Cedric
Mientras los días pasaban, mi necesidad de ver a Aysel no dejaba de aumentar, pero me había propuesto evitarlo, por al menos unos días.
Si quería que toda esta cosa de la amistad funcionará, debía ser responsable, por lo que, por mucho que lo necesitará, resistiría las ganas.Intercambiábamos mensajes ocasionales, siempre intentando no pasar la línea, aunque no sería por mucho tiempo. Estaba decidido a probar que tan fría podía ser mi compañera, hasta donde su autocontrol le permitiría llegar.
Al menos esperaba que no se comportará como si no le importará, a mi incluso me costaba pensar en ella con alguien más, no sabía como lo tomaría ella.—¿En qué piensas? —Me encontré con la mirada aguda de Benjamín.
A él no podía engañarlo y de cierta forma, era alguien que había pasado una situación difícil con su compañera, podría ayudarme, aconsejarme algo.
—Estoy necesitando un consejo, pero no quiero que los demás se enteren aún. —no hasta que hubiera logrado avanzar un poco con Aysel
—¿Qué has hecho ahora? Espero que no sea nada ilegal, una cosa es cubrirlos a tus amigos y a ti en la manada y otra diferente es hacerlo aquí. —aún no había conseguido el traslado y sabía que parte de él aún quería regresar.
—¿Por qué siempre esperas lo peor de mi? No es eso, me he comportado bien los últimos dos años. —mentía, pero había sido cuidadoso.
—Claro, por eso hace unos meses debí cubrirlos, o se te olvida la pequeña broma al señor Dalton.
No creí que se hubiera enterado de ello, pero al parecer, solo se hizo el tonto.
En cuanto a Lewis Dalton, el maldito anciano, era nuestro profesor de matemáticas, más interesado en hacer de nuestras vidas un infierno, que de enseñarnos algo útil. El viejo hombre lobo, tenía cerca de setenta años y se rehusaba a retirarse, pasando las horas de clase peinando el ridículo peluquín que esperaba se viera real. Sus gritos eran lo peor, no por el volumen o por lo que nos decía, lo malo era que al hacerlo, nos bañaba en baba. Él se merecía esa pequeña travesura.Tampoco fue algo tan malo, solo incendiamos nuestros cuadernos en su porche. Claro que nosotros nunca esperamos que ese pequeño fuego casi acabara con su maldita casa.
Recuerdo que la culpa nos llevo a dar parte de nuestros ahorros para colaborar con las reparaciones, lo que solo nos hizo quedar como héroes frente a nuestros padres, o eso creí hasta ahora.—Eso ya pasó, además esto de lo que quiero hablar es algo serio, pero no ilegal. —Al menos aún no lo era.
—Muy bien, te escucho.
—Encontré a mi compañera. —vi la sorpresa apoderarse de su rostro, antes de que esa sorpresa se esfumará, me adelante a aclarar lo sucedido. — No es tan sencillo, aunque ella es una loba, no esta dispuesta a renunciar a su libertad y a su tonto novio, o eso me han dicho.
—¿Has hablado con ella? —lastimosamente lo había hecho.
—En persona, solo una vez. No fue la conversación más sensata, la conocí cuando trataba de matar a un asaltante y se lo impedí. —sonreí al recordar como había sucedido. — Pero luego conversamos un poco más durante la fiesta.
—¿Fiesta? ¿Tu bienvenida?
—Esa misma. La cosa es que ahora solo hablamos por mensajes y estoy intentando una jugada riesgosa, la cual puede hundirme.
—Dime que no tratas de ser su amigo. Esa mierda solo le funcionó a Logan.
—¿Qué otra cosa podía hacer? No se me ocurría nada mejor.
—Eres un idiota. —murmuró, antes de estallar en jodidas y frustrantes carcajadas.
—Es por eso que estoy pidiéndote un maldito consejo, no estoy contándote un chiste. —era mi historia de amor, no una maldita broma.
—Lo siento, es que vamos, no puedes culparme. Me acabas de decir que encuentras a tu compañera y en lugar de luchar por ella, le ofreces ser su amigo. ¿En que demonios pensabas?
—Ya te dije, luchar no hubiera servido de nada. Con Aysel necesito buscar otra opción…
—Espera ¿Aysel? ¿Tu compañera es la amiga de Faith? —eso lo llevo a una nueva ronda de risas.
Llegados a este punto, consideré que había sido un verdadero error habérselo contado.
—Con ella cualquier cosa será difícil, es lo más parecido a un iceberg que conozco. — continuó, mientras se secaba las lágrimas de sus ojos.
—Pero creo que voy ganando cierto terreno, no me muestro muy interesado y sé que eso le molesta. Mi próximo paso es lograr ponerla celosa, pero ahí esta mi dilema. ¿Qué pasa si eso me lleva a retroceder varias casillas?
—Es arriesgado la verdad, pero no lo sabrás si no lo intentas. —esta vez se sentó junto a mi, poniéndose más serio. —Con Summer tuvimos nuestros propios fantasmas que exorcizar, y no te hablo de lo que paso con Dylan y el imbécil de su ex. Tanto ella, como yo, teníamos miedos, los cuales no nos permitían entregarnos del todo.
—¿Lo dices por tu primera esposa?
—No, sé que Mary me lo hubiera aconsejado. Hablo de la desconfianza en su caso y el miedo a perderla en el mío. Gracias a la Diosa no experimentaste el terror de saber a tu compañera en algún peligro, es lo peor y preferirías diez mil veces estar tú en su lugar. —en verdad no lo sabía y esperaba jamás tener que descubrirlo.
—No puedo imaginar que haría en un caso similar.
—Ojalá nunca debas planteártelo. —Dijo y sabía que lo decía sinceramente.
—¿Entonces crees que estoy equivocado al intentar acercarme a ella como un amigo?
—Yo no lo haría, quizás te resulte, pero no puedo saberlo. Es algo demasiado arriesgado y de salir mal perderías tu oportunidad, pero nada esta dicho y no eres un idiota, aunque a veces te comportes como uno. —bufé, pero exceptuando lo último, en lo demás tenía razón. — Sé que sabrás como conquistarla, pero no será fácil.
—¡Benjamín, necesito ayuda en la cocina! —me reí al escuchar a Summer.
—Ve antes de que vengan por ti. —me burle, él era un jodido pelele, uno que sabía muy bien la suerte que tenía
—Así estarás en unos años maldito mocoso, no te burles. —seguí riéndome mientras se alejaba.
Sentía tanta envidia, quería esto con Aysel. Lo quería aunque ella fue era loca con miedo al compromiso.
Tomé mi teléfono, notando que me había perdido el momento en que envió un mensaje.*Aysel: ¿Qué clase de amigo eres? Sácame de aquí, vayamos por un helado. Conozco un buen lugar.
*Cedric: Dime donde debo buscarte.
Ella comenzaba a buscarme y eso era bueno. Si me buscaba a mi, en lugar de su novio, es porque algo bien estaba haciendo.
No quería creerme algo que tal vez no era, pero mi confianza en este momento, era enorme.
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Pocas pulgas
Lupi mannariLibertad... Laurie Adams había ansiado llegar a la ciudad desde pequeña. Las cortas escapadas que hacia junto a sus padres para visitar a sus abuelos, no eran suficientes para satisfacerla. Pero ahora con dieciocho años recién cumplidos y lista para...