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Aryeh

—Claro que no estoy diciendo que sea imposible, pero si que es una mierda. Nos tienen entrenando desde las cinco de la madrugada. No sería tan difícil si no tuviera que aguantar al grano pegado en mi trasero desde el día que nacimos —mi hermano estaba acabando con mi paciencia, se había vuelto demasiado insoportable con las fiestas. Él no comprendía que luego de estar entrenando cinco días a la semana, sin parar, quería un descanso.

Estaba fuera de control y era algo que ya había discutido, no solo con él, sino también con nuestros padres. Si alguna vez él necesitó un llamado de control, era ahora, antes de descarrilarse y arruinarlo todo.
Ya no podía seguir utilizando la excusa de Faith, había pasado un año de ello y en lugar de evocarse a dar todo en el instituto, llegaba los lunes con resacas del infierno y pasaba desganado el resto de los días.

—Déjalo tranquilo, seguro aún sigue acostumbrándose a la rutina. —Samara siempre era tan comprensiva con él, tratándolo como a un niño de ocho años —Yo sé que no podría, me gusta madrugar, pero odio la actividad fisica.

—No toda. —dije con una sonrisa, viendo como todo su rostro se tornaba rojo.

Habían pasado cuatro meses desde que estuvimos juntos por primera vez y desde entonces cada vez que lograbamos volver a estar juntos, no ha hecho sino mejorar.
La distancia es una mierda en cuanto al sexo se refiere, pero cada vez que puedo escaparme e ir a ella, no logramos mantener nuestras manos alejadas.

—Cállate, escucharan todos. Ya sabes, mi padre puede estar distraído por el embarazo de mamá, pero sigo siendo su princesa. —Entonces todo su rostro se iluminó, dejándola más hermosa si era posible. —Por cierto, esta vez será un niño y eso provocó una verdadera locura por aquí.

—¿Por qué? Se supone que es algo bueno.

—Tu padre amenazó con mudarse con nosotros, con intensión de que lo tengan más que en cuenta para ser el padrino. —reí con fuerza de ello, él era capaz de hacerlo. —Pero la cosa esta difícil, porque esta vez hay más competidores por el puesto. Jack, Nathan y Ryan, también quieren serlo. ¿Quién diría que quieren bebes, pero no de sus bebes?

—Eso sonó muy raro. ¿Te consideras una bebé Samy?

—¡Oh por Dios no! —gritó cubriendo su rostro con sus manos. —Olvidaba lo malo que eres a veces. Pero ya entiendes a lo que me refiero, para ellos siempre lo seremos, así tengamos treinta y nueve años.

—Te entiendo, pero al menos ahora nos dan más libertad. ¿Podrás venir a la fiesta de infierno? —Beau había organizado una especie de fiesta para celebrar el cumpleaños de su padre y todos estábamos invitados.

—Aún trabajo en ello, sería más fácil si no tuvieran que llevarme. Papá no quiere dejar sola a mamá y ella no puede hacer viajes tan largos. ¿No puedes tratar de convencer a Uriel de asistir?

—Él no quiere, ya he intentado de todo y simplemente esta concentrado en ese examen de ingreso. Lo peor es que ni siquiera asistirá, solo lo hace como un reto.

—Pues entonces a ver si logro convencer a mi padre. Cruza los dedos Ari.

—Por cierto, ¿sabes algo de Faith?

—Lo mismo que todos, sigue negándose a que vayamos para su cumpleaños. Nika ha hablado con ella e intento decirle que no es sencillo pasar la trasformación solo, pero no lo escucho, solo le agradeció y le advirtió que si se atrevían a ir, no volvería a hablarles.

—No entiendo porque sigue con eso, solo queremos apoyarla.

—Yo creo que siente miedo de que vaya Gael, no lo sé, quizás verlo y descubrir que son compañeros. Eso sería horrible. ¿Te imaginas como se sentirían ambos?

—No quiero pensar en ello, pero a veces se me hace imposible.

Si eso sucedía, no sería fácil para mi hermano conseguir una nueva oportunidad con Faith. Incluso si volvieran, no olvidarían lo que paso.

—¡Samara! —la voz de Logan se escuchó con fuerza.

—¡Ya voy, solo un momento! —gritó de regreso, acercándose a la puerta. —Me tengo que ir, ¿Hablamos después?

—En cuanto todos se vayan escríbeme. —no quería dejar de hablar, pero no pararían hasta que baje.

—Sama… oh hola Aryeh, lo siento, pero la cena esta lista y Samara debe comer.

—Hola Logan, no te preocupes, ya nos despedíamos.

—Justo Michael nos decía que habla demasiado poco contigo.

—No le crean, en la mañana tuvimos una conversación de tres horas, casi me mete en problemas. —lo que sería una charla corta, él la había vuelto un monologo.

—Eso fue casi un vídeo, no hablamos lo que deberíamos. —así que él estaba escuchándonos. — Me quedaron muchas cosas por contarte, pero esperaré que vuelvas a llamarme. No entiendo porque no pudiste estudiar otra cosa, encima de estar ocupado, serás tan aburrido como Benny.

—Es porque quiero ser policía papá, ahora vayan, no quiero que se les enfríe la cena por mi culpa. Hablamos luego. Samy, te amo.

—Te amo también. —dijo antes de acercarse a terminar la video llamada. Pero antes pude oír la queja de mi padre, preguntando porqué no le decía a él también que lo amaba.

Cerré la computadora y la deje a un lado, antes de apoyar mi cabeza en la almohada.

—¿Hace cuanto nos espías? —sabía que mi hermano estaba parado en la puerta aún sin mirar.

—Desde que empezaron a hablar de Faith. ¿Enserio crees que podría ser mi compañera?

—No lo sé Gael, antes de descubrir que Samara era mi compañera no sentía algo diferente. Por lo que podría ser. Pero si lo fuera, no creo que sea fácil volver con ella.

—Mientras su cumpleaños se acerca, no dejo de sentirme asustado. ¿Y si lo jodí todo? ¿Qué pasa si no puedo solucionar esto? —Me dolía verlo vulnerable, pero no sabía que podía hacer para ayudarlo.

—No pienses en ello ahora, aún faltan dos semanas. Deja que todo fluya ¿De acuerdo?

—¿Qué otra cosa puedo hacer? Me voy a dormir, no te quedes hasta tarde, solo nos quedan siete horas de sueño.

No podía dormir, la conversación con Samara solo me había dejado con ganas de más. Tranquilamente podría sacrificar horas de sueño solo para hablar con ella.
Lo único que me daba tranquilidad era pensar que el próximo otoño ella estaría mudándose a la ciudad a estudiar. El hecho de tenerla tan cerca me daría tranquilidad.

Ella aún estaba un poco preocupada por dejar a sus padres y venir sola, pero me tendría a mi, para ayudarla a divertirse y mantenerse ocupada.
¡Demonios si no se me ocurrían varias cosas para mantenerla ocupada! No podía retener la sonrisa diabólica que se extendía por mi rostro al pensar en cada plan que quería hacer con ella.

Samara no tenía idea, pero sin duda en unos meses, su vida cambiaría radicalmente para bien. De eso me aseguraría yo.

Pocas pulgas    Donde viven las historias. Descúbrelo ahora