en tus manos, estas más familiarizado con lo administrativo.

-Compañera... esa chica no tiene idea de la tormenta que esta por caerle encima. -negó, dejando la libreta sobre el escritorio.

-Soy un perfecto milagro en su vida. Divertido, fuerte, hermoso y viril. ¿Qué otra cosa puede desear?

-No lo se, tal vez alguien responsable, maduro y cuerdo.

-Trabajo y pago mis impuestos a día, eso me hace lo suficientemente maduro. ¿Qué más es necesario?

-Lo que digas Gael. -Uriel sacó su teléfono y comenzó a pasar las pantallas con su dedo. - Pero aún no sabes que quiere ella y por lo que note en nuestra reunión, no tolera la idea de un guardaespaldas

-Bueno no lo seré.

-¿Cómo que no? Pase toda la tarde ofreciéndote poner a alguien más a protegerla y te negaste y ahora me sales con esta mierda.

-No te confundas Uri, estaré a su lado fielmente.

-No me esta gustando esto, ¿Qué mierda piensas hacer?

-Seré un hermoso cachorrito cuidándola.

-No te atrevas a eso.

-Estoy bromeando Uri, siempre le quitas lo divertido a la vida. -palmee su espalda, tratando de que me creyera. A pesar de que la idea de perseguirla en forma de lobo, había cruzado mi cabeza.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora