C.20

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Uriel





No me di cuenta lo mucho que extrañaba este lugar, sino hasta que llegué. Respirar este aire, sentir esta tranquilidad que es imposible en la ciudad, ver a todas las personas que quiero.
Sé que Lorenzo no comparte mi entusiasmo, él no se siente feliz aquí y la única persona que quiere, además de su hija, es Rubí.

Los había dejado solos, sabía que ambos tenían muchas cosas que tratar y yo tenía que hablar con Leticia. No podía quitar de mi mente la tristeza que vi en sus ojos, a pesar de que intentó disimularlo.
No era ajeno para nadie aquí, que con ella teníamos una conexión especial. Podía tener a Christine, pero Leti era la hermana menor que siempre desee tener.

Es dulce, tierna, analítica, a pesar de que trata de aparentar ser diferente, pero sobre todo, ella es sensible. Es por ello que sé que algo anda mal y lo averiguaré.
Ella por suerte, tiende a contarme todo, a diferencia de mi compañero.

—¿Me dirás la verdad de tu regreso?  —Preguntó de repente, deteniendo su caminata. —¿Tiene algo que ver con el chico con el que llegaste?

—¿Por qué piensas que él esta involucrado?

—No soy tonta Uri, sabes que miro entre tus rendijas. —sonrió, antes de volver a girar y seguir caminando lentamente. — Primero llegan Gael y Rubí, quien supe que nos investigaba y ahora apareces tú con alguien, sin avisarle a nadie. ¿No crees que es obvio que sospecharía?

Luego de tres grandes zancadas la alcancé y pasando un brazo por sus hombros la atraje hacia mi. Sabía que no la engañaría.

—Él esta en peligro, no solo él, también su hija.

—¿La bebe? —preguntó frunciendo el ceño. —¿Por qué ella también?

—Historia larga, la cual solo he escuchado por casualidad.

—Y eso te molesta.

—¿Qué cosa?

—El solo haber escuchado por casualidad. No digas que no, tu nariz se inflo, por lo que sé que estas por mentirme. —Como si no le creyera, toco mi nariz con su dedo índice y negó. —Los hábitos no cambian.

—Se supone que él debe confiar en mi, pero no lo hace. Es frustrante y me desespera, le he contado que soy un lobo, lo traje aquí y él no puede hablar conmigo sinceramente.

—No puedes esperar que los demás actúen como tú. El que te abrieras y confiaras en él, no significa que él este obligado a hacer lo mismo.

—Eso lo sé, pero necesito que lo haga.

—¿Por qué? ¿Qué cambiaría eso? Ya lo has traído por lo que veo que te preocupa…

—Sí, él me preocupa. —confesé interrumpiéndola.

—Porque…—alentó a que continué, haciendo un movimiento con sus manos.

—Es mi compañero. —terminé, sonando cansado.

Talvez le había costado más de lo que espero, pero ella había logrado sacarme la verdad.
Por un momento se quedó en silencio, solo observándome, pero luego sin avisar me abrazo.

—Solo puedo imaginar lo asustado que estas, a pesar de tener tiempo para asumirlo, debió ser un golpe fuerte. ¿Él cómo lo tomó?

—Él tiene un poco más de experiencia que yo, aquí soy el más sorprendido. Sabes que esperaba una compañera.

—¿Y crees que él te esperaba a ti? Te quiero Uri, pero eres un poco difícil. Es imposible saber que piensas y es aún más difícil hacer que lo digas. ¿Él sabe que es tu compañero?

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora